Para las 20:00 de la noche, José Manuel del Río era hombre libre. Unos 40 minutos antes, un juez local acató una sentencia de magistrados federales que le ordenaron revertir sus fallos y no vincular a proceso al secretario técnico de la Junta de Coordinación Política del Senado por el asesinato del ex candidato de Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Cazones de Herrera.
Esta resolución implicaba dejar en libertad del penal de Pacho Viejo, Veracruz, donde uno de los colaboradores más cercanos del presidenciable Ricardo Monreal llevaba preso más de seis meses.
La audiencia citada a las 18:00 se retrasó 10 minutos, pero apenas terminó, la abogada de Del Río salió de las salas orales para avisarle a sus familiares del fallo, pues el juez no les permitió la entrada.
Enseguida, el centenar de familiares, amigos e integrantes de Movimiento Ciudadano que se apostaron al exterior del penal de Pacho Viejo comenzaron a gritar: “¡fuerza del Río! ¡Fuerza del Río!”.
La familia de Del Río lloró, se abrazó y se felicitó para enseguida decirse uno al otro: “se acabó esta pesadilla”.
Enseguida se dieron cuenta que la camioneta del sistema penitenciario trasladaba a José Manuel de las salas orales al interior del penal corrieron para gritarle más fuerte todo su apoyo. Unos 100 metros si acaso.
Faltaban 15 minutos para las 20:00 y su abogada estimaba entonces una hora para que el secretario técnico de la Junta de Coordinación Política del Senado terminara el papeleo y agarra sus cosas para salir de Pacho Viejo.
Pero no tuvo que pasar tanto. Dos minutos después de las 8 de la noche, abrazado de su hija, José Manuel del Río Virgen, portando una chamarra color naranja, salió de la cárcel: “dejé una planta de vainilla”.
ledz