El envío de las aguas residuales a la región de Tula por varias décadas y la actividad industrial ha repercutido en los cuerpos de agua y en todo el entorno, afectando de esta manera a los habitantes pues puede causar enfermedades.
Así se reconoce en el estudio técnico justificativo para declarar zona de restauración ecológica el área de influencia de la presa Endhó, coordinado por la Semarnat y en el que participaron diversas dependencias.
El estudio, que será presentado en un foro de consulta a realizarse el próximo miércoles 26 de junio, a partir de las 8:00 horas, en el auditorio municipal de Tula, admite que aunque el agua se utiliza en el sector agrícola, ha degradado los cuerpos de agua y los mantos acuíferos.
Por ello se realizó el muestreo, a fin de conocer el estado de la calidad del agua y a partir de ahí posiblemente trazar nuevas estrategias para el tratamiento de aguas, pues se reconoce que los cuerpos de agua no pueden recuperarse por sí mismos ante la carga de contaminantes que recibe.
Y por eso se requiere atención urgente, dado el riesgo que representa a la salud humana, pues muchos contaminantes pueden ocasionar enfermedades, sea por uso directo o indirecto de ellas, establece el estudio.
Pero además la actividad industrial, en todos sus niveles, ha agravado el impacto ambiental, tanto en suelo, agua y aire.
El proyecto de restauración ecológico contempla un área de 24 mil 684 hectáreas, comprendidas en los municipios Atitalaquia, Atotonilco de Tula, Tepeji del Río, Tepetitlán, Tezontepec de Aldama, Tlahuelilpan, Tlaxcoapan y Tula de Allende.
Agua
En materia de agua, en el estudio de 186 páginas se establece que se identificó materia orgánica no biodegradable en todos los sitios monitoreados, pero principalmente en la cuenca del río Tula, lo que afecta la autodepuración de los cuerpos de agua.
Además se hallaron metales pesados, sobre todo arsénico; en el 66 por ciento de los sitios muestreados presentan una alta contaminación por origen industrial; 48 por ciento contaminación por compuestos biodegradables; y en el 58 por ciento, compuestos de aguas residuales domésticas.
Entre los compuestos orgánicos semivolátiles se identificaron 65 compuestos, entre ellos subproductos derivados de la industria petroquímica, solventes y subproductos de origen industrial y personal.
En relación a las aguas subterráneas se advierte que existen pozos como el Iturbe y el Llano # 20, en el que se registran las cifras más elevadas de mala calidad.
Además de que el 60 por ciento de los pozos muestreados registran concentraciones de arsénico superiores al límite permisible; y un 70 por ciento de los pozos tienen concentraciones de nitrato superiores al límite, que los hace no aptos para el consumo humano.
Además de que revela la infiltración al acuífero de fertilizantes usados en actividades agrícolas, y también se hallaron 17 compuestos orgánicos semivolátiles en el 80 por ciento de los pozos analizados.
Aire y suelo
En relación al aire, en los estudios se establece que entre 2013 y 2021 se superaron los límites normados de protección a la salud con relación a las partículas suspendidas PM10 y PM2.5, ozono y dióxido de azufre en los municipios Atitalaquia, Atotonilco de Tula, Tula de Allende y Tepeji del Río, aunque Atitalaquia y Atotonilco de Tula cuentan con las peores condiciones observadas en este rubro
Sobre el suelo se explicó que se ve afectado por las actividades humanas, así como la falta de equilibrio en agua y aire, y es que el estudio refiere que actividades como la industria cementera, la minería no metálica y el uso de aguas residuales para uso agrícola, han contribuido para generar condiciones de difícil regeneración de suelos.
El conjunto de factores reclama la urgencia de medidas de mitigación y restauración de la zona a fin de revertir los daños causados y promover a largo plazo la regeneración ambiental.