Durante la actual administración, un promedio mensual de seis vuelos ilícitos, ligados al crimen organizado, han sido detectados por el Sistema Integral de Vigilancia Aérea (SIVA) del Ejército mexicano.
El trabajo del equipo especializado de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ha permitido el aseguramiento de diferentes tipos de droga, aeronaves, armamento y dinero con un valor de 3 mil 500 millones de pesos en territorio nacional y gracias a la colaboración con Belice y Guatemala, estos países han decomisado una cifra igual, lo que da un total de 7 mil millones de pesos.
De acuerdo con el coronel Armando Ruiz Ayala, jefe de la subsección de operaciones del SIVA, el rastreo de vuelos sospechosos o abiertamente ilícitos ligados al narcotráfico, con la colaboración del Ejército y de otros países, arroja que en los 13 meses de este gobierno se han detectado 630 vuelos sospechosos; en 80 de ellos se comprobó que eran ilícitos y aunque en 30 se perdió contacto, 50 fueron ubicados y perseguidos hasta su aterrizaje.
Esta cantidad es mayor a los 49 vuelos registrados entre enero y noviembre de 2018, de acuerdo con el libro blanco del SIVA. De esa cifra, a nueve se les dio seguimiento hasta su aterrizaje, de donde se desprendieron 16 aseguramientos.
Ruiz Ayala explicó que de los vuelos ilícitos que se persiguen hasta tierra se concretan a veces varios decomisos. Por ejemplo, si los delincuentes dejan parte de la droga en la aeronave y huyen con la otra y se les detiene en diferentes momentos, son considerados varios eventos de aseguramiento.
El SIVA cuenta con cinco radares en tierra, radares transportados en aeronaves Embraer con visión nocturna, aviones interceptores y no tripulados, apoyo de sistemas de detección civil y la colaboración de radares de Estados Unidos.
“Al notar un vuelo irregular se busca identificarlo con la cooperación nacional o internacional de agencias civiles o militares. Si es una aeronave ilícita, despegamos aviones interceptores para que visualmente identifiquen la matrícula, tipo de aeronave y se trate de establecer comunicación con los tripulantes.
“Si sigue sin identificarse, pasamos a la tercera fase. Se le ordena que aterrice en el aeropuerto más próximo, si no lo hace, se le da seguimiento hasta donde aterriza. Hasta ahí se trasladan en helicóptero, generalmente con visores nocturnos, las fuerzas de superficie del Ejército para hacer aseguramientos y detenciones”, detalló Ruiz Ayala.
Así ocurrió con la aeronave que aterrizó hace unos días en Bacalar, Quintana Roo, con casi una tonelada de cocaína; fue detectada desde su despegue en Venezuela.
“Además se usó el sistema Flir, que permite detectar con luz infrarroja a cualquier blanco que emita calor, y se le dio seguimiento hasta el punto donde aterrizó, a 90 millas de Chetumal”, señaló Ruiz Ayala.
ledz