El agente del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE), Jaime Zapata, cubría una misión especial en México, donde murió a manos del cártel de Los Zetas, convirtiéndose en el segundo agente federal estadunidense asesinado en el país, luego del caso de Enrique Kiki Camarena, en 1985.
Ésta es la historia previa y del día de la emboscada en una carretera de San Luis Potosí, donde murió Jaime Zapata, en 2011, con apenas 32 años.
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Era noviembre del 2010. Personal agregado a la embajada de Estados Unidos en México solicitó a Washington equipo táctico especial para terminar una misión de alto perfil que sus agentes en territorio mexicano estaban desarrollando. Sobre el carácter de dicha misión y los involucrados no se han difundido más detalles.
Las preocupaciones por el gran riesgo que implicaba llevar a cabo la misión para trasladar el equipo al entonces Distrito Federal por tierra, como se planeó, empezaron a brotar, pero fueron ignoradas por los tomadores de decisiones.
En el reporte DI-19-0071 del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) se detalla que uno de los involucrados mencionó específicamente:
"’Ahora no es un buen momento para hacer esto’ porque el área de San Luis Potosí, entre Ciudad de México y Monterrey, donde los agentes propusieron encontrarse (para entregar el equipo táctico), estaba ‘muy caliente’".
Los focos rojos se prendieron varias veces, como consta en el reporte interno del ICE.
En este punto, el agente especial Jaime Zapata y su compañero, Víctor Ávila, quedaron en medio. Era inminente que participarían en el trasiego del equipo táctico desde Estados Unidos atravesando tierra controlada por el narcotráfico en México.
El agente Ávila estaba asignado en México, mientras que Zapata se ofreció voluntariamente estando de paso en el país, para cumplir con otra misión de asignación de servicio temporal (TDY, por sus siglas en inglés).
Los otros agentes involucrados serían designados por la oficina del ICE en Monterrey. Su misión era cruzar a Texas por el equipo táctico y llevarlo a un punto medio en México, para que sus compañeros lo llevaran a la Ciudad de México, donde los superiores lo esperaban.
De acuerdo con los documentos consultados por MILENIO, luego de las primeras alertas de lo peligroso que sería atravesar territorio de Los Zetas, en una camioneta con placas diplomáticas, sin avisar a las autoridades mexicanas, a los encargados de tomar decisiones en la embajada, un día antes del ataque, les llegaron más alertas… esta vez eran focos rojos.
Un involucrado en la misión se había enterado "a través de diversas fuentes" que "las autoridades mexicanas y el Ejército mexicano estaban teniendo enfrentamientos con miembros del cártel de Los Zetas en las áreas de San Luis Potosí y Zacatecas". Sin embargo, la advertencia fue ignorada una vez más.
Para los jefes de la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI, por sus siglas en inglés) en la capital, era más importante traer a tiempo el equipo solicitado a Washington para poder terminar la operación de alto perfil que estaba en curso. Estaban tan cerca.
Quienes advirtieron de los peligros sugirieron que se llevara el equipo táctico vía área, la idea fue desechada.
Ávila y Zapata tenían que llevar 12 paquetes desde San Luis Potosí hasta la Ciudad de México, sólo que sus superiores no tomaron en cuenta un factor clave: Los Zetas.
Ni Ávila ni Zapata recibieron entrenamiento especial para llevar a cabo la misión, sólo se les asignó una camioneta obsoleta -no tenía las llantas adecuadas y los seguros se abrían automáticamente al detener la marcha- y se les indicó de la premura por llevar el equipo que había llegado a la oficina de la agencia en Brownsville, Texas, el 14 de febrero.
El reporte interno del ICE reitera que la camioneta usada por Zapata y Ávila era obsoleta para la misión.
Las primeras nueve cajas, pedidas desde noviembre, ya tenían un mes en la oficina por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas adscritos a una oficina en Monterrey, el 15 de febrero de 2011, pero unas cuantas horas antes, cruzaron la frontera hacia Texas para recoger los 10 paquetes de equipo electrónico y dos cajas más con correspondencia, que entregaron Zapata y Ávila a medio camino de la capital, tal como se había pactado. Unas horas después, se desataría el infierno.
El día D: las advertencias de que algo podía salir mal se cumplieron
El 15 de febrero de 2011, luego de desayunar, agentes del ICE de Monterrey entregaron los paquetes tácticos a Zapata y a Ávila en Matehuala. Sin embargo, en su camino a la Ciudad de México fueron alcanzados por Los Zetas.
Los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) provenientes de Monterrey llegaron a Matehuala el 15 de febrero de 2011 alrededor de las 10:50 horas.
Había tiempo. Entraron a la ciudad y decidieron desayunar en el restaurante Las Sevillanas. Al terminar, condujeron hasta el acotamiento conocido como El Altiplano de Potosí en el kilómetro 100 de la carretera federal 57, donde finalmente, se encontraron con Zapata y Ávila.
El reporte recoge paso a paso la reconstrucción de hechos del día del ataque.
Sin embargo, durante el desayuno, los agentes estadunidenses asignados en Monterrey, notaron que dos policías mexicanos que parecían -por sus uniformes- pertenecer a una corporación estatal “se levantaron (de su lugar) y mostraron interés en su (camioneta) Suburban”. Pero los estadunidenses no reportaron el hecho a sus superiores.
En la investigación posterior, a la que MILENIO ha tenido acceso, las autoridades estadounidenses sostienen que en ese momento en Matehuala había 125 policías municipales, de los cuales “la mayoría” de ellos y al menos dos estatales estaban cooptados por el crimen organizado y servían a Los Zetas, entre otras cosas…como halcones.
El reporte refleja las sospechas de las autoridades estadunidenses de que algunas autoridades mexicanas corruptas estuvieran aliadas con Los Zetas.
Zapata y Ávila habían salido muy temprano desde la Ciudad de México, llegaron al punto acordado con sus compañeros alrededor de las 11:30 horas.
"Los agentes tardaron aproximadamente 10 minutos visitando el lugar - acotamiento conocido como El Altiplano de Potosí- y moviendo las cajas de un vehículo a otro".
Luego de terminar, se despidieron y cada equipo regresó por donde llegó. Todo parecía estar bajo control. Los focos rojos parecían haberse encendido por nada.
Ávila y Zapata viajaban en una camioneta blindada de color azul a prueba de disparos de alto calibre, granadas y hasta minas terrestres, una bestia impenetrable con placas diplomáticas, pero que tenía un pequeño defecto: al estacionarse se desbloqueaban automáticamente los seguros de las puertas, además de que no estaba equipada con las llantas adecuadas.
Eso, aunado a que no recibieron entrenamiento para manejarla correctamente ni fueron advertidos de las vicisitudes que podrían encontrar en su travesía, le costó la vida al agente Jaime Zapata. La ruleta rusa de factores en contra permitió la entrada de las balas que atravesaron su cuerpo. Seis en total. Una de ellas cortó su arteria femoral izquierda.
De acuerdo con la reconstrucción de los hechos contenida en el reporte, tras recoger la carga, Ávila y Zapata decidieron detenerse a almorzar en un restaurante de la cadena Subway alrededor de las 13:30 horas, en un lugar conocido como El Parador Potosino.
"Comieron en el patio del restaurante, usaron los baños, y abandonaron el restaurante aproximadamente a las 2:00 pm (14:00 horas)".
Fachada de El Parador Potosino.
Después de comer y antes de continuar con el viaje, Zapata le ofreció a Ávila que lo dejara manejar, como éste había manejado todo el camino de ida aceptó y se sentó en el lugar del copiloto. Los paquetes iban en la parte trasera del vehículo.
"¡Me dieron! ¡Me dispararon!"
Una vez reanudado el viaje y viendo cada vez más cerca la capital. El destino los alcanzó. Las advertencias de que algo podía salir terriblemente mal, los focos rojos que se encendieron una y otra vez, se cumplieron fatídicamente:
"Mientras viajaba hacia el sur por la autopista 57, cerca del marcador de milla 156 fueron atacados”, sostiene el reporte entregado por el ICE a la Oficina del Consejo Especial (OSC, por sus siglas en inglés).
"Pude ver cómo (las balas) dejaban una marca en su pecho. Jaime dijo: 'Me dieron. Me dispararon'", testificó Ávila en el juicio contra José Emanuel García El Zafado y Jesús Iván Esqueda El Loco, integrantes del cártel señalados de participar en el atentado, que, de acuerdo con sus declaraciones, tenía como objetivo robar camionetas para reponer algunas perdidas en sus constantes batallas contra las autoridades mexicanas y otros cárteles que codiciaban la plaza.
"Puse mi mano izquierda en el cañón de la pistola, tratando de sacarla (por la ventana). Me quemó la mano. Recuerdo el olor de la pólvora”, declaró el agente sobreviviente durante el juicio contra Los Zetas, desarrollado en 2017.
Le gritaba a su compañero: "¡Jaime! Mírame, mantente despierto. Por favor no te mueras", mientras intentaba llamar a la embajada para informar que fueron emboscados en medio de la peligrosa misión. Su esposa que también trabajaba en la embajada, escucho atónita la llamada de auxilio.
Fotografía de la camioneta tras el ataque.
Sin embargo, si pudiéramos ubicar dónde se tuerce esta historia, habría que retroceder unas horas en el tiempo al 14 de febrero. Cuando tras ser advertidos por varias voces, incluyendo la del propio Ávila, para considerar otras opciones para llevar el paquete hasta la Ciudad de México -como usar una valija diplomática-, los oficiales encargados decidieron que el trámite tardaría demasiado y ordenaron que el traslado fuera por tierra, sin más protocolo, a pesar de que había que pasar por "zonas muy calientes".
Próxima entrega: Temían una filtración al narco de parte de autoridades mexicanas…