Los resultados electorales del 6 de junio fueron el detonante para que la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, saliera a las calles, hiciera cambios en su gabinete y tratara de dar un golpe de timón.
Un mes antes, el 3 de mayo, la tragedia del colapso de la Línea 12 del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro, en la que fallecieron 26 personas y al menos un centenar quedaron heridas, ya había comenzado a hundir a la mandataria capitalina en una corriente de desaprobación, de la cual han tratado de protegerla desde Palacio Nacional.
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El triunfo en nueve alcaldías de la alianza opositora a Morena en la Ciudad de México caló hondo en Sheinbaum, quien al siguiente día de las elecciones comenzó con actos presenciales y multitudinarios.
Sus mayores apuestas hasta ahora en los actos públicos: la inauguración de obras de transporte público y los Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (PILARES).
El 7 de junio, tras conocerse el descalabro de Morena en la Ciudad, Sheinbaum inauguró la ampliación de la Línea 4 del Metrobús, de Hidalgo a Pantitlán. Ahí aprovechó para refrendar lo que desde Palacio Nacional se acusó como una campaña negra contra el movimiento de Morena.
“En el caso de la Ciudad de México coincido con lo que dijo el Presidente. En los últimos meses hubo una campaña de desprestigio muy fuerte contra nuestro movimiento que tuvo impacto en una parte de la ciudadanía, y lo que nos corresponde a nosotros, desde el gobierno, seguir trabajando y mejorando, seguir con los proyectos que nos propusimos para la ciudad”, manifestó.
Ahí también comenzó su discurso contra la alianza PAN, PRI y PRD.
“Nada más hay que revisar la historia de estos partidos, por eso decimos: no va a regresar la corrupción a la ciudad y vamos a estar atentos a ello”, lanzó.
Un día después, inauguró dos PILARES en el Centro Histórico, ubicados en Perú 88 y Jesús Carranza 17. Los actos fueron a puerta cerrada, por lo que de manera espontánea, la jefa de Gobierno expresó molestia a su equipo.
“Pensé que iba a haber aquí personas de las colonias, hay que invitar la próxima vez ya a las personas de la colonia en estas inauguraciones que estamos haciendo de PILARES”, dijo como línea inicial de su discurso.
En aquel momento decretó que el trabajo en campo sería más frecuente, pues desde su opinión y lejos de la autocrítica, la pandemia había encerrado a los ciudadanos, los había alejado de los espacios de discusión y permitió que la supuesta campaña negra contra Morena permeara a través de los dispositivos móviles.
“Una parte evidente es lo que tiene que hacer Morena como partido, que también ahí tiene que reforzarse el trabajo, desde mi perspectiva, y otra parte es lo que tiene que hacer el gobierno; y, en lo que tiene que hacer el gobierno, pues es recuperar lo más pronto posible, todos los programas que teníamos desplegados en territorio, las visitas en distintos lugares que hacíamos normalmente y que por la pandemia, naturalmente tuvimos que ir suspendiendo”, señaló.
Con cada acto, Sheinbaum fue aumentando el número de ciudadanos invitados en plena pandemia de covid-19.
Así también se fue incrementando el blindaje desde Palacio Nacional, cuando se decidió que sólo el presidente López Obrador informaría sobre los avances en la reconstrucción de la Línea Dorada del Metro, como una manera de evitarle mayor exposición a Sheinbaum en el tema.
El 13 de junio inauguró las obras de la segunda etapa de intervención en avenida Chapultepec, donde la acompañaron representantes de comunidades indígenas en la capital del país. Ahí, volvió a insistir a la población que no debía olvidar lo que ha realizado la denominada “cuarta transformación”.
Por primera vez, tras la interrupción de los actos multitudinarios por la emergencia sanitaria, el 20 de junio, Sheinbaum reunió a más de mil personas en la inauguración del PILARES La Conchita, ubicado en el centro deportivo del mismo nombre, en Álvaro Obregón, la alcaldía que le fue arrebatada a Morena por la alianza opositora.
Un evento con aires de mitin político en donde empezaron a resonar las arengas y porras de ¡Presidenta, presidenta!
Esos mismos gritos se trasladaron al festejo de Morena por el tercer año del triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador, en el cual los morenistas le gritaron ¡Presidenta!; mientras Mario Delgado, dirigente nacional del partido, fue abucheado por la militancia.
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Tras el “destape” oficial de Sheinbaum para el 2024, el siguiente lunes, el presidente López Obrador aseguró que ya había relevo generacional y no faltaban los aspirantes: la jefa de gobierno; el canciller Marcelo Ebrard; Rocío Nahle, secretaria de energía; el embajador de México ante la ONU, Juan Ramón de la Fuente, entre otros.
Ya encarrerada con los gritos de ¡Presidenta!, Sheinbaum escaló los actos masivos con la inauguración de la Línea 1 del Cablebús, uno de los proyectos de transporte público más ambiciosos de su administración, que une Cuautepec con Indios Verdes en treinta minutos de traslado.
La jefa de gobierno ya lo había anunciado como una gran fiesta y así fue. En un evento que reunió a casi tres mil personas, las botargas animaron a bailar a los habitantes de Cuautepec y los entrenadores impartieron zumba mientras esperaban la llegada de Sheinbaum, quien arribó a la estación Campos Revolución a bordo del nuevo teleférico para cortar el listón inaugural. Y también como una manera de reiterar la gran confianza en la seguridad estructural del nuevo transporte.
“Es un sueño cumplido para Cuautepec”, lanzó con una gran sonrisa en el rostro,al tiempo que la población repetía “no estás sola, no estás sola”.
A su llegada y salida del acto, los protocolos de sana distancia se rompieron. Sheinbaum se dejó abrazar, jalar las manos, tomar fotografías, escuchar peticiones.
Como un mitin político, la inauguración del cablebús requirió de un numeroso equipo de personas vestidas de civil que se encargaron de organizar entradas y salidas y ubicar a invitados especiales.
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Al día siguiente, Sheinbaum anunció su cambio, quizá, más importante en el gabinete después de la salida de Florencia Serranía de la dirección del Metro. Designó a Martí Batres como secretario de gobierno de la Ciudad de México, el operador político más cercano a López Obrador y con un historial de amplios desencuentros con Marcelo Ebrard.
La mandataria capitalina rechazó que los cambios obedezcan a su posicionamiento para el 2024 y sostuvo que son ajustes necesarios para los próximos tres años.
La estrategia para el 2024 incluirá más trabajo de campo, sin importar los tiempos pandémicos.
DMZ