¿Abusos en Bakú?

Opinión

"Quizá sea natural que donde unos ven disciplina, alguien vea abuso; la de Bakú es una embajada de pocos recursos, reducido personal y mucho trabajo".

Rodrigo Labardini, embajador de México en Azerbayán. (Vía UDLAP)
David Toscana
Ciudad de México /

Hace año y medio le escribí una carta al canciller Marcelo Ebrard en la que le informaba que mi oficio de escritor me lleva a visitar muchos países y establecer relaciones con las respectivas embajadas mexicanas, en las que el trato ha sido generalmente bueno y profesional.

Continué: “Le dirijo estas líneas para comentarle el especial buen sabor de boca que me dejó la embajada de México en Azerbaiyán. En los días que pasé por allá durante diciembre me di cuenta del profesionalismo, la dedicación, y el cuidado de los recursos, así como de la buena imagen de la embajada en los distintos círculos en los que me involucré. En cada visita que hice a universidades, museos y centros culturales, los distintos encargados me comentaron: ‘El embajador de México es el que más trabaja’. Y lo mismo escuché en un par de recepciones que ofrecieron las embajadas de Italia y Rumania.

La carta terminaba así: “Quizás Azerbaiyán está un poco lejos de México y llegan pocas noticias. Yo sólo deseaba compartirle mi orgullo de tener un embajador como el señor Rodrigo Labardini, y extender este sentimiento a Edith, su señora esposa, que, desde su papel no oficial, participa con entusiasmo en las actividades de la embajada y (me consta) cuida cada centavo del presupuesto”.

Marcelo Ebrard debe de conocer mejor que yo los buenos resultados que ha dado esa embajada, tanto en asuntos comerciales, petroleros y culturales, como en políticos, allanando las asperezas entre México y este país mayoritariamente musulmán, que estos últimos cuatro años se ha vuelto amoroso del tequila.

En esto ha influido mucho que el embajador Labardini se lanzara de inmediato a aprender la difícil lengua azerbaiyana y la cultura del país, cosa que difícilmente hacen otros embajadores, conformándose con emplear el inglés como moneda de cambio.

La de Bakú es una embajada de pocos recursos, de nulo glamur, de reducido personal y de mucho trabajo. Insisto en las varias ocasiones que escuché: “Tu embajador es el que más trabaja”. Para esto, por supuesto, hace falta que el pequeño equipo baile al mismo son. Alejandra Ornelas y Alberto Aura son dos colaboradores a los que no les espanta el trajín. Como mexicanos ven patriotismo en ese esfuerzo.

Pero quizás sea natural que un empleado local, sin amor por el verde, blanco y rojo, se desgaste pronto y que, ahí donde unos ven disciplina, él vea abuso. Cosas de la condición humana.

O cosas de la política. O de los celos. Porque Rodrigo Labardini es un embajador ejemplar, la compleja embajada en Bakú corre bien aceitada, y no está bien que los chismes defrauden esta verdad.


ÁSS

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