Cerca de 40 millones de mexicanos padecen obesidad en México, convirtiéndose en severo problemas de salud que impacta directamente la productividad y la economía de las finanzas públicas, expresó el nefrólogo, Sergio Hernández.
Las estadísticas oficiales reportan que entre 2020 y 2050, el país perderá 5.3 por ciento del PIB anual como consecuencia de la epidemia de obesidad, lo que representa una cifra dramática e inaceptable para lograr un desarrollo sostenido.
La obesidad y sus enfermedades relacionadas, de acuerdo con estudios, también se traducirán de 2020 a 2025 en una reducción promedio anual del PIB del 3.3 por ciento en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y en una pesada carga para los presupuestos familiares, con una cifra que asciende a 360 dólares americanos anuales per cápita.
La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2021 señala que el grupo de 30 a 39 años es especialmente vulnerable y cerca del 40 por ciento tiene obesidad.
México ocupa el quinto lugar mundial en prevalencia de obesidad. Se encuentra detrás de Estados Unidos, China, Brasil e India.
La obesidad aumenta el riesgo de enfermedad renal, padecimiento que afecta a aproximadamente a 11 millones de mexicanos.
“El exceso de peso corporal puede dañar los riñones de varias maneras porque puede elevar la presión arterial, reducir la cantidad de sangre que llega (a los riñones) y causar inflamación, lo que produce deterioro de la salud renal, lo cual genera un ciclo vicioso de la enfermedad y complicaciones adicionales”, agregó el especialista.
Los síntomas de la enfermedad renal pueden ser sutiles en sus etapas iniciales, pero se vuelven más evidentes a medida que la condición avanza, por ejemplo, fatiga persistente, hinchazón de piernas y tobillos debido a la retención de líquidos, aumento en la frecuencia de orinar, especialmente por la noche; presencia de espuma en la orina, dificultad para respirar, náuseas, pérdida del apetito y calambres musculares. La detección temprana de estas señales es fundamental para iniciar una atención efectiva.
El tratamiento de la enfermedad renal se ajusta de acuerdo con su gravedad, inicialmente, mediante ajustes en el estilo de vida y medicación para frenar su progreso; en etapas avanzadas se puede requerir diálisis o trasplante, por lo que es clave la detección temprana para preservar la calidad de vida del paciente.
La obesidad eleva no sólo la probabilidad de enfrentar enfermedades renales, sino que también, dijo, implica un impacto económico considerable y supone un reto financiero tanto para el sistema de salud público como para el bolsillo de las familias.
Hernández destacó que la situación actual requiere de medidas preventivas urgentes como mejorar la dieta y aumentar la actividad física para combatir eficazmente la obesidad. La prevalencia de este problema es más aguda en las zonas urbanas, donde el acceso a alimentos procesados y el sedentarismo contribuyen a exacerbar la crisis.
En el Día Mundial contra la Obesidad subrayó la urgencia de combatir ese problema a través de estrategias preventivas y un nuevo enfoque en salud y nutrición.
“La colaboración entre la sociedad, profesionales de la salud y autoridades es esencial para construir un México más saludable y minimizar las enfermedades crónicas, como las renales”.
ROA