El Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, tiene tres semanas atrayendo la atención de miles de familias de personas desaparecidas. Develó una tragedia nacional, pero revivió algo de esperanza entre quienes viven un calvario agotador a diario buscando hijos, esposos, hermanas. Las fotografías y videos de los primeros hallazgos trajo a mujeres como María la posibilidad saber qué fue de su esposo desaparecido hace más de 6 años y cuyo cinturón creyó identificar entre lo encontrado.
Hoy todas estas pertenencias, o indicios, como los peritos llaman, ya fueron retiradas. Son analizados en laboratorios de servicios periciales de la Fiscalía estatal. Tampoco hay labores de búsqueda, ni excavaciones. Pero eso nadie se lo informó a los colectivos que fueron invitados a un recorrido, el mismo día en que la propiedad se abrió a los medios de comunicación. Ambos grupos coincidieron, plasmando en vivo, la desesperación y el coraje de su búsqueda diaria.
“¿Ya no encontraron nada?”, le pregunté a la señora María que tiene 6 años sin saber nada de su esposo.
“No, no hay nada. Que nos dejen cuidar, excavar y verán que vamos a sacar muchos indicios de nuestros desaparecidos. No se vale. No hay autoridades que den la cara. No hay nadie que te diga qué ha pasado con todo esto. Esto nada más lo hacen para hacer un teatro. Sentimos mucho coraje, mucha impotencia, mucho dolor porque ya estamos cansados”, dijo desesperada al salir del rancho.
Antes del ingreso nadie les dio razón del momento en que podrían ingresar al rancho. Estaban a un kilómetro de distancia, bajo el sol, sin agua, por lo que enojadas, las familias buscadoras rompieron el cerco y caminaron hasta la entrada principal.
El segundo grupo con la mayoría de medios de comunicación salió de Guadalajara pasado el medio día. Casi todo el trayecto en autobús y el último kilómetro en camionetas de menor tamaño. Al llegar, el acceso fue caótico.
Dentro del rancho, un registro y recorrido libre en el perímetro previamente delimitado. Tal como lo anticiparon las madres buscadoras, como de museo, como atractivo turístico. Fotos, videos, selfies. Primero por la construcción con techo de lámina, donde las pertenencias de desaparecidos se encontraron el 5 de marzo.
El centro del predio es un terreno con señales de haber sido excavado en busca de restos óseos. Hay banderines en el terreno con la leyenda “evidencia”, lo que para las madres buscadoras es señal de que algo puede haber y quieren ayudar a buscar.
“Que nos dejen a las madres buscadoras entrar a buscar todavía”, dijo una madre buscadora del estado de Nayarit.
“Tanto dolor. Mucha tristeza, mucha impotencia de ver que cada banderita significa un indicio que puede haber más cuerpos ahí”, dijo otra integrante del colectivo.
La Fiscalía del Estado sigue teniendo bajo su custodia la propiedad y fue la que organizó el recorrido a petición del Fiscal General de la República.
La escena deja más dudas que certezas. Los hornos crematorios que supuestamente se encontraron bajo el terreno no se aprecian. En algunos puntos se ven llantas que pudieron ser utilizadas para los entrenamientos físicos de quienes aquí estuvieron secuestrados para adiestramiento criminal.