Tras ser contratados por el narco en Michoacán para capacitarlos en el manejo de explosivos, uso de drones o en su caso, vigilar los cargamentos de droga, paramilitares sudamericanos terminan por desertar y refugiarse en otros puntos del estado.
MILENIO pudo platicar con un ex sicario colombiano contratado para trabajar en la región de Tierra Caliente quien, por cuestiones de seguridad, pide sea reservada su identidad.
“Pues inicialmente venía, que ocupaban personal que tuviéramos capacidad física, entrenamiento militar. Se suponía que no era nada de delincuencia. Con esa función llegué aquí a México”, recordó.
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El hombre, de aproximadamente 1.80 metros de altura, definió como “complejo” el adaptarse a esta nueva vida, “porque pasé de trabajar con el Estado colombiano a trabajar con una organización al margen de la ley”, dijo.
“Sí, dure dos meses protegiendo pistas, dando seguridad a pistas con drones. Realmente no se comentaba de qué llegaba o salía, pero para nadie es un secreto; es un cártel, manejan drogas, armas… pero no teníamos autorización para acercarnos tanto”, recordó.
Las labores de vigilancia eran para impedir el acercamiento de autoridades o grupos rivales que, a decir del ex sicario, al principio “fue algo relativamente relajado”, tomando en cuenta el equipo y la distancia, pero que después se fue complicando y también por el retraso de los pagos, fue lo que motivó su huida junto con otros tres paramilitares.
“En este momento tengo conocimiento de tres personas que se escaparon conmigo, pero pues ya habían desertado más personas, ya habían desertado más porque relativamente como lo comentaba, es algo complejo, complicado, pasar de trabajar con el Estado a estar trabajando con una delincuencia organizada y la verdad, ya no llegaba la paga”, compartió.
Tras no poder regresar a su país por el temor a enfrentar a la justicia, este paramilitar ha buscado refugio en otras zonas de Michoacán, sin embargo, reconoce que “por el acento, por la nacionalidad, las personas nos hacen el feo”.
“Es bastante complicado hasta para la comida, nos toca pedir en las calles”, agregó.
No obstante, también admite también tener temor de ser nuevamente reclutado por grupos de la delincuencia organizada, lo que implicaría regresar a un mundo del que ya no pueda tener otra oportunidad de salir.
aag