El lago Tláhuac-Xico, ubicado al sur de la Ciudad de México, está en coma, tras años de destrucción humana. El agua es cada vez menos y la porción de tierra, guiada por la extracción desmedida, crece sin parar.
Ubicada en una zona agrícola del sureste de la capital, la laguna ocupaba 513 hectáreas, pero una parte ahora es tierra y otra se encuentra en la mitad del nivel que solía tener, según ambientalistas y pobladores.
El fenómeno se presenta desde hace una década y es atribuido a la sobreexplotación -por la apertura indiscriminada de pozos- y al vertimiento de desechos.
Sobre el espejo de agua verdosa nadan patos, garzas, pelícanos y otras especies nativas como zambullidores y gallaretas.
También acoge aves migratorias que viajan en invierno desde el extremo norte del continente americano.
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Tláhuac-Xico existe desde tiempos prehispánicos, pero fue modificado por el terremoto que sacudió al país en 1985 y que dejó más de 10 mil muertos.
Formaba parte del sistema lacustre de la Gran Tenochtitlán, cuna de la cultura azteca, comunicada por extensos canales.
Otro sismo en 2017, que se saldó con 370 fallecidos, marcó su deterioro, pues lo convirtió en "depósito de escombros", dijo Pedro Moctezuma, economista y experto en planeación urbana que por años ha estudiado la zona.
Amenaza urbana
La laguna comparte su nombre con un volcán vecino y se alimenta de agua de lluvia y pequeños escurrimientos.
Sin embargo, el área donde solían anidar las aves viajeras es ahora un "tiradero de cascajo y basura", donde además se mezclan aguas residuales, añade el investigador y activista ambiental.
A ello se suma que el terreno se hunde anualmente unos 35 cm porque desde hace tres décadas se extrae el agua para la creciente población de la zona, incluso por parte de autoridades, apunta el especialista.
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Aunque los moradores afirman ser conscientes del daño que ha ahuyentado a las aves, ven con buenos ojos que el área cultivable se amplíe con el secamiento de la laguna.
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"La prioridad es la recuperación de esas tierras (para la siembra). Sin embargo, tenemos que checar el número de aves que llegan para tenerlas en consideración y cuidarlas", afirma Amín Cruz, agricultor del ejido de San Pedro Tláhuac.
No obstante, su vecino Jorge Martínez, de 65 años, advierte que el agua "ya no es saludable para las plantas".
Moctezuma sostiene que el lago puede abastecer al este de la capital, de nueve millones de habitantes, pero de forma ordenada y usando plantas potabilizadoras.
"Nos interesa el rescate de la naturaleza y al mismo tiempo el beneficio de los habitantes", dice.
La jefa de Gobierno del la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, informó recientemente que su gobierno trabaja en un proyecto para la recuperación de la reserva.
mjsg