Tepito se ha consolidado como uno de los lugares más emblemáticos de la Ciudad de México, no obstante y más allá del cliché, las calles del Barrio Bravo vieron nacer a una organización delictiva que ha sido la encargada de desatar una incesable ola de violencia en la capital mexicana y su área metropolitana.
La Unión Tepito no tardó en convertirse en un objetivo prioritario para las autoridades capitalinas que comenzaron a identificar las múltiples actividades delictivas que perpetran, entre las que destacan extorsiones, secuestros, homicidios, despojo de inmuebles y narcomenudeo.
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Desde sus inicios en 2010 y hasta la actualidad, el liderazgo de la organización criminal lo fueron asumiendo diversos personajes que encabezaron las listas de los más buscados por la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ CDMX) y de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC).
Si bien algunos cabecillas de la Unión Tepito ya fueron capturados y se encuentran enfrentando diversos procesos legales desde reclusión, las labores que autoridades capitalinas han desplegado para desmantelar a la organización ha tenido que ir más allá de investigaciones de campo y trabajos de inteligencia.
Y es que, en su afán de evadir sus detenciones, algunos importantes miembros del también llamado Cártel Chilango han recurrido a peculiares prácticas que van desde la encomendación de su protección a diversos cultos -como la santería o el satanismo- hasta someterse a procesos quirúrgicos para modificar su apariencia física.
El cambio de apariencia de ‘El Chori’
La atención mediática y de la opinión pública se centraron en Eduardo Martínez Tiburcio luego de que el secretario de seguridad ciudadana, Pablo Vázquez, anunciara su detención el pasado lunes 18 de marzo.
El Chori, como es mejor conocido, había sido identificado como uno de los principales líderes de la Unión Tepito al ser el encargado de coordinar no solo el envío de drogas desde América Latina, sino también otros delitos como la extorsión, homicidio, secuestro y cooptación de menores en la Alcaldía Cuauhtémoc, específicamente en el Centro Histórico.
En cuestión de minutos, las imágenes sobre la detención de Eduardo Martínez Tiburcio comenzaron a circular en redes sociales y en los medios de comunicación más importantes del país que reportaron el severo golpe que recibió la Unión Tepito.
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Entre el cúmulo de información que comenzó a circular destacó el aspecto físico de El Chori, pues su rostro lucía distinto al que autoridades habían difundido para ofrecer una recompensa de hasta 5 millones de pesos a quien proporcionara datos relevantes sobre su paradero.
Cabello largo, barba, bigote y una complexión física mucho más delgada fueron las características que por un momento hicieron dudar a las autoridades si en realidad estaban aprehendiendo al hombre correcto.
Adicionalmente, en el reporte del Registro Nacional de Detenciones de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) se detalla que el líder criminal se identificó con el nombre de Bernal Córdoba Manuel.
De acuerdo con información que el periodista Antonio Nieto compartió a través de su cuenta de X, los agentes que ejecutaron la orden de aprehensión de El Chori lograron confirmar su identidad por cicatrices de balazos en la pierna, un lunar en la parte izquierda del rostro y un tatuaje de alas de ángel que tiene en la espalda, detalles a los que tuvieron acceso por los ingresos a centros penitenciarios que en años anteriores había tenido el líder criminal.
Aunque el cambio de apariencia fue notable, no resultó suficiente para que Eduardo Martínez Tiburcio despistara a las autoridades y, de este modo, fue trasladado hasta las oficinas de la FGJ CDMX ubicadas en la Alcaldía Azcapotzalco y posteriormente al Reclusorio Norte.
Los injertos de cabello y el bypass de ‘El Betito’
Antes de que El Chori se convirtiera en la cabeza de la Unión Tepito, autoridades capitalinas persiguieron a otros personajes de alto perfil por su responsabilidad en diversas actividades delictivas. Uno de ellos fue El Betito, a quien se le atribuyó en un inicio el cargo de jefe de sicarios de la organización criminal.
Descrito como un hombre violento y despiadado, la identidad -o al menos el verdadero nombre- del otrora líder criminal llegó a generar confusión pues, mientras autoridades lo identifican como Roberto Moyado Esparza, en el trabajo periodístico que Antonio Nieto realizó para su libro El cártel chilango: origen, poder y saña de la Unión Tepito se le nombra como José Alberto Maldonado Pérez.
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Aunque las dudas sobre su verdadero nombre continuaron generando incertidumbre durante las investigaciones, lo que personal de la entonces Policía Federal tenía claro era tanto su peculiar alias como el amplio historial de actividades delictivas que perpetró y coordinó al asumir el liderazgo de la Unión Tepito tras el asesinato en 2017 de Francisco Javier Hernández Gómez, mejor conocido como Pancho Cayagua.
El calendario marcaba como fecha el 8 de agosto de 2018, cuando El Betito fue detenido al ingresar a la autopista México - Cuernavaca en la Alcaldía Tlalpan, sin embargo, nuevamente las dudas sobre su identidad comenzaron a surgir.
Y es que, además de identificarse como Fabián Miranda, el aspecto físico del ex líder de la Unión Tepito también fue modificado con base a las fotografías que las autoridades poseían sobre él.
Horas más tarde, en conferencia de prensa, el entonces comisionado nacional de seguridad, Renato Sales, detalló los procedimientos estéticos a los que El Betito se sometió para evitar su detención y distraer a sus rivales.
"El ahora detenido se sometió a una intervención quirúrgica, se realizó prótesis capilar y bypass gástrico, bajó más de 30 kilos para modificar su apariencia física con el fin de no ser identificado y detenido", indicó el ex titular de la Comisión Nacional de Seguridad.
Reportes periodísticos de la época indican que elementos de la policía científica tuvieron que realizar peritajes para confirmar la identidad de El Betito, quien fue ingresado a un centro penitenciario de la Ciudad de México, desde donde se encuentra cumpliendo su respectiva sentencia.
'El lunares' y la modificación de su rostro
Otro de los cabecillas de la Unión Tepito que logró acaparar gran atención en el Barrio Bravo y el resto de la Ciudad de México fue Óscar Andrés Flores Ramírez, aunque es mejor conocido por su popular alias: El lunares.
Autoridades de la Ciudad de México seguían de cerca los movimientos del líder criminal que asumió el puesto que antes ocupó El Betito, no obstante y convencido de no pisar prisión, El lunares recorrió a diversas prácticas para evitar su detención.
Desde irse a vivir a otro estado y hasta encomendar su protección al culto de la santería, Óscar Andrés Flores Ramírez logró evadir en más de una ocasión los operativos que autoridades capitalinas desplegaron en inmuebles y zonas donde tenía sus principales centros de operaciones.
Fue precisamente en una de esas operaciones en las que agentes de la policía encontró un gran altar en donde había elementos utilizados dentro de la religión africana conocida como Palo Mayombe, tales como cráneos humanos, máscaras demoniacas, crucifijos, estatuillas y ofrendas.
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De forma extraoficial trascendió que El lunares también se trasladaba a bordo de un racer escoltado por personas armadas además de que, presuntamente, también solía disfrazarse de mujer para evitar ser reconocido o llamar la atención de autoridades o rivales.
Pese a que dichas prácticas le resultaron efectivas para encabezar a la Unión Tepito hasta 2020 cuando fue aprehendido en Tolcayuca, Hidalgo, Óscar Andrés Flores Ramírez también se suma a la lista de líderes de la organización que se realizaron modificaciones estéticas.
Fue durante el podcast Criminalmente que el periodista especializado en nota roja, Carlos Jiménez, detalló que una de las modificaciones corporales que el ex líder del Cártel Chilango se realizó fue precisamente el retiro del lunar que tenía en su rostro y que le valió su alias tanto en el Barrio Bravo como en el hampa de la capital mexicana.
"El lunares es un tipo que nace en Tepito, le decían el lunares porque tenía un lunar bastante grande en la cara, un lunar como de cuatro centímetros y así le decían desde chiquito. No le gustaba que le dijeran así al grado de que él se quitó ese lunar ya cuando tuvo dinero, se operó para que se lo quitaran pero el apodo nunca se le quitó", describió Carlos Jiménez en el podcast Criminalmente.
Aquel detalle en su rostro le valió a Óscar Andrés Flores Ramírez el alias con el que sería identificado por las autoridades capitalinas, el mismo que lo llevó a prisión en donde, al igual que sus antiguos homólogos y socios, cumple su condena entre rejas.
ATJ