Desde hace seis años, Américo Navarro Velázquez trabaja sin una pierna.
Su vida cambió drásticamente cuando sufrió un accidente laboral en San Luis Potosí, donde la máquina que intentaba reparar le atrapó el pie, lo que llevó a una dolorosa decisión: la amputación. Lejos de rendirse, Américo ha encontrado en Monterrey una nueva oportunidad para salir adelante.
Tras tres años y medio postrado en cama, la recuperación fue dura, tanto física como emocionalmente. Su matrimonio terminó, y con dos hijos, uno de 18 y otro de 10 años, decidió buscar un nuevo comienzo.
Llegó a Monterrey hace dos años y aunque muchas puertas se cerraron, su experiencia como mecánico desde los nueve años le ayudó a encontrar trabajo.
“Nadie te quiere echar la mano por la incapacidad”, comenta, recordando las solicitudes rechazadas.
La oportunidad llegó a través de Sergio Suárez, su actual jefe, quien lo aceptó pese a su condición.
“Lo quiero como un papá”, dice Américo, con gratitud, destacando que en muchos talleres le negaron la oportunidad.
Sergio, por su parte, no escatima elogios:
“Es una persona muy trabajadora, honesta y nos pone el ejemplo todos los días”.
Aunque Américo desea una prótesis para mejorar su movilidad y calidad de vida, admite que nunca ha investigado los costos por falta de recursos.
“Me gustaría tener una, me daría otro aire de vida”, confesó.
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mrg