Tras la desaparición de Silvia Stephanie Sánchez Viesca, Fanny, sus padres además de buscarla se fueron rodeando de otras familias que, como ellos, buscan a algún familiar. Es así como surge el grupo VIDA, conformado por 35 padres y madres que esperan encontrar a sus hijos levantados en ese estado entre los años de 2004 y 2013.
"Es muy entusiasta nuestro grupo pese a que son personas mayores. Los menores somos Silvia y yo, que tenemos 54 años. Los demás son personas de entre 60 y 70 años.
Recorremos el desierto a 40 grados, bajo el sol directo" explica Óscar Sánchez, padre de Fanny.
Desde enero pasado VIDA recorre el desierto de Coahuila, buscando fosas clandestinas.
Por mail y redes sociales reciben algunas ubicaciones y en menos de 15 recorridos, que se llevan a cabo los sábados, han encontrado el cuerpo de una mujer, algunos restos y tres osamentas, mismos que la autoridad del estado y la policía científica han catalogado como "restos de animales".
"Somos un puñado de familias que espera recuperar a sus familiares con o sin vida, con o sin las autoridades" asegura Óscar.
Por falta de recursos, los integrantes de VIDA trabajan en el desierto con tenis y ropa ligera, bañados en bloqueador solar, cargando en sus mochilas tortas, agua con hielos y algunos guisados que comparten entre sí.
Sus herramientas de búsqueda son caseras o improvisadas y entre ellas hay machetes, cuchillos, palas de pastel, rastrillos y algunas varillas losas con las que atraviesan la arena.
Óscar ha sido el principal maestro del grupo después de haber tomado algunos cursos en Gobernanza
Forense y Ciencia Forense Ciudadana.
VIDA parte hacia el desierto a bordo de una camioneta pequeña que les presta un sacerdote. El grupo ha solicitado a empresas, mineras y fábricas donaciones de botas industriales y vestimenta apropiada para trabajo en el desierto. Ninguna los ha apoyado.
Los escasos ingresos con los que sufragan sus búsquedas surgen de rifas y venta de hamburguesas.
Así como algunos padres continúan buscando a sus hijos, otros optaron por dejar de hacerlo. Silvia y Óscar explican el porqué. "Tenemos una compañera a la que, semanas después de que su hijo fue levantado, le llamó por teléfono.
Le dijo que estaba bien, vivo. Que no podría regresar y les pidió que dejaran de buscarlo".