Al vivir en carne propia los estragos que generó la llamada guerra contra el narcotráfico hace más de 10 años y con plena conciencia de las verdaderas situaciones que se tienen que cambiar, Angélica Maldonado, con tan solo 26 años, busca contribuir en la generación de una mejor comunidad.
Al ser hija de un militar, su infancia no fue como la de otras personas de su edad, ya que por ese trabajo se tuvo que mudar constantemente y fue hace 16 años que ella y su familia se establecieron en Monterrey.
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Ella reconoce que pese a lo que se cree, la disciplina no fue lo primordial en su hogar, pero sabe que el vivir como hija de un militar le dio una perspectiva diferente y es parte de los motivos para ser activista y convertirse en candidata suplente a la diputación federal del distrito 10 por Movimiento Ciudadano.
¿Es de Nuevo León?
No, soy de Tabasco, pero crecí en Oaxaca. Por eso digo a este punto que yo me considero mitad oaxaqueña mitad regia.
¿Cómo fue su infancia y adolescencia al ser hija de un militar?
Tuve una infancia muy linda, pero aunque no tan común. El mudarse constantemente me ayudó mucho para conocer la diversidad de las ciudades.
¿Tuvo una formación estricta?
No, para nada, mi papá es bastante hippie, antes de ser militar fue músico, es muy relajado, en mi caso no viví en un hogar estricto como se pensara.
¿Le enorgullece la labor de su padre?
De niña yo estaba muy orgullosa de que mi papá fuera militar, pero cuando empezó el combate contra el narco era algo que ya no podía decirle a todo mundo, por seguridad, y luego por la serie de violaciones que ellos cometieron contra civiles.
Mi infancia fue un momento de orgullo, en algún punto de mi adolescencia con la guerra contra el narco tuve que ya no decirlo, incluso ocultarlo.
¿Le marcó la guerra contra el narcotráfico?
Sí, la guerra contra el narco me marcó mucho, pero eso es lo que me hizo ver y agarrar fuerzas para luchar por las causas sociales.
¿Las injusticias la llevaron a ser activista por la paz?
Decidí ser activista por la paz porque mi voz como hija de militar podía ser muy poderosa, porque si reconozco su labor, pero soy crítica.
¿Cómo le afectó esta época?
Lo que marcó mi adolescencia fue justo la guerra contra el narco y en ese entonces yo tenía una postura del cero consumo de drogas, porque sentía que mi papá estaba poniendo en riesgo su vida en eso para que nosotros pudiéramos salir adelante.
¿Su vida se vio afectada ante las protecciones que tuvo que seguir por la seguridad familiar?
Lo que me marcó es esta guerra, porque nosotros ya no pudimos salir como otras generaciones. Nos tocó la muerte del Barrio Antiguo y de la vida nocturna.
¿Lo que pasó en ese entonces le hizo vivir con miedo?
Sí tuve miedo, de hecho tuve que dejar de usar mi apellido paterno y utilizó el materno. Miedo porque no sabía a qué se dedicaban los demás y sus intenciones.
¿Le tocó vivir en el campo militar?
Sí, de hecho cuando llegamos a Nuevo León ese fue nuestro primer hogar y me tocó ver lo difícil que era el poder trasladarse para estudiar.
¿Cuál es su música favorita?
Suena muy raro, pero me encantan los boleros y el techno.
¿Los boleros?
¡Sí! Es más bien por mi papá, él antes de ser militar fue músico y ahí me nació el amor por ellos. La primera canción para mí fue “Piel Canela”, él tocaba la guitarra y yo cantaba.
¿Le gusta cantar?
Me fascina cantar y los karaokes.
¿Libros favoritos?
Son dos, el de Ficciones de Jorge Luis Borges y de Rosario Castellanos, el del Álbum de familia.
¿Tiene alguna comida favorita?
Sí, es toda la mexicana.
¿Algún pasatiempo?
Amo visitar las montañas, el caminar por ríos me relaja mucho y ahorita por lo de la pandemia estoy aprendiendo a tocar el tambor.
¿Su sueño?
Es echar raíces en un lugar, me encanta viajar, pero el estar en un lugar fijo es mi sueño y lo estoy cumpliendo aquí en Monterrey.