Previo a la publicación de su Informe Mundial de Drogas y como parte de las actividades del Día internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas 2020, que tendrá lugar el viernes 26, la Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito hizo un recuento sobre los efectos del covid-19 en los mercados ilegales de estupefacientes a nivel mundial.
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Entre otras cosas este informe prevé que la crisis económica propicie un mayor uso de sustancias ilegales para acoplarse a las dificultades. Asimismo, se espera un incremento en el uso de drogas más económicas heroína y cocaína.
Por lo pronto se ha observado, de acuerdo con el documento “Covid-19 y la cadena de suministros de drogas: de la producción y el tráfico al consumo”, que durante la emergencia sanitaria ha habido una importante disminución en la demanda de drogas para uso recreativo (particularmente sintéticas y cocaína) debido al cierre de centros nocturnos, festivales de música, entre otros. No obstante, aumentó la demanda de productos cannábicos.
También pudo observarse que “ante restricciones en la oferta, los consumidores han reemplazado el uso de drogas convencionales con sustancias caseras y otros fármacos con mayor riesgo de sobredosis, como es el caso del fentanilo. Esta dinámica también ha propiciado el compartir jeringas y otros instrumentos, lo que eleva el riesgo de contraer enfermedades”, indica el documento.
Para adquirir las drogas durante el distanciamiento social así como por preferencia de los consumidores, se ha utilizado más el pago y entrega “sin contacto que incluyen un mayor uso del servicio postal y compras en línea por medio de la Darknet”.
Por otra parte, los trabajos de organizaciones y sistemas que proveen servicios de tratamiento y apoyo a consumidores y drogodependientes se han visto afectados por las restricciones asociadas a la pandemia.
Respecto a los cambios en la oferta, el informe “Covid-19 y la cadena de suministros de drogas: de la producción y el tráfico al consumo”
El informe indica, con relación a nuestro país, que “la dificultad de conseguir insumos importados para la producción de droga, dados los cierres fronterizos y restricciones al comercio internacional ha disminuido la oferta de drogas sintéticas y preparados (por ejemplo, escasez de precursores químicos asiáticos utilizados para la producción de metanfetamina en México y, de gasolina venezolana necesaria para la producción de cocaína en Colombia)”.
Ello ha dispuesto un escenario en el que las organizaciones criminales han diversificado sus campos de acción e incluyen ahora hacia otras el cibercrimen y tráfico de medicinas falsificadas, pero también, aprovechando los vacíos que ha dejado el Estado ha proveído comida y servicios a la población vulnerable durante el confinamiento, con lo que gana terreno en territorios y poblaciones en disputa.
A largo plazo se alerta que la crisis económica y el desempleo orillen a más campesinos a plantar cultivos ilícitos y a una mayor parte de la población a participar en actividades del crimen organizado. Tan sólo en México las previsiones apuntan a una reducción de 6.5% del PIB, la pérdida de hasta 14% de los empleos formales y un aumento en la población en pobreza y pobreza extrema.