Las clases a distancia han significado un gran cambio tanto para alumnos y maestros, quienes han buscado adaptarse desde hace más de un año a esta nueva modalidad de educación. Para Mariana García Camacho, quien está al frente de un grupo de segundo grado en la primaria Aurora López Velarde Berumen, ubicada en la alcaldía Tlalpan, esto además ha implicado mayor trabajo.
“Los maestros tenemos una mala fama de que no queremos, que somos flojos. En mi escuela todos estamos en la mejor disposición de seguir trabajando, de seguir dando lo mejor en la modalidad que sea, porque al final de cuentas estamos trabajando a distancia, estamos trabajando más que presencial”, dice en entrevista con MILENIO.
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En su plantel sólo cinco de 20 maestros regresaron a clases presenciales el 7 de junio tras consultar a padres de familia si estaban de acuerdo con el retorno, aunque éste no sería en el horario habitual, sino sólo dos veces por semana por cuatro horas. Ella decidió mantener las clases vía remota para evitar arriesgar a sus alumnos y a los tutores a algún contagio.
“No estamos en contra de regresar a las clases, estamos en contra de esta situación de arriesgar a los niños, de arriesgar a los papás, de arriesgar a toda la comunidad educativa”, afirma sobre el regreso en el actual ciclo escolar.
La participación de los padres de familia en los aprendizajes de sus hijos ha sido buena en el grupo del que está al frente, ya que prácticamente todos se han conectado a las clases en línea, excepto dos niños de quienes llega a recibir semanalmente la evidencia de la tarea que deja en Telegram.
“En mi salón hay muchos más (alumnos) cumplidos que no, pero sí tengo dos niños que por economía no se pudieron conectar, entonces tampoco recibí todas las evidencias, recibí algunas, pero muy escasas”.
De mantenerse la modalidad a distancia lo que mejoraría es la exigencia, ya que se dio una gran flexibilidad a los padres de familia respecto a la entrega de tareas, por lo que de alguna forma, asegura, también se perdió el respeto al trabajo de los maestros.
“Esto creó un abismo entre que sí está aprendiendo, que no está aprendiendo, en esa pérdida de exigencia se perdió también mucho trabajo y pues respeto al trabajo que hacemos los maestros porque de pronto la flexibilidad se hizo muy grande”.
Durante este tiempo, más que la tecnología, el reto más grande al que se ha enfrentado ha sido poder corroborar el aprendizaje de sus alumnos, pues aunque aplica exámenes en línea no se tiene la certeza de que los padres de familia no ayuden a sus hijos como pasaría en el salón de clases.
Google Meet, Classroom, Telegram y Thatquiz, una plataforma para hacer exámenes de matemáticas, han sido sus principales herramientas durante el actual ciclo escolar y de seguir esta modalidad buscaría nuevas apps que hagan clic con sus alumnos y padres de familia para captar la atención de los menores y que aprendan.
Ser maestra en tiempos de covid-19 ha sido difícil para ella, porque aunque ve a los estudiantes a través de las videollamadas para las clases en línea no es la misma interacción que tenía en el salón.
“Me siento como dividida porque me da mucho gusto verlos, pero pues no puedo hacer más, no puedo corregirles más. Es más, hasta extraño revisarles en su cuaderno y ellos también. De repente, me dicen 'es que no me revisa’ porque ellos no lo ven tangible, no ven que los reviso y eso sí se pone triste”.
VJCM