• La pintora surrealista Sofía Bassi disparó seis veces al conde de Italia

Durante la investigación, las autoridades tuvieron miedo de las influencias de Sofía Bassi, amiga de Salvador Dalí. Su yerno murió en una alberca de Las Brisas, en Acapulco.

Ciudad de México /

Sofía Bassi y su defensa legal mantuvieron la versión todo el tiempo: que los seis tiros habían sido un trágico accidente; que la pistola había lanzado una ráfaga de balas sin que ella se lo propusiera; que el 3 de enero estaba toda la familia reunida en Acapulco; que sus hijos, fanáticos de la caza, se burlaron de ella y le dijeron que jamás podría disparar un arma. La pintora surrealista, que se codeaba con los pintores Salvador Dalí y José Luis Cuevas, había asesinado a su yerno, un conde, Cesare D’Acquarone.

Amador era el chofer de la familia, declaró que no podía olvidar ese primer momento en que vio al niño deambulando a paso lento. No parecía asustado. Franco Jr., hijo de la pintora, recorría la casa de verano de sus padres en Acapulco, la Quinta Bajaji, con un pesado revólver alemán en su pequeña mano.

“Franquito dame la pistola”, le dijo casi por instinto. El niño de 12 años se la entregó y siguió su paso hasta una de las habitaciones donde se encerró.
Una de las influencias de Sofía Bassi era el reconocido pintor Salvador Dalí. (Especial)

Sin saber qué hacer, Amador corrió a la cocina y escondió el arma. Ahí se encontró a Encarnación, Rómula y Evelia, empleadas de la casa, quienes casi sin color le dijeron que acababa de ocurrir una tragedia. El yerno de los señores había sido asesinado.

¡La señora Sofía le disparó!”, gritaban las mujeres refiriéndose a la patrona. Sofía Bassi, en estado catatónico, le había entregado el revólver al niño, el hijo más pequeño, por eso deambulaba sin rumbo.

Amador salió corriendo al patio y entonces vio la escena: Sofía Bassi, su esposo Franco y Hadelin, su otro hijo, de 25 años, los tres al pie de la alberca miraban cómo los empleados Filiberto y su sobrino Pedro sacaban el cuerpo del agua. Eran las dos de la tarde del 3 de enero de 1968, en el exclusivo fraccionamiento de Las Brisas de Acapulco.

El crimen ocurrió en una de las zonas más exclusivas de Acapulco | Cuartoscuro.

El chofer relató que estuvo en la cocina sin saber qué hacer, hasta que su patrón le pidió que fuera por hielos, por una caja de Tehuacán y otra caja de Coca-Cola en la camioneta Mercury de la familia. El doctor Bassi quería unos jaiboles, su bebida favorita, pese a todo.

Según un expediente guardado en los anaqueles de la fiscalía de Acapulco, la investigación del asesinato del conde DAcquarone estuvo repleta de irregularidades. Y quedaría asentado en reportes que obtuvimos, que el gobernador de Guerrero y hasta la Secretaría de Gobernación tenían miedo de las influencias de la familia Bassi, pues eran amigos de gente poderosa que podrían frenar la investigación y causarles un conflicto diplomático.

Esta es una colaboración de ARCHIVERO para DOMINGA, que reconstruye esta historia gracias a la desclasificación de expedientes olvidados entre cajones y viejas oficinas públicas. Casos como este revelan que en México la verdad oficial está siempre en obra negra.

El conde murió mientras tomaba un cóctel ‘Brisas Breeze’

Sofía Celorio Mendoza era su verdadero nombre. Después, vendrían los apellidos rimbombantes. La mujer había nacido en el seno de una familia veracruzana que acumuló mucho dinero después de la Revolución. Cuando cumplió los 18, intentó estudiar Filosofía y Letras en la UNAM pero pronto descubrió que quería ser pintora.

Según su declaración en el expediente judicial, cuando era muy joven se casó con el empresario belga Hadelin Diericx, con quien tuvo a Claire y Hadelin, pero la pareja se divorció años después. Aun así fue en aquella época cuando empezó a pintar, muy cercana al surrealismo.

En 1951 conocería al italiano Jean Franco Bassi, un economista e industrial de productos químicos y se casaría con él un año después de divorciarse. Con Bassi tendría a su tercer hijo: Franco Jr. Se fueron a vivir a una mansión en Sierra Leona 220, en Lomas de Chapultepec, en la Ciudad de México. Para 1955, gracias a su matrimonio, Jean Franco se nacionalizó mexicano.

La investigación no da cuenta de cómo Claire terminó emparentada con Cesare, un conde italiano, pero su hija Claire dijo en su declaración ministerial que conoció al aristócrata dueño de una aerolínea italiana en 1959, cuando ella tenía 18 años. Él tenía 32.

Fue hasta 1966 cuando nació su hija, Cynthia Shantall. Según los testimonios que rindió toda la familia, Claire y su esposo viajaron el 29 de diciembre de 1967 para pasar las fiestas navideñas con la familia. Su vuelo salió con retraso de Roma, lo que le provocó a la mujer un “estado de nervios” incontrolable. Desde que Claire se casó con el conde, pasaban las fiestas de fin de año en Las Brisas, una de las zonas más exclusivas de Acapulco. Un lugar bellísimo con arcos estilo acueducto, con una fuente colonial y muebles de ratán.

Claire y el conde Cesare pasaban las fiestas navideñas en zonas exclusivas de Acapulco | Cuartoscuro.

La reconstrucción de los primeros días la ofrece Jean Franco, entonces de 57 años. Dice que su hijastra y su esposo llegaron el 30 de diciembre a las 12 de la noche con la niña y su nana. Declaró que D’Acquarone era presidente y accionista de la compañía Trezze, una empresa dedicada a la recaudación de impuestos en Italia; que además era presidente de una compañía de aviación local y que entre sus bienes estaba un castillo; el día del asesinato, su yerno estuvo tomando un coctel llamado ‘Brisas Breeze’.

Esto declararon los testigos en la casa de Sofía Bassi

Durante la investigación, la Procuraduría General de Justicia de Guerrero aseguró que el asesinato del conde había sido intencional. Incluso filtró a la prensa sus sospechas sobre que todo había sido planeado por la pintora, Sofía Bassi, para quedarse con la herencia. También se decía que su hija Claire había cometido el homicidio y ella se había incriminado para protegerla. Una conspiración fraguada por la familia Bassi.

Sin embargo, la pintora y su defensa sostuvieron su versión de los hechos: que el 3 de enero de 1968 estaban en la casa de verano los dos hijos, Franco y Hadelin, su hija Claire, Cesare D’Acquarone e incluso la exsuegra, la madre de su primer marido. Ese día sus hijos, fanáticos de la caza, se burlaron de ella y le dijeron que jamás podría disparar un arma. Ella les recriminó su gusto por cazar.

“Déjenme ensayo. Les hago una apuesta de que puedo tirar al blanco. Les apuesto 100 pesos”, reviró.

Cerca de las dos de la tarde, platicando con su yerno, le contó que sus hijos se habían estado burlando de su miedo a las armas. “No te preocupes, yo te voy a enseñar a manejar armas, te vas a cansar de ganarles. Tráetelas”, le dijo su yerno.

Diversas versiones se filtraron en la prensa del asesinato del yerno de Sofía Bassi | Especial.

Sofía fue a una de las habitaciones donde había un rifle, pero estaba muy pesado. Entonces de un cajoncito tomó un revólver Walther, calibre .32 con cacha de plástico, era de Hadelin. Se acercó a la alberca, más o menos a medio metro de su yerno. Él intentó tomar el arma, cuando de repente se le disparó. Empezó a ver cómo la sangre corría hacia el agua de la alberca hasta teñirla. Esto la hizo entrar en estado de shock haciendo que se le olvidara que tenía la pistola en la mano. Siguió disparando, fueron unas cinco veces más.

Su cuerpo cayó lleno de sangre a la piscina. Quiero hacer constar que soy muy sensible a la sangre al grado [de] que, cuando la veo en cierta cantidad, llego a perder el conocimiento. Cuando vi la sangre con el primer disparo, debió necesariamente afectarme por ser muy sensible a esa clase de espectáculo de sangre”, declaró Sofía Bassi el 3 de enero a las 7 de la noche de 1968, detenida por la policía de Guerrero.
Las versiones apuntan a que Sofía recurrió a un revólver Walther, tras no poder cargar con un rifle.

Dos días después del asesinato, Franco Jr. fue obligado a declarar en el Ministerio Público. Lo hicieron repasar segundo por segundo cómo su madre mató al conde.

Explicó que cuando pasó todo, él estaba en uno de los sofás que rodean a la alberca, con los pies arriba de una mesita leyendo un cuento. Frente a él estaba Cesare D’Acquarone en un colchoncito inflable para agua. ‘Franquito’ dijo no saber cuál fue el diálogo, pero sí recordó a su madre acercarse a la orilla a hablar con él. Después la vio subir a la casa y bajar unos minutos después con una pistola en la mano, que reconoció como la de su hermano mayor.

Cuando Cesare vio a Sofía al pie de la alberca, se acercó a ella y le tendió la mano, queriendo alcanzar el arma. Después se escucharon los disparos. El niño corrió hacia su mamá y le quitó el revólver. Minutos después su padre y su hermano llegaron a la alberca. Él caminó hasta que se topó con Amador, el chofer de la familia, a quien le entregó el revólver. Dice que se encerró 10 minutos en uno de los cuartos, hasta que decidió bajar a la alberca: finalmente vio que Cesare estaba muerto.

El médico que encontró el cadáver del conde italiano

El día que Cesare D’Acquarone murió llevaba un traje de baño color azul marino y tenía 42 años de edad. Según el informe de dos médicos legistas tenía la nariz aguileña, los ojos verdes, era muy blanco, el pelo rubio y ondulado y estaba robusto.

Cuando el doctor José Zuloaga entró por el portón, lo encontró tendido afuera de la alberca. Le dijeron que ya estaba muerto e incluso lo habían medio tapado con una sábana que se había pintado de sangre. Aun así, se hincó y tomó la muñeca de su mano intentando tomarle el pulso. “Sí, sí está muerto”, corroboró.

Entonces, subió las escaleras de la casona y ahí la encontró: Sofía Bassi estaba en una habitación del segundo piso empastillada, en un intento por tranquilizarse. El médico relató que intentó ponerle una inyección, pero no pudo hacerlo: debido al efecto sedante de las pastillas tuvo un arranque histérico y se lo impidió. Pero Sofía alcanzó a confesarle algo: su hija Claire aún no sabía que había matado a su esposo.

El doctor ofreció a Claire un antipsicótico para evitar que se enterara de la muerte de su esposo.

Una noche antes, Claire se había tomado unas pastillas para aliviar los nervios que padecía desde que había llegado a México el 30 de diciembre. Así que el doctor Zuloaga caminó al cuarto contiguo.

Claire parecía recién levantada porque aún llevaba su pijama y estaba en la cama. Le contó que desde que llegó de Italia no había logrado conciliar el sueño y la habían agarrado unos nervios tremendos. En un intento por evitar que supiera del asesinato, el médico ofreció ponerle una inyección de Largactil, un antipsicótico, para estar más relajada. Claire le dijo que sí y dejó que la inyectara.

Claire le preguntó si había sentido el temblor, porque sintió mucho movimiento cuando estaba dormida. También le preguntó si de casualidad él estaba cuando se escucharon unas explosiones parecidas al sonido que hacen las piedras cuando las dinamitan. Claire continuó platicando con el doctor a quien le contó que finalmente había logrado concebir a su pequeña hija, después de tantos años: “Soy muy feliz”, le dijo.

El padre de Roberto Palazuelos encabezó la defensa legal de Sofía Bassi

En una ficha del 6 de enero de 1968 elaborada por la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la policía de espionaje mexicana revelaba que la Secretaría de Gobernación tenía conocimiento de que el asesinato generaba mucha preocupación a Raymundo Abarca Alarcón, entonces gobernador priista de Guerrero.

El documento dice: “[La DFS] ordenó al procurador de la entidad que esta averiguación se haga en estricto apego a la ley ya que se habían comenzado a mover sus influencias en el puerto de Acapulco, debido a que la señora de Bassi, es consuegra del empresario Carlos Frantz Trouyet”, el expresidente de la Bolsa de Valores de México. “Pudiéndose dar el espectáculo de parcialidad en la aplicación de la justicia”, decía el documento. Hadelin, el hijo de Sofía, estaba casado con Teresita Trouyet.

Lo que es un hecho es que durante las primeras horas todo se movió rápido: el cuerpo del conde fue trasladado a la Funeraria Manzanares, en Acapulco. La DFS incluso aseguró que tenían información de que, durante las primeras horas tras el asesinato, se intentó trasladar el cuerpo para salir del país, sin embargo, no dicen quién era la fuente.

Pero los reportes sí revelan que el 7 de enero, cuatro días después del asesinato, los restos del conde sí salieron del país. Hicieron una escala en Nueva York, después viajaron hasta Milán y finalmente un avión particular los llevó hasta su destino final: Verona. Ahí fue enterrado por su madre, la duquesa Madeline Tretza D’Aquarone.

Según consta en el expediente judicial, Claire cambió su declaración: la primera vez que testificó dijo que ella estaba en la cocina y no escuchó nada porque el aire acondicionado no la dejó escuchar. La segunda vez, que se encontraba en una habitación del primer piso y que cuando ocurrió el asesinato ella estaba durmiendo. Dijo que a las 3 de la tarde, el médico de la familia le puso una inyección para poder descansar y que hasta la noche su hermano Hadelin se sentó en una silla a su lado, la despertó y le dijo: 

“Ha sucedido una tragedia, Cesare está muerto”.

La familia Bassi rápidamente contrató a un dreamteam de abogados, entre los que destacaban Roberto Palazuelos, padre del actor de telenovelas del mismo nombre, el ‘Diamante negro’. Para intentar desmontar las teorías de la fiscalía, el equipo de juristas presentó el testamento del conde, donde designaba albacea de sus bienes a su suegro, el doctor Bassi, lo que demostraba la buena relación que existía entre las familias.

Mientras la defensa presentaba argumentos, la fiscalía seguía presentando hipótesis que no podía comprobar: como que Claire, siendo joven, no estaba dispuesta a ponerse pantuflas y arrumbarse a cuidar al esposo que envejecía; incluso que unos días antes en casa de unos amigos, los Pagliadi, el conde y el doctor tuvieron una discusión, lo que alteró los nervios de Claire. Esto nunca pudo ser corroborado. Incluso los Bassi presentaron una carta del señor Pagliadi donde aseguraba que la relación con la familia era de lo mejor.

La familia Bassi contrató a un equipo de abogados para la defensa de la pintora | Especial.

Entonces la fiscalía solicitó una prueba en el campo militar de Pie de la Cuesta, que entonces era utilizado como centro de tortura. La fiscalía contrató al entrenador del equipo olímpico de tiro, Martín Larrañaga Márquez. La defensa por su parte consiguió al coronel del Estado Mayor, Leopoldo Barquera: estos expertos dispararon la misma pistola con la que Bassi mató a su yerno. 

La defensa quería comprobar que de ese tipo de arma sí podía salir una ráfaga de tiros y no ser accionada intencionalmente con cada uno. La fiscalía aseguraba que esto no era posible, que Sofía había inventado esa historia.

Pero el 16 de febrero el entrenador olímpico la disparó y entonces se produjo una ráfaga de varias balas. Aun así, fue condenada a 11 años en prisión, de los cuales pasó sólo cuatro en la cárcel de Acapulco, donde la visitaron pintores y escritores. De hecho, fue en la cárcel donde Sofía Bassi realmente se volvió famosa.

GSC/ASG

  • Laura Sánchez Ley
  • Es periodista independiente que escribe sobre archivos y expedientes clasificados. Autora del libro Aburto. Testimonios desde Almoloya, el infierno de hielo (Penguin Random House, 2022).

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