Como buenos amigos, cada vez que se juntan, Carlos, José Arnoldo y Alfonso, platican mucho, recuerdan las anécdotas preferidas, a sus maestras, bromean y hasta se hacen bullying.
Así lo han hecho durante las más de siete décadas que han sido amigos, desde que entraron juntos al Colegio Justo Sierra, allá por 1949, en Monterrey, Nuevo León.
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El escenario ha ido cambiando. Un tiempo se juntaron en el desaparecido restaurante Mérida, que estaba en Zaragoza y Tapia, en el centro de Monterrey.
Luego se mudaron a un café dentro del Antiguo Palacio Municipal, y desde hace unos 18 años ocupan una mesa en el Palax, ubicado en la avenida Madero.
La amistad de estos adolescentes octagenarios, y la fachada por la calle Matamoros, es lo único que queda del Colegio Justo Sierra.
En un principio el grupo era de unos 30 ex alumnos, pero el tiempo fue cobrando su cuota, y ahora, cada miércoles, solo son ellos tres los que se mantienen fieles a la cita, para recordar su aventuras infantiles.
En cada reunión, por un par de horas, José Arnoldo Cañamar Gutiérrez, Alfonso Brandi Garza y Carlos Lee Lam dejan salir al niño que fueron para disfrutar de su amistad por siempre.