María del Rosario se asomó creyendo en que el detenido ya había huido de la Comisaría de Seguridad Pública de Poncitlán, Jalisco, pero nunca imaginó que El Morgan -un joven de 18 años de edad- regresaría por sus pertenencias.
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Fue justo en ese momento, cuando Pablo Francisco terminó con la vida de la alcaide de la cárcel del municipio ribereño. Era la 1:20 de la madrugada del pasado 16 de septiembre. Los policías realizaban un recorrido por la plaza municipal.
El ahora prófugo se encontraba escandalizando en la vía pública ebrio, por lo que fue llevado a la comandancia.
La celadora observaba como sus compañeros llenaban el formato de ingreso a los separos. Sin embargo, en un descuido, el joven se abalanzó y forcejeó con los elementos a quienes les arrebató el arma.
“Les apuntaba, por lo que corrieron a resguardarse”, narró el primer comandante, Federico de Jesús Torres Bastida.
Al momento de estar en la puerta de ingreso, Pablo Francisco regresó por sus pertenencias.
“La compañera se asoma y le hace la detonación”. Se sintió sorprendido.
La mujer policía de 35 años fue asesinada por el detenido que escapó con todo y el arma larga: un fúsil tipo ventor calibre .223.
“Sí se llevó”, reconoció el primer comandante de Poncitlán. “Estaba parada. Los otros compañeros estaban parapetados”, confió.
Ella se quedó inmovilizada, ni siquiera hizo el intento por aprehender al joven.
“Cuando oye el disparo, otro compañero repele la agresión y salen a buscarlo, pero ingresa por ese lado de la unidad y en la noche, está demasiado obscuro y pues también para no arriesgar la vida de él”.
Al presunto homicida no lograron detenerlo. Se hizo un operativo, pero “tenemos la carretera y brechas donde no pudimos ingresar”.
Torres Bastida recordó que esa madrugada se encontraba realizando un recorrido de vigilancia por todo el municipio cuando recibió una llamada de la cabinera pidiendo auxilio porque había un herido en la comandancia.
“Al momento de arribar aquí a la corporación, “vimos a la compañera caída”.
Los policías me informaron que el detenido estaba agresivo y tomado, por eso se le llevó a la corporación. Nunca lo vieron peligroso. Aun así, venía esposado, pero al momento de hacer el parte y las revisiones, se le quitaron los aros aprehensores para que no se lastimará.
“Se tiene que cuidar la integridad del detenido. Estaba como agresivo, como algo impertinente el muchacho. Quizás estaba drogado para que haya reaccionado y querer robar el arma”, argumentó.
¿Y ahora?, se le preguntó. “¿Pues qué podemos hacer? Nada más tener un poco más de desconfianza al momento de ingresar a un detenido, y ponernos más atentos”.
Hasta este miércoles, Pablo Francisco “N”, no ha sido localizado.
Un joven de 18 años que dejó en evidencia la nula capacitación y poca respuesta de la Comisaría de Seguridad Pública de Poncitlán.
María del Rosario era madre soltera y originaria de Jamay, Jalisco. Dejó en orfandad a dos niños: uno de ocho y otro de tres años de edad.
“Era padre y madre a la vez”, expresó uno de sus tíos. Sus familiares piden justicia. La mujer policía no tuvo homenaje póstumo.