“Perder un hijo no es fácil de asimilar... yo sé que nadie va a llenar el hueco de mis hijos, pero queremos adoptar a dos niñas de seis años”, dice Luz María Dávila, madre de Marcos y José Luis Piña, asesinados en el multihomicidio en Villas de Salvárcar, en Ciudad Juárez.
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En la masacre, perpetrada el 30 de enero de 2010, murieron 10 estudiantes y cinco adultos que estaban conviviendo en una fiesta .
Desde hace tres años la familia Piña Dávila inició el proceso de adopción en el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) en Chihuahua con el anhelo de adoptar.
Se prepararon para dar una mejor calidad de vida a las niñas. Al saber que ya estaban en lista de espera, inauguraron una papelería con el propósito de que Luz María renunciara a su trabajo en la maquila y se dedicara de tiempo completo a las pequeñas.
“Lo hicimos con la ilusión de tener a esas niñas y darles amor. Desgraciadamente hay mucha burocracia, no sé qué pasa siendo que nosotros ya estamos solamente en lista de espera”, dice la mujer que es recordada por haber reclamado al entonces presidente Felipe Calderón que hubiera criminalizado a los estudiantes de Villas de Salvárcar.
“Yo no puedo darle la mano y decirle bienvenido, porque para mí no es bienvenido. Yo quiero que esto se haga bien, que Juárez sea el Juárez de antes. Y Juárez está en luto... quiero que usted se retracte de lo que dijo: que eran pandilleros. ¡Mentira!”, le dijo la señora al mandatario en el encuentro celebrado en agosto de 2011.
Mientras que familias como la de Luz María anhelan adoptar, en el DIF no se sabe con exactitud la cifra de niños susceptibles de adopción en México. De acuerdo con el censo del Inegi 2015, hay alrededor de 33 mil niños, niñas y adolescentes viviendo en un esquema de cuidado residencial dentro de las llamadas casas hogar.
“Ya tenemos casi tres años y esto no ha avanzado nada. A veces sí me desanimó, porque pienso ‘no es posible que nosotros que queremos y no se da, y hay niños que necesitan un hogar’. Lo que nosotros buscamos es a esas personitas para darles amor y cariño”, dice.
Desde que comenzaron el proceso, Luz María está al pendiente del teléfono, espera ansiosa la llamada que le avise que la espera ha concluido. “¡Ojalá que se nos logre!”, confía.