En los hospitales de Brasil hay cada vez más rostros sin arrugas y sin canas. El coronavirus, que inicialmente causó estragos en los mayores de edad, empieza a ensañarse con los más jóvenes debido a la agresividad de la variante descubierta en Manaos.
En unidad de cuidados intensivos (UCI) del hospital Emilio Ribas, de Sao Paulo, el doctor Jaques Sztajnbok lidera la junta médica de la mañana. En la sala hay una mujer de 53 años y un hombre de 56, ambos intubados. A pocos metros, un muchacho se retuerce y mira desorientado, aunque respira por sí mismo. Tiene 26 años.
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“Estamos viendo una prevalencia de pacientes más jóvenes, sin comorbilidades, internados con cuadros muy graves. Parece una situación frecuente en todas las UCI de Brasil”, dice a la AFP Sztajnbok, supervisor de la unidad.
Esa parece ser la principal diferencia de la segunda ola de una pandemia que desde febrero de 2020 ha dejado más de 2 millones 87 mil muertos y contagiado a casi 12 millones de personas en el país latinoamericano, cuyo balance sólo es superados por Estados Unidos.
Durante el 2021 “poco cambió”: el personal de los hospitales sigue trabajando a y la curva de casos y decesos sube imparablemente, agravada por una variante más contagiosa del virus surgida en la región amazónica. Esta semana, el país llegó por primera vez a más de 2 mil muertos diarios en un promedio de siete días.
El centro de salud Emilio Ribas amplió de 12 a 60 las camas de cuidados intensivos. Aun así, está con cien por ciento de ocupación.
Perdieron el miedo
Las muertes de brasileños de 30 a 59 años empezaron a aumentar en diciembre y en casi tres meses pasaron de 20 por ciento a casi 27 por ciento del total.
Contrariamente, las muertes de personas mayores de 60 años, que a fines de 2020 rondaban el 78 por ciento, han caído a 71 por ciento en marzo, según datos del ministerio de Salud.
“La mitad de los pacientes internados en nuestras enfermerías tiene menos de 60 años. Hace un año eran un 35 por ciento”, apuntó Luiz Carlos Pereira Junior, director del hospital Emilio Ribas.
Los expertos atribuyen el aumento de hospitalizaciones de personas más jóvenes al poco seguimiento de las normas de distanciamiento social, contra las cuales se manifiesta el propio presidente, Jair Bolsonaro. El mandatario de ultraderecha alienta las aglomeraciones, desestima el uso de cubrebocas y critica a los gobernadores que imponen restricciones a las actividades económicas.
En las calles de todo el país es frecuente ver personas sin mascarillas y transportes públicos llenos. Diariamente hay partes de operaciones policiales contra fiestas y bares clandestinos.
“El año pasado, creo que el miedo a una enfermedad desconocida impactó de tal forma que la gente adhirió a las medidas de protección, que no se están siguiendo ahora (...). Los jóvenes perdieron el miedo”, afirma Sztajnbok.
Hospitalizaciones más largas
La diminución de los casos y los fallecimientos de personas de más de 60 años puede atribuirse en parte al impacto de dos meses de campaña de vacunación, pese a sus retrasos e interrupciones, ésta se centra en las personas de mayor edad y en otros grupos prioritarios.
“En algunos estados, la vacunación de los mayores de 75 años ya terminó. Además, los más viejos generalmente están más encerrados que los jóvenes, que circulan más”, señaló Walter Ramalho, epidemiólogo de la Universidad de Brasilia, al portal Poder 360.
Brasil, un país de 212 millones de habitantes, enfrenta el “mayor colapso sanitario y hospitalario” de su historia, según la Fundación Fiocruz. De los 27 estados, 25 tienen una ocupación igual o superior al 80 por ciento en las unidades de cuidados intensivos.
La internación de una población más joven aumenta la presión. Sao Paulo, por ejemplo, registró el jueves la primera muerte por falta de un cupo en una UCI. La víctima: un hombre de 22 años.
“La permanencia en las camas de la UCI casi se duplicó (de 15 a 28 días). Eso se explica porque hemos recibido jóvenes que resisten más la enfermedad que los viejos”, indicó Graccho Alvim, presidente de la Asociación de Hospitales Privados de Rio de Janeiro, al diario Globo.
LP