RosaMaria vivió el rechazo de su familia y un despido por ser lesbiana; hoy es activista

La mujer dice que es importante nombrarse y no tener miedo a ser quien eres.

Rosamaria Laguna, activista lesbiana (Karla Victoria Rodríguez)
Karla Victoria Rodríguez
Guadalajara /

La discriminación y la violencia en contra de las lesbianas es un hecho que debe denunciarse. Hay que ser conscientes y hacerlo porque es lo único que puede ayudar a abolir esta situación.

En entrevista, RosaMaria Laguna Gómez, activista de la comunidad LGBTQ+, insistió en la importancia de nombrar lo que son y los conflictos a los que se enfrentan quienes tienen esta orientación sexual


“Es importante crear conciencia de denuncia. Es lo que nos va a ayudar. Hacer un cambio realmente de peso y que finalmente no tenemos por qué aguantar ni discriminación ni violencia de ningún tipo. En la marcha, siempre hemos hablado y defendido el derecho a una vida libre de violencia y una vida libre de discriminación”, explicó.

Las mujeres lesbianas feministas, en su lucha en el país a lo largo de los años, tuvieron que pelear porque la L de la LGBTQ+ estuviera al principio, y RosaMaria llama a cuidar y defender este logro de la comunidad.

Desde hace 20 años es activista. Desde entonces lucha por sus derechos y los de las demás lesbianas que sufren discriminación por su orientación sexual.

Su incursión a la causa llegó de forma inesperada. Cuenta que un buen día estaba en un antro con sus amigas cuando llegaron a entregarles información que las invitaba a formar parte de un grupo de lesbianas.

Esta agrupación, liderada por Karla Grageda, tenía la finalidad de adentrarse en los temas y conflictos de este sector, que hasta la fecha es poco visibilizado. RosaMaria decidió acudir y al llegar se llevó una sorpresa: había decenas de mujeres.

Estaba por ocurrir la primera marcha a la que asistió. Tuvo una gran convocatoria de todas partes del país y, por primera vez, escuchó la palabra lesbiana en voz de Marta Nualart Sánchez de “Lesbianas de Patlanotalli, A.C.” en conjunto con Guadalupe López García; mujeres luchadoras, incansables y emblemáticas de México para esta comunidad.

“Ahí empezamos a trabajar los temas de discriminación, propiamente porque íbamos a terapia para poder sanar y subsanar las heridas de rechazo, de abandono, de discriminación que se da principalmente en nuestras propias casas, en nuestras familias”.

Para ser la mujer que es ahora, fuerte y guerrera, RosaMaria tuvo que vivir estos rechazos de parte de su propia madre y su familia. Ellos nunca aceptaron que fuera lesbiana, a pesar del gran amor que, decían, sentían por ella: “Con los años, yo escuchaba sus comentarios súper despectivos. Les decían mamflora… más que miedo, les tenía odio”.

“Un día le dijeron a mi mamá: ‘Vimos a tu hija besándose con una mujer aquí a la vuelta’. Y ella respondió: ‘No, no era mi hija, estoy segura que no era mi hija’. Ya cuando llegué, pues sí me fue como en feria. Yo me fui a los 16 años de mi casa. Viví en distintas casas, regresé a los 20 y a los 22 me volví a ir”, relató.


¿Cómo se vive el rechazo por ser lesbiana?


Por ese terrible miedo a ser rechazada, llegó a tener un novio por 8 años, hasta que ya no quiso ocultarlo más, ni tener que fingir. Pedía perdón por ser lesbiana. Su mamá temía que afuera la hicieran pedazos.

“Ante el mundo, sí medio nos defendía, pero ya dentro en la casa, nuestra historia sí era muy dolorosa para ella. Sí fue muy complicado y creo que no lo pudo asimilar así de fácil y creo que también es válido, pues no todo mundo nos tiene que aceptar. Entiendo muy bien que es desconocimiento del tema, que falta mucha educación, que falta una cultura más incluyente y que, al final del día, lo que se desconoce es a lo que se le teme”, expresó.

Su madre tuvo razón: el boletinaje en los trabajos es una realidad. Por mostrarse y reconocerse lesbiana, la despidieron de un empleo de forma injustificada, situación que la marcó de por vida. Reiteró que hoy por hoy la lucha tiene que ver con mencionarse, con reconocerse y para el cambio deben gritarlo alto cueste lo que cueste.

“Lo que no se menciona no existe. Entonces menciónate todo el tiempo que puedas. Los costos son altísimos políticamente hablando, en la sociedad te lo cobra carísimo, laboralmente hablando. He resistido, la verdad es que he resistido, esto ha sido una historia increíble”, aseguró.

SRN


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