Casi cuatro años han pasado desde la última vez que un presidente mexicano visitó la Casa Blanca. En este primer viaje internacional del presidente Andrés Manuel López Obrador, los protocolos podría ser diferentes. Desde el hecho de que el vuelo es comercial y no por el TP01.
La giras presidenciales en tiempos de EPN
El 22 de julio de 2016, el entonces presidente Enrique peña Nieto viajó a Washington con una serie de propuestas bajo el brazo para analizarlas con su homólogo, el también entonces presidente Barack Obama. La modernización del TLCAN, seguridad y migración, combate el tráfico de drogas e incluso intercambios estudiantiles.
Eran los días de efervescencia en las campañas presidenciales estadounidenses. Peña Nieto llevaba a ese viaje también mensajes para los candidatos Hilary Clinton y Donald Trump: una propuesta de "diálogo y buena fé".
El mandatario llegó a la capital estadounidense la noche anterior a bordo del avión presidencial TP-01, y transportado en un convoy de cerca de una decena de camionetas escoltada por la policía hasta su hotel. Detrás, de ellos, en otras tres camionetas una veintena de reporteros que lo seguían en cada gira. Ese era el protocolo marcado a cada visita internacional.
Al encuentro, acudió acompañado de una comitiva integrada por los secretarios de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu; SHCP, Luis Videgaray; Economía, Ildefonso Guajardo; PGR, Arely Gómez; el embajador de México en Estados Unidos, Carlos Manuel Sada, y el jefe de la Oficina de la Presidencia, Francisco Guzmán, quienes lo acompañaron a una cena de trabajo que ofreció en su honor la secretaria de Comercio de EU, Penny Pritzker.
Al día siguiente, portando un traje negro, camisa blanca y una corbata a franjas roa y azul, que coincidía con la bandera estadounidense colocada a su espalda, encabezó, junto al presidente Obama, un mensaje a medios desde la Casa Blanca y se comprometió a que México estaría atento al proceso electoral de ese país, pero sin opinar ni involucrarse.
Ya después, en mangas de camisa, sostendría un encuentro con un grupo de dreamers, en el Instituto Cultural mexicano, de esa ciudad. Ese fue el último encuentro con un mandatario estadunidense. Ya después vendría el sube y baja en la relación con Estados Unidos.
Los cambios en el protocolo
En esta ocasión el presidente Andrés Manuel López Obrador viaja en un vuelo comercial, que salió desde la terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, a pesar de que a unos metros se encuentra el Hangar Presidencial, remodelado en el sexenio de Peña Nieto.
Para los viajes internacionales, el personal de logística de Presidencia citaba hasta tres horas antes del vuelo programado. Desde que se llegaba al hangar presidencial, se realizaba una supervisión minuciosa por parte de elementos del Estado Mayor.
El equipaje pasaba por rayos x mientras que, todos los pasajeros, sin excepción, debían colocar su huella digital para corroborar su identidad, de lo contrario, se le impedía el abordaje. Además, se solicitaban los documentos oficiales como el pasaporte y se llenaba un formulario migratorio.
Personal del Instituto Nacional de Migración eran los encargados de realizar el trámite personal del Ejecutivo y su comitiva.
Para poder abordar el TP01, los pasajeros pasaban por un arco detector de metales y los asientos eran personalizados. En la parte de enfrente viajaba personal del Estado Mayor, en medio, el Presidente y la comitiva, y en la parte trasera, el Estado Mayor y la prensa.
En los anteriores sexenios, cuando se realizaba una visita de Estado u Oficial, el protocolo dictaba que el Presidente era recibido en una pequeña ceremonia en la que se entonaban los himnos nacionales de México y el país anfitrión. Además de ser recibido por el embajador de México.
En el caso de las vistas a Washington, Estados Unidos, el avión del presidente mexicano aterrizaba en la base aérea Andrews, en Maryland. En esta ocasión el vuelo es comercial; así es que aún se desconoce si habrá algún protocolo especial.
Ya en territorio extranjero, apenas se abría la puerta del TP01, al mandatario lo esperaba una alfombra debajo de la escalinata y a su lado elementos militares.
El primero en darle la bienvenida era el embajador, quién abordaba la aeronave y minutos después descendía acompañado de la comitiva presidencial mexicana.
Después, descendía el Ejecutivo del TP01, saludaba a la comitiva de bienvenida y se realizaba una breve ceremonia, donde incluso, podría dar un breve discurso sí así lo decidía el mandatario mexicano.
Si llegaba por las noches, los mandatarios llegaban a pernoctar y era escoltado por un fuerte dispositivo de seguridad. Incluso, el ex presidente Felipe Calderón, durante sus visitas a Washington, se hospedó en la Casa Blair, que se ofrece a los Jefes de Estado que visitan la Casa Blanca. Pero, en esta ocasión, se informó que se encuentra en remodelación, no podría ofrecerse al presidente López Obrador.
La seguridad del presidente era repartida, en el caso de Estados Unidos, entre el Servicio Secreto y el Estado Mayor Presidencial.
Los preparativos previos a la llegada del mandatario mexicano
Previo a la gira internacional del Ejecutivo mexicano, se realizaba una visita de avanzada donde participaba el Estado Mayor Presidencial, la secretaría particular de Presidencia y la Coordinación de Comunicación Social así como el área de logística.
Su función era visitar hoteles, lugares de los eventos; así como adelantar la contratación de servicios requeridos como teléfono, oficinas o vehículos además de realizar reuniones para identificar a las contrapartes locales y precisar detalles y necesidades del encuentro.
También se intercambiaban algunas informaciones como los itinerarios de vuelo, los programas información sobre lugares de hospedaje y contratación de servicios, incluso, hasta restricciones alimentarias del Ejecutivo.
En caso de ser necesario, permisos para la portación de armas – del EMP-, los sobrevuelos y aterrizajes; así como uso de radiofrecuencia.
jlmr