Gisel llora inconsolablemente al mirar su estética inundada, del otro lado de la calle. Los ahorros de toda su vida se quedaron bajo el agua. Otra mujer la consuela, la abraza, pero las lágrimas no paran por su negocio, que era el sustento de su familia.
El local de su abuelo también quedó inundado; vendía artículos médicos y tenía más de 20 años con él. A las tres de la mañana ambos locales quedaron ahogados por el agua. Fue pérdida total tras las lluvias de ayer en Tula, Hidalgo.
Daniela Montoya está a la expectativa; tres de sus familiares están atrapados por el agua: Said, Blanca y Jenifer. Su casa se inundó en el primer piso y ellos se resguardan en la planta alta en espera de que alguien los ayude a salir.
Blanca, la abuela de Daniela, espera que una lancha los rescate. Ella está postrada en una silla de ruedas debido a una fractura en la cadera, por lo que no tiene fuerza para moverse a sus 84 años. Los rescatistas dan prioridad a los pacientes del IMSS, en donde se registraron 17 muertos. Tras un rato, un hombre le grita que por fin los rescataran.
Andrés Luna se durmió a las 22:00 horas del lunes y despertó a la 01:30 debido a que el agua ya se había metido a su casa. Faltaron 50 centímetros para que el líquido cubriera el primer piso. Él y su familia estaban en el segundo. Sus dos autos en la calle desaparecieron entre el agua café.
Él, su esposa, su hijo, un tío que no puede caminar y su madre quedaron atrapados. Su madre tiene ataques de pánico. Daniel dice que nunca había pasado algo así.
Así amaneció Tula tras las lluvias: autos inundados, primeros pisos de las casas sumergidos bajo el agua, personas atrapadas en sus hogares, lanchas recorriendo las calles por donde deberían circular carros. Personas tratando de ayudar, mirones que toman fotos y video con su celular.
En las partes bajas el agua corre a ras de la carretera, rodea las casas y las banquetas como una serpiente sin fin. El jardín del municipio ha quedado enlodado; los comerciantes alrededor lavan sus locales y rescatan lo que el agua no pudo devorar durante la noche. Se inundó parte del centro, la colonia 16 de enero, San Lorenzo, San Marcos y Jalpa.
"El comercio del centro de Tula colapsó", dice don Manuel Hernández. A su lado está Wilfrido Barbosa, de 69 años, y cuenta que desde la noche hasta el mediodía ninguna autoridad federal, estatal ni municipal se ha acercado para coordinar las acciones de ayuda. Ellos y los vecinos coinciden que las calles se inundaron porque abrieron las compuertas de la presa Requena. Culpan al presidente municipal de Tepeji del Río.
Al otro de la ciudad, sobre la calzada Melchor Ocampo, en el acceso del puente Zaragoza, por el que se llega al Seguro Social, hay salpicadas ambulancias, camionetas de Protección Civil, soldados apostados que impiden el acceso, personas que esperan noticias de algún familiar hospitalizado, gente que solo se acercan a mirar. En el cielo surca un helicóptero que reconoce la inundación desde lo alto.
Adelante de la barrera de soldados, bajando el puente, salen lanchas, una tras otra hacia el Seguro Social para llevar víveres, alimentos y cubrebocas para pacientes y las personas que han quedado atrapadas.
La calzada está inundada y el agua llega a las rodillas. Dos camiones han quedado atrapados. El agua se mece sobre la carretera. No tiene intenciones de irse. Una enfermera dice que por este lugar ya no saldrán pacientes, los trasladarán vía aérea en helicóptero, solo esperarán cuerpos. No sabe cuántos.
A un costado de la Unidad Médica Móvil lloran mujeres y hombres; se abrazan y lamentan. Gabriela, trabajadora del Seguro Social, les da la noticia: sus familiares fallecieron en el hospital tras la inundación de la madrugada.
Una mujer se pregunta por qué, un hombre se arrodilla junto a una silla y pide perdón en medio del llanto, otra mujer se lleva las manos a la cara, una más abraza a la trabajadora del seguro y llora. La sujeta con fuerza.
Las personas avisan por teléfono de lo sucedido en medio de lágrimas. Gabriela ha informado los decesos a cerca de diez familiares de pacientes. Ahora conforta a otra mujer que no volverá a su familiar, le dice de cerca: "llore, llore mucho, llorar alivia el alma".