El izquierdista Gabriel Boric es, a sus 36 años, el presidente más joven de Chile y llega al poder con una retórica feminista, ecologista, de códigos milenial, en un país que busca un nuevo pacto social.
Lector, fanático de la poesía, no titubea para defender en redes sociales a la estrella del pop Taylor Swift ni al hablar del futuro del planeta y de la justicia social con el ex presidente uruguayo José Mujica.
“Si Chile fue la cuna del neoliberalismo en Latinoamérica, también será su tumba”, expresó en julio de 2021, cuando fue proclamado como candidato presidencial de la agrupación Apruebo Dignidad, junto al Partido Comunista. Desde entonces su discurso se atenuó.
Boric se desmarcó de líderes de la izquierda latinoamericana que la defienden desde el dogma y se distanció de gobiernos bolivarianos.
“Venezuela es una experiencia que ha fracasado y la principal demostración son los 6 millones de venezolanos en diáspora”, puntualizó en enero. También repudió la invasión rusa de Ucrania y la represión de opositores en Nicaragua.
Boric lideró la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile y, con 27 años, asumió un primer mandato como diputado.
Cuando se quita el traje es un estudiante cualquiera que sale con su novia, Irina Karamanos, o con amigos por unas cervezas, con una camiseta de lema combativo, bermuda y botas que dan un aire roquero al fanático de la banda Tool.
Señales simbólicas
El ex líder estudiantil, aún por titularse en derecho en la Universidad de Chile, moderó su tono con señales simbólicas desde su victoria el 19 de diciembre pasado, al derrotar con 56 por ciento de votos al ultraderechista José Antonio Kast.
Decidió vivir en una casona de 1929 del barrio Yungay, zona donde convive la clase trabajadora y baja e inmigrantes hacinados.
Prometió liderar un “gobierno feminista” y designó 14 ministras en 24 carteras, entre ellas Interior, Cancillería, Justicia y Derechos Humanos. Y se comprometió a dar mayor peso político al Ministerio de la Mujer y Equidad de Género.
Sus padres, Luis Boric y María Soledad Font, lo apoyan desde Punta Arenas, al sur de Santiago.
“Me di cuenta de que para Gabriel esto era un apostolado y dejé de luchar. Esto para mí es pisar piedras todo el tiempo; yo quería una vida más cómoda, clásica (para él)”, narró su madre días antes de que su hijo se convirtiera en presidente.
Boric nació en una familia demócrata cristiana y desde joven cuestionó el neoliberalismo de la dictadura de Augusto Pinochet.
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La Convención Constitucional que Boric apoya sin fisuras debate una nueva Constitución que sustituya a la vigente, señalada como origen de las desigualdades.
En la Cámara de Diputados, la coalición Apruebo Dignidad apenas tiene 24 por ciento de los 155 diputados, es mayoría la izquierda, pero no suficiente para legislar por su cuenta. En el Senado las fuerzas están repartidas a la mitad.
Cercanía ciudadana
Boric despertó empatía y esperanza en sus seguidores; sin embargo, sus detractores de derecha y empresarios lo acusan de tener ideas refundacionales; los más izquierdistas advierten que con su poca experiencia política será blando y moderado para los cambios estructurales que esperan.
“No puede uno menos que felicitar al Partido Socialista. Qué manera de ganar perdiendo”, dijo Hugo Gutiérrez, del Partido Comunista, molesto por la composición de un gabinete diverso en edad, con mayoría de mujeres.
“Tengamos cuidado de no idealizar a nadie, partiendo por mí”, advirtió Boric en diciembre.