El gobierno federal dio a conocer ayer el documento presentado el lunes a los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa sobre la narrativa de los hechos de Iguala, Guerrero, en el que se incluyen tres hipótesis.
La primera de las hipótesis retoma la versión de que los estudiantes fueron infiltrados por el grupo criminal Los Rojos y confundidos por sus antagonistas de Guerreros Unidos, en la disputa por el control de la plaza.
Las otras dos teorías se refieren a un escarmiento por parte del entonces alcalde José Luis Abarca por protestas en su contra, y en último lugar que pudieron haber tomado un autobús donde había armas o drogas de Guerreros Unidos con destino a Chicago.
Este texto fue generado para dar respuesta a dudas y peticiones de los padres, quienes rechazaron el documento al considerar que se regresaba a la teoría de la “verdad histórica”, de la anterior Procuraduría General de la República.
Hoy, Alejandro Encinas, subsecretario de Gobernación, presentará públicamente el segundo informe de la Comisión Ayotzinapa, que ya había dado a conocer a los padres en una reunión privada el 19 de septiembre.
De acuerdo con el informe, los 43 normalistas pudieron haber sido detenidos en varios puntos por policías municipales de Iguala con apoyo de sicarios de Guerreros Unidos, para después trasladarlos a la comandancia y al final entregarlos a la organización criminal, que los llevó a varios puntos en nueve diferentes municipios para desaparecerlos.
La narrativa está construida con información de la Secretaría de la Defensa Nacional, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, el Centro Nacional de Inteligencia, la Fiscalía de Guerrero, la Fiscalía General de la República y la Administración para el Control de Drogas (DEA), entre otras instituciones.
Se detalla que poco antes del mediodía del 26 de septiembre de 2014 se comenzó a monitorear la movilización de los estudiantes y que “gente” del estudiante Bernardo Flores Alcaraz, conocido como El Cochiloco, iba a llegar a Iguala entre las 7 y 8 de la noche. También retoma el señalamiento de que un primo de Flores estaba vinculado a Guerreros Unidos.
En la nueva narrativa sí se incluye el quinto autobús que se omitió en la investigación que lideró el ex procurador general Jesús Murillo Karam, pues se indica que pasadas las 9 de la noche todos los estudiantes salieron de la central camionera en dos autobuses Costa Line, el 2012 y el 2510, y uno Estrella Roja 3278, más otros dos que ya habían tomado los alumnos, con números 1531 y 1568.
De acuerdo al análisis telefónico, El Patrón, que aún no ha sido identificado, se iba a hacer cargo del destino de los jóvenes llevados al municipio de Huitzuco.
Entre las 22:45 y 23 horas hubo una inusual carga de comunicaciones entre miembros de Guerreros Unidos, por lo que pudo haber sido en ese momento que, según se desprende de las conversaciones interceptadas por la DEA, José Ángel Casarrubias Salgado, El Mochomo, le dijo a su hermano Adán, El Tomatito, que Los Rojos sí se habían infiltrado con los normalistas.
“Senos metiron los contraas kon los ayiosinpas y hubo un vergaseraaa”, habría escrito Soldado del Amor, clave para El Mochomo, a Silver, clave de El Tomatito.
El documento difundido por Presidencia incluye testimonios que indican que pudo haber sido el entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca, quien dio la orden de desaparecer a los 43.
De acuerdo con la narrativa, el entonces subdirector operativo de la policía de Iguala, Francisco Salgado Valladares, dio la orden de que el resto de los estudiantes, que estaban en la comandancia tras ser detenidos, fueran entregados a Guerreros Unidos en Loma de Coyote, pasadas las 23:30 horas.
De hecho, según la declaración del testigo protegido Juan, que es Gildardo López Astudillo, líder de Guerreros Unidos en Iguala, el capitán José Martínez Crespo participó en la entrega de los jóvenes e incluso llevó a algunos al interior del 27 Batallón de Infantería para interrogarlos.
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El destino de los normalistas
La nueva narrativa no incluye la versión de que los estudiantes fueron incinerados en el basurero de Cocula.
La hipótesis es que los jóvenes, tras ser divididos en tres grupos, fueron llevados a varios lados para su desaparición en los municipios de Cocula, Cuetzala, Eduardo Neri, Huitzuco, Iguala, San Miguel Totolapan, Taxco, Teloloapan y Tepecoacuilco. Todos asesinados eventualmente y sus restos esparcidos, incluso algunos cuerpos disueltos en ácido, según López Astudillo.
Algunos normalistas, por ejemplo, pudieron haber sido llevados a Pueblo Viejo, en un cerro, donde los asesinaron y sus cuerpos los incineraron en una fosa.
Otros estudiantes llevados a una bodega en Loma de Coyotes, algunos fueron asesinados y otros mantenidos con vida por días tras las agresiones.
Un grupo más pudo haber sido disuelto en ácido en un rancho de Los Tilos, célula de Guerreros Unidos, según López Astudillo.
También se plantea que unos fueron sido asesinados en el río Azul, brazo del río Balsas, y sus restos arrojados a un pozo dentro de costales; otros a Huitzuco, a una casa de seguridad.
A otros jóvenes los asesinaron y cortaron sus cuerpos para llevarlos a un crematorio llamado El Ángel; los restos, esparcidos en el poblado de Coacoyula y en una mina abandonada en Taxco de Alarcón.