Violencia contra las mujeres es una ofensa a dignidad humana: Arturo Zaldívar

El ministro presidente de la SCJN reconoció que la violencia contra las mujeres existe y es "parte de la hechura de nuestra sociedad".

Arturo Zaldívar señaló que la desigualdad de género estuvo avalada por las leyes durante mucho tiempo | Especial
José Antonio Belmont
Ciudad de México /

El ministro Arturo Zaldívar, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), calificó la violencia contra las mujeres de una ofensa a la dignidad humana, por lo que enfatizó que prevenirla, sancionarla y erradicarla no sólo es un deber constitucional sino una exigencia moral.

Al conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, el titular del Poder Judicial de la Federación pidió escucharlas antes de descalificarlas pero, sobre todo, poner atención a lo que exigen en las calles, en las redes sociales y en las pintas: igualdad, libertad y trato justo.

“Nos piden algo esencial y básico para la dignidad humana. Nos piden una vida sin violencia", enfatizó ante Julissa Mantilla Falcón, presidenta de la Corte Interamericana de Derechos Humanos; Belén Sanz Luque, representante de ONU Mujeres; y la ministra Yasmín Esquivel Mossa, entre otras invitadas.
“La violencia contra las mujeres existe. Es parte de la hechura de nuestra sociedad. Es una violencia particular que se funda en las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres, constituye una violación de los derechos humanos y una ofensa a la dignidad humana".

Señaló que prevenirla, sancionarla y erradicarla es un compromiso internacional, un "deber constitucional y es una exigencia moral. El momento es ahora y debe ocuparnos a todos y todas porque por esta violencia están matando mujeres", subrayó.

Al iniciar su discurso, el ministro Zaldívar aclaró que no venía a explicar lo que representa esta fecha desde su posición de hombre ni desde el ejercicio del poder público, sino de lo que ha aprendido de las mujeres a lo largo de los últimos años.

“He aprendido que vivimos en un mundo patriarcal, en el que ser mujer implica vivieren discriminación. Implica vivir conforme a expectativas sociales que confinan a las mujeres a ciertos roles, a ciertos modelos de feminidad, de los cuales apartarse puede resultar mortal.
“Implica vivir en un mundo diseñado por y para el beneficio de los hombres; en el que las mujeres están para facilitar que así funcione. Para asegurar la reproducción, el cuidado del hogar, la organización de la vida doméstica y la educación de futuras generaciones que reproduzcan este pacto. Las mujeres nacen —simple y sencillamente— menos libres que los hombres y no se les reconoce la misma dignidad", recalcó.

El también presidente del Consejo de la Judicatura Federal destacó que por mucho tiempo esta desigualdad de género incluso estuvo avalada por las leyes.

“El derecho mismo asumía y perpetuaba esta posición de inferioridad. Las constituciones excluían a las mujeres de la ciudadanía. Los códigos civiles estructuraban la familia en torno a roles estereotipados: el padre como cabeza y la madre como ama de casa. Las leyes penales asignaban un valor inferior a la vida de las mujeres, limitaban su autonomía, su patrimonio y su capacidad de decidir sobre sus vidas.
“El derecho asumía —y asume todavía en muchos lugares— que sus cuerpos simplemente no les pertenecen. Muchas de estas leyes ya no existen, pero la discriminación persiste, profundamente arraigada en la cultura, en los convencionalismos sociales, en las interacciones cotidianas", abundó.

LG 

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.