Seis días antes del ataque a Bagdad, el 14 de marzo de 2003 en el Telediario de Multimedios Televisión entrevisté al gran cantautor y extraordinario ser humano Alberto Cortez.
En estos días, Alberto, estamos bajo presión en los medios de comunicación por la inminente invasión a Irak, ¿qué piensa usted de todo esto?
Creo, como la gran mayoría del planeta, que es una locura intentar cualquier forma de agresión armada, sea a un país que tiene dictador o sea a un país que no lo tiene. La afición bélica de algunos presidentes se ha mantenido de una manera abierta y sin complejos […] en este caso, todo lo que sucedió en aquella guerra del Golfo, aparte de un asesinato ecológico de una dimensión catastrófica para todo el planeta en general, el incendio de tantos pozos petrolíferos que existen en la región provocó efectivamente un caos ecológico de dimensiones incalculables.
¿Nada justifica lo que pueda pasar?
Se supone que ahora va a suceder algo parecido a lo del 2 de agosto de 1990, porque estamos hablando de armas de destrucción masiva, que si bien los inspectores de la ONU no han reconocido con claridad que existan y que es la excusa para atacar a Kuwait. Yo tendría que meterme a un análisis bien profundo del asunto, pero a mí sencillamente la palabra guerra me provoca un escozor muy particular, y estoy atemorizado como está atemorizado el resto del mundo ante semejante circunstancia, semejante posibilidad.
¿Qué hacer, Alberto?
Bueno, fíjese, yo soy de los que piensan que si los seres humanos hubiésemos necesitado las armas, Dios nos las hubiera proveído; es decir, nos hubiese puesto las armas como se las puso al tigre, al león y como se las puso al águila. En consecuencia, esto de un fusil, de una metralleta, un tanque, un carro de combate y una bomba, eso es un producto estrictamente humano, y como tal debemos comportarnos frente a esa circunstancia.
“¿Y los líderes religiosos del mundo, dónde están?” Le pregunté a Alberto Cortez, fuera de cuadro. Imagine amigo lector cuál fue su respuesta a esta pregunta.
Seis días después de esta conversación con Alberto Cortez, el 20 de marzo de 2003, se dio el ataque a Bagdad y la invasión a Irak, y se iniciaba así, la segunda guerra del Golfo.
Ya iniciada la invasión de una alianza internacional a tierras iraquíes, le hice la misma pregunta a Deepak Chopra, médico y guía espiritual de fama mundial, en el Telediario:
Una agencia internacional de noticias difundió recientemente que usted lanzó una invitación pública al Dalai Lama y al papa Juan Pablo II a cambiar temporalmente su residencia a Bagdad para evitar lo que ya se veía venir y que está sucediendo en estas horas.
Sí, así fue y pienso que si el Papa, el Dalai Lama y Nelson Mandela hubieran cambiado su residencia a Bagdad, lo más probable es que no estuviéramos presenciando este bombardeo y esta destrucción de Bagdad, Irak, y no tendríamos guerra.
¿Obtuvo respuesta de ellos?
Tuvimos una conversación durante nuestra convención de paz. El Vaticano contestó que la salud de Juan Pablo II no estaba bien en esos momentos, pero el Vaticano está contra la guerra y está pidiendo una oración comunitaria para las Naciones Unidas.
Qué lástima que no se haya valorado su propuesta detenidamente.
“Así fue”.