Con triunfo de Boric, Chile se deshace de fantasmas del neoliberalismo y Pinochet

Crónica

Norma, una vecina de la comuna La Reina, una comuna pro derecha, rezó toda la semana a las deidades indígenas para que Gabriel Boric ganara.

La muerte de Lucía Hiriart, viuda de Pinochet, fue buen presagio, dice una chilena. | AP
Editorial Milenio
Chile /

El neoliberalismo, ese modelo económico, político y social donde lo más vil de la derecha ha encontrado su fortaleza, acaba de dispararse en el corazón (para suerte de Latinoamérica) porque el voto y el activismo de las mujeres y de los jóvenes de Chile a favor de Gabriel Boric han logrado sacudirse a a sus fantasmas, como al maldito pinochetismo, esa dictadura que trajo consigo más de 40 mil víctimas e instaló un modelo que genera pobreza y miedo a una velocidad inaudita.

Por eso mismo, por la libertad, “por el derecho de vivir en paz”, como cantaba Víctor Jara, al que Pinochet mandó a cortarle las manos antes de que lo mataran, miles y miles de santiaguinos han venido a celebrar a la Plaza de la Dignidad: porque esta plaza es el corazón de lo que vendrá. Y lo que vendrá, por lo que uno ve y siente en el festejo, parece que es lo mejor que pudo haberle pasado a Chile.

Son las 19:15 horas del domingo 19 de diciembre y la explosión de emociones no cabe en la palabra euforia. Y cómo no: Boric ha conseguido casi diez puntos de ventaja, pese a que el gobierno y la extrema derecha echaron a andar un boicot de último momento: dejar sin autobuses al país para desalentar la votación. Pero la gente prestó sus autos, incluso camiones escolares, y Boric, un progre de izquierda, logró duplicar su votación de la primera vuelta con números históricos: desde 1988 no existía tanta participación.

Antes de que la gente viniera a festejar el triunfo de Boric a Plaza Dignidad, nadie sabía lo que iba a ocurrir.

El martes 14, por ejemplo, periodistas chilenos de izquierda no se imaginaban un resultado 55 a 44. Creían, más bien, que la diferencia sería un punto. “Puede ganar Kast”, me había dicho, un tanto frustrada, Mónica González, la gran periodista chilena que, a estas horas, debe estar sonriendo: porque ella es una sobreviviente de la dictadura. Conociéndola, debe estar diciendo que la esperanza le ganó al miedo, ahora que conoce el resultado.

Norma, una vecina de la comuna La Reina, una comuna pro derecha, rezó toda la semana a las deidades indígenas para que Boric ganara. De hecho, a las 18:00 horas, cuando cerraron las casillas, volvió rezar ante el pentagrama que puso en su sala, junto a Tonantzin. "Tengo mucho miedo de que gane (Juan Antonio) Kast; ya hasta le dije a mi hija que se vaya del país si gana ese nazi”, me dijo camino a su casilla.

Cata, la hija de Norma, no se iba a ir. “Me voy a quedar a dar la pelea”, me dijo cuando la acompañé a votar a San Bernardo, una comuna en la periferia sur, pegada al Cerro Chena, donde los vecinos saben que era un lugar que los militares usaban para matar y enterrar a los disidentes. “Me quedo en Chile porque no tengo miedo, porque ahora es digno e igualitario”, me dice mientras nos empinamos una cerveza en la plaza.

Norma, la mamá de la Cata, está convencida de que la muerte de Lucía Hiriart, la viuda de Pinochet, hace tres días, fue un buen presagio. “La vieja era más mala que el viejo”, me dijo mientras almorzábamos una empanadas de Don Quijote. Estaba muy intranquila. “La vieja se fue impune, pero con ella se irá lo último del pinochetismo, porque estamos en Luna Nueva sobre Géminis, y es tiempo de cambios”.

Otra amiga, La Bala, cercana al comando de Boric, estaba hecha un lío previo a las elecciones. “Las encuestas están muy cerradas: dan un punto de ventaja para Boric. No he dormido, concha tu madre”, me dijo y luego me mostró algunas encuestas: Boric ganaba con uno o diez puntos de diferencia. El domingo, pasadas las 19:00 horas, La Bala era una contagiosa explosión de emociones. “Les dimos una arrastrada”, decía con una piscola en la mano.

Natalia, apoderada general del comando de Boric, estaba pensando el viernes en irse de Chile. ¡Hoy que se va a estar yendo!: se queda en Santiago porque después de vivir en dictadura, lo demás es fácil. “El boicot de los autobuses me preocupó, pensé que desalentarían el voto, pero hoy el chileno salió a buscar sus derechos más elementales. Estoy que lloro”.

Ingrid, apoderada de Boric en una casilla donde ganó Kast, cree que mujeres como Iskia Siches, la ex presidenta del Colegio Médico (la cara crítica de la pandemia, la mujer que recorrió Chile de norte a sur en busca de votos) es la mujer que hizo posible que remontara Boric. “La historia le tiene un lugar a Iskia”.

Las pláticas en la plaza van desde lo que vendrá para Boric, pasan por Pinochet, y terminan en Bolsonaro, en Duque, en derechistas que hoy deben de estar pensando en que se les acabó el neoliberalismo/fascismo.

“Piñera, concha tu madre, asesino igual que Pinochet”, canta la gente en la Plaza Dignidad, donde empezó todo el 18 de octubre de 2019.

“Esperanza”, proyecta DeLight Lab, en el edifico de la Telefónica, mientras miles de chilenos destapan las cervezas, el tinto y la champaña.

JLMR

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