Le dicen Zanate porque el color de su piel es oscuro como el del pájaro emblemático de Colima que se llama así. La primera vez que MILENIO habló con él, recién había pasado el sismo del 19 de septiembre del 2022. Su casa, ubicada en el número 148 de la calle Juárez había resultado con daños graves: varias bardas caídas dejaron expuesto el interior de su hogar.
“Me prestaron aquí para vivir por mientras, porque allá no se puede; ya me registré con el Gobierno para reconstruir”, narró en aquella ocasión, refugiado en una casa nueva. A pesar de que él rentaba en la vivienda dañada, al ser habitante al momento de la emergencia, pudo registrarse en el padrón de beneficiarios.
Zanate recibió 60 mil pesos como apoyo del Gobierno Federal, a finales del mes de octubre del año pasado, pero en lugar de aplicarlos “en casa ajena”, abandonó el inmueble y compró cosas para él y su familia, quedándose a vivir en el nuevo lugar que les prestaron. No recuerda, a ciencia cierta, qué compró con el dinero del programa. La casa de Juárez 148 sigue -y seguirá- con las bardas caídas.
En los municipios costeros de Colima: Manzanillo, Tecomán y Armería, tres de los más afectados en todo el país por el sismo del pasado 19 de septiembre, hay imágenes contradictorias; por una parte, hay edificios -sobre todo negocios- que han sido reconstruidos y lucen estructuras nuevas, pero también hay otros que se ven igual que el día siguiente del temblor, a pesar de los recursos federales aplicados en la entidad.
En Colima fueron distribuidos 238 millones 365 mil pesos en apoyos directos a 7 mil 515 personas cuya vivienda o negocio resultaron afectados por el temblor, es decir, se entregó directamente el recurso en las manos de los damnificados: por pérdida parcial, 30 mil pesos; por pérdida total, 60 mil pesos; y por daños a negocio, 45 mil pesos.
Sin embargo, no hay manera de saber la aplicación de este dinero; la delegación de Programas para el Bienestar en el estado, respondió a MILENIO que no hay seguimiento, pues no está establecido así en el Programa para el Bienestar de las Personas en Emergencia Social o Natural (PESN): “el recurso se entrega de manera directa a las personas afectadas conforme a las reglas de operación del programa que no establece seguimiento de su aplicación”.
En los Lineamientos de Operación del PESN para el ejercicio fiscal 2022, publicados en el Diario Oficial de la Federación (DOF), se establece de manera muy general que “se deberán realizar las evaluaciones externas consideradas en el Programa Anual de Evaluación (PAE), que emitan la SHCP y el CONEVAL, conforme a la disponibilidad presupuestal”.
Del total de apoyos dispersados en Colima: 209 millones 820 mil pesos fueron para casos de pérdidas parciales; 20 millones 400 mil pesos para pérdida total; y 8 millones 145 mil pesos para locales comerciales dañados. De las 7 mil 515 personas afectadas: 6 mil 994 lo fueron por pérdidas parciales, 340 por pérdida total y 181 por afectaciones en sus locales comerciales.
En la Llantera “La Pantera Rosa”, en plena Avenida Netzahualcóyotl -la columna vertebral de la ciudad de Armería-, Don Efrén ha encontrado la manera de seguir trabajando entre vigas de concreto que cuelgan amenazando con caer y escombros en el suelo.
“En el sismo del 19 de septiembre del año pasado, la casa de un lado se vino sobre mi negocio y sobre mi casa, yo estaba adentro y no sé cómo me salvé de que me cayera algún ladrillo, pero me tumbó todo”, narra señalando los daños intactos cuatro meses después.
En un pedazo de pared exterior que quedó en pie, está pegada la calcomanía de “Vivienda censada”, con los logos del Gobierno de México y la Secretaría de Bienestar, señal de que el habitante de la llantera recibió apoyo para resarcir los daños en su casa, que está atrás de su negocio.
-¿Por qué no ha reconstruido aquí?.-Estoy esperando que me den un recurso del Gobierno.
-¿No le dieron ya?
-Sí, pero fue para mi casa.
-¿Y ahí ya reparó?
-Pues apenas vino un albañil.
Lo que se observa es un proceso de adaptación de Don Efrén para vivir y trabajar en una estructura semi destruida, a pesar de ya haber sido beneficiario del programa de reconstrucción. Su esperanza es recibir más dinero “porque lo otro fue nomás para su casa”, aunque esté pegada a su espacio de trabajo.
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