La labor de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) se orienta en asumir la titularidad de farmacovigilancia basada en el bienestar de las personas, y quitar a la industria esa responsabilidad que responde más a proteger sus propios intereses económicos, explicó Hugo López-Gatell Ramírez, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud.
Por años, dijo, los propósitos de la vigilancia no se habían centrado en el bienestar de las personas, el acto regulatorio, en el mejor de los casos, se asumía como un mecanismo de protección de una población hipotética, a la que teníamos que cuestionarnos en cada momento si realmente se estaba beneficiando.
“La operación de la farmacovigilancia ha estado en manos del sujeto regulado; de manera muy triste, muy dramática, yo diría ofensiva probablemente, la vigilancia de fármacos en México no ha sido un elemento preponderante de interés del Estado nacional o del gobierno como garante del bienestar público. Ha estado en manos del sujeto regulado: la industria farmacéutica, la industria de los dispositivos en el caso de la tecno-vigilancia, y hemos asumido que el mercado, en los últimos 15 años se autorregula”, explicó durante la Reunión Nacional de Farmacovigilancia y Tecnovigilancia.
De modo que la industria, subrayó el funcionario federal, “era la responsable de asumir su propia vigilancia, la identificación de riesgos, reconocimiento de daños y actuar de una manera preventiva, pero también restaurativa, hacia la protección de las personas. Es muy claro que esto no ha ocurrido. No tenemos bases de datos sistemáticas integradas, y las que se tienen son insuficientes. No tenemos un mecanismo de comunicación de riesgos articulado con la propia vigilancia.
“Nuestro fomento sanitario tiene agendas que tangencialmente abordan este problema y en general el mecanismo de comunicación es una suerte de prevención del daño moral que pudiera ser sobre los intereses del capital de las industrias, en caso de reconocerse que sus productos también pueden causar reacciones secundarias o consecuencias adversas”.
Para López-Gatell Ramírez “no se trata de repudiar o pelearse con la industria farmacéutica. La industria farmacéutica como cualquier otra, tiene un propósito lucrativo y comercial, generar riqueza para los dueños de este mecanismo de producción que generan productos que pueden ser benéficos para los seres humanos. No hay problema con ello. Lo que no puede ser es que la autoridad sanitaria se abstenga de regular, lo que le toca regular, porque la responsabilidad del agente público es precisamente promover, proteger y defender el interés público”.
No se ha dado seguimiento individual a las personas a pesar de que pueden tener múltiples eventos de interés.
“Nuestra vigilancia, en general, estaba orientada a los objetos, composición, presentación y uso”, dijo.
Sin embargo, la labor de la Cofepris va más allá de la vigilancia de la calidad en la fabricación, del almacenamiento, transporte, entrega y correcta utilización de los fármacos.
La labor de la Cofepris se está centrando en la vigilancia de la calidad de los servicios de salud preventivos, terapéuticos o rehabilitatorios y las consecuencias que tienen para las personas.
“Aspiramos hacer una transformación profunda de nuestro sistema de vigilancia a través de la integralidad de las vigilancias; la apropiación en manos del ejecutor del interés público, de la Farmacovigilancia y una perspectiva social marcada en la agenda de la salud pública”.
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El titular de la Cofepris, Alejandro Svarch Pérez, dio a conocer algunos proyectos de farmacovigilancia como el uso de la receta electrónica, que involucra desde la prescripción hasta la vigilancia de reacciones adversas.
“En establecimientos de salud tomaremos en cuenta la tipología de los servicios de salud para adecuar modelos de unidad de farmacovigilancia, funciones y alcances y su capacidad de resolución. En las unidades hospitalarias de segundo y tercer nivel deberán de integrarse en la estructura organizacional, considerando la asignación del personal directivo y operativo.
“Otro de los elementos de vanguardia es la receta electrónica, un mecanismo digital que permite el control automatizado para la dispensación ágil y la prevención de errores médicos, además de abonar la trazabilidad dinámica de la prescripción y consumo con el fin de evitar el acto ilícito, o uso irracional de estos medicamentos.
“Aplicará, inicialmente para medicamentos controlados con posibilidad de ampliar su uso a otros medicamentos como los antibióticos”, dijo.
También se refirió a una importante campaña social para que la población conozca lo que es la farmacovigilancia, misma que, incluso no está reconocida por nuestro diccionario, hasta ahora.
“La actualización es un reto de lograr introducir en la conciencia la comprensión y relevancia de la farmacovigilancia, considerando la importancia de participación social en la notificación de las reacciones adversas y de la consulta oficial científica disponible en los sitios electrónicos disponibles por nuestra secretaría.
La farmacovigilancia activa se logrará cuando cuando los ciudadanos y funcionarios de la salud notifiquen y hagan uso del derecho al acceso a la información sobre medicamentos regulados y el manejo de los mismos en beneficio de la salud de carácter público”, detalló Svarch Pérez.
En el acto se entregaron los volúmenes de farmacopea de diferentes medicamentos y dispositivos médicos.
MjI