Voy de la comida asiática a la literatura latinoamericana: Belén Sanz

Entrevista

Amante de viajar y de disfrutar un buen vino y una buena charla con los amigos, la representante de ONU Mujeres en nuestro país se define española de nacionalidad, pero mexicana de corazón.

A los siete años pisó por primera vez nuestro país, debido al trabajo de su padre. La estancia sería breve, pero se prolongó. (Javier García)
Alma Paola Wong
Ciudad de México /

Española de nacionalidad y mexicana de corazón, así se define Belén Sanz Luque, representante de ONU Mujeres en México. La madrileña ha pasado gran parte de su vida en nuestro país, a los siete años lo pisó por primera vez, debido al trabajo de su padre. La estancia sería breve, pero se alargó, por lo que la educación inicial la recibió en el Colegio Madrid, para más tarde estudiar Antropología Social en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).

Apasionada siempre de las luchas feministas, Sanz Luque se considera afortunada de representar, desde 2017, al órgano de Naciones Unidas en un momento clave en la historia de México. La también maestra en Evaluación de Políticas Públicas por la Universidad Complutense de Madrid dice que nuestro país no puede desaprovechar la oportunidad para que a las mujeres se les considere plenamente en el proceso de pacificación planteado por el nuevo gobierno.

Sanz Luque tiene la experiencia en esos procesos. Entre 2013 y 2017 se desempeñó como representante de ONU Mujeres en Colombia, donde acompañó el histórico proceso de pacificación de ese país.

Sanz Luque ama viajar, y su trabajo se lo permite. Para ella, sus amigos son como una familia a la distancia con quienes disfruta de un buen vino y una buena charla. Adora probar diferentes platillos del mundo, pero sus favoritos son el fideuá, un plato parecido a la paella pero con fideos que elabora con la receta de su padre; también disfruta la comida asiática.

Cuando no analiza temas de política pública enfocada a las mujeres, la española disfruta de la lectura de escritores como Laura Restrepo, Gabriel García Márquez, Elena Garro y Eduardo Galeano.

Tiene experiencia en el acompañamiento de mujeres en situaciones de conflicto, ¿qué padecen en esos contextos?

Hay un hilo conductor en todos los conflictos bélicos que hemos estudiado desde Naciones Unidas en todos los países. En general, son las principales sobrevivientes de las guerras, mientras que los hombres, en su mayoría, participan como actores armados, se vinculan en los conflictos y son asesinados. Las mujeres sobreviven y no solo en términos de preservar la vida, sino en términos de cargar el peso de que los familiares han sido desaparecidos, de los desplazamientos forzados, de cargar con el peso económico. Al final, las mujeres son víctimas directas de formas de violencia basadas en discriminación de género, concretamente violencia sexual.

Casos diferenciados...

En Colombia observé ese impacto diferenciado de la guerra en las mujeres. Más de 50 por ciento de las personas desplazadas son mujeres que tienen que soportar proveer a familias enteras que han perdido a sus pares, miles de mujeres que han sido víctimas de violencia sexual, algo que se usa como un arma de guerra, de control social.

Recuerdo que cuando inició el proceso de negociación de paz para poner fin a una guerra que llevaba más de 60 años entre las FARC y el gobierno colombiano, como ha pasado en 80 por ciento de los casos, no había una sola mujer sentada, no estaban las voces de este impacto diferenciado en la vida de las mujeres, y gran parte de lo que me tocó hacer fue garantizar que la voz y los intereses de las mujeres estuvieran ahí.

¿En México qué ha encontrado?

En los últimos 12 años la violencia no ha decrecido. En México casi siete de cada 10 mujeres dice haber sido víctima de alguna forma de violencia. Además tenemos la presencia de contextos violentos, como la presencia del crimen organizado que controla muchas partes del país y que afectan a las mujeres, violencia extrema que terminan en feminicidios.

¿Qué ha dejado de hacer México para que persista esta violencia

México tiene leyes de avanzada que reconocen el feminicidio, pero no hay una armonización en todos los códigos penales para que se defina del mismo modo en las 32 entidades. Tenemos grandes leyes, pero deben estar acompañadas del presupuesto adecuado para que sean una realidad. Además de los estereotipos que existen al interior de las instituciones. Miles de mujeres dicen que cuando intentan poner una denuncia, porque han sido violentadas, el representante del MP les dice: mejor concilie en su casa antes de poner una denuncia, intente reconciliarse con su marido.

¿Qué debe hacer México frente a esta problemática e inequidad?

El gobierno que asumió funciones el 1 de diciembre anunció que habrá una transformación pacífica hacia una sociedad más justa, más incluyente, un mayor énfasis al combate a la corrupción y una pacificación del país. Eso debe contar con las mujeres, es una gran oportunidad para México, para la búsqueda de una justicia transicional que incluya el reconocimiento de la verdad de las mujeres, reparaciones con enfoque de género y un enfoque de garantías de no repetición.

¿Qué está leyendo?

Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro.

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