Hay solo un paso del amor romántico a la violencia de género

El estereotipo de la mujer sumisa y el hombre protector normaliza celos y posesión en la pareja, signos de alerta que pueden terminar en el feminicidio.

Guadalajara previo al Día del Amor y la Amistad (Archivo/ Milenio)
Teresa Sánchez Vilches
Guadalajara /

Entender el significado de amor romántico resulta sencillo si recordamos esas telenovelas protagonizadas por mujeres jóvenes, de rostros angelicales y talla chica. Entre más ingenuas, dulces, sufridas, sumisas y obedientes son con los hombres, tienen mayor valor. Son más codiciadas. En cambio, en estas mismas series, el hombre es más atractivo mientras más fuerte, decidido, aguerrido, protector y, por qué no, más agresivo.


Lo peligroso es creer y vivir dentro de esta fantasía, más allá de las telenovelas. En la actualidad hay millones de personas que eligen a sus parejas, hombres y mujeres, creyendo y reproduciendo estos estereotipos.

“El amor romántico es una construcción cultural y social, un mito que se consolidó durante el siglo XIX en nuestra cultura occidental y que se expandió por todo el planeta gracias a la globalización. Hoy es un fenómeno universal que une a las personas de dos en dos, y que constituye un gran negocio para una industria centrada en las parejas y sus creaciones de nidos”, explica en su blog la escritora y especialista en el tema Coral Herrera.

El amor romántico va más allá de la visión rosa del amor de un par de adolescentes. Es una enseñanza mucho más profunda en la que las más afectadas son las mujeres. Tanto que pueden terminar perdiendo la vida por preservar esta relación que se convierte en una necesidad de la reafirmación como mujeres amadas.

Para la activista e investigadora Guadalupe Ramos, un foco rojo es la posesión y el control que ejerce un hombre sobre una mujer. Estas actitudes que parecen inofensivas pueden acabar en un feminicidio: los hombres que quieren controlar todo, decir cómo se vista, con quién se relacione o con quien no hable una mujer, están practicando un tipo de violencia.


El amor no debe ser un sacrificio. Aunque los hombres también son afectados, de acuerdo con la investigadora Paola Lazo es a las mujeres a las que más se les vende la idea del amor romántico, lo que las pone en una desventaja mayor al momento de enfrentar cualquier conflicto con sus parejas.

Una de las deudas más importantes con las mujeres es la falta de claridad que hay para detectar que son la misma sociedad y el sistema quienes fomentan y propician que las mujeres aguanten en nombre del amor. El hombre que agrede a una mujer es un delincuente, y como tal tiene que ser sancionado con penas de cárcel.

Dentro de la idea romántica del amor está que la violencia en un hombre se vea como “normal”; y la mujer es que aguante todos los maltratos de su pareja, incluso, que no se los cuente a nadie. Es, como decían las abuelas, la cruz que le toca.


Para Ramos, la violencia no es un asunto de la vida íntima, sino un asunto de Estado. Por eso hay un delito, por eso se sanciona y por eso el Estado puede entrar, incluso, hasta la cama, a sancionar esas violencias.

Lazo resalta la gravedad de que las mujeres que se unen en pareja dejen de lado sus anhelos y sus proyectos de vida para adaptarse a las supuestas exigencias de la vida en pareja. Lo que más bien significa adaptarse a las necesidades del hombre. Cuando se vive con la pareja y surgen incomodidades, desacuerdos o malestares, las mujeres se callan.

De acuerdo con Herrera, es muy importante que las sociedades, las familias, los hombres y las mujeres se quiten esta idea, ya que la realidad es que los humanos somos una especie muy frágil que necesitamos cuidarnos entre todos.

Uno de los asuntos nacientes y que pueden contribuir al cambio social, a decir de Ramos, es generar espacios para las nuevas masculinidades, es decir, para hablar y socializar las nuevas formas de ser hombre. Este trabajo se verá reflejado en las nuevas generaciones, que sentirán menos identificadas con el prototipo de macho violento.

El informe más reciente de la ONU dice que cada día 137 mujeres mueren en manos de su pareja o algún familiar. Y de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, en este continente asesinan a una mujer cada dos horas. Esta situación solo va a cambiar en la medida en que los hombres comiencen a construir una nueva manera de ser hombres.

Desterrar poco a poco esa idea del amor romántico es un buen comienzo para tener un mundo en el que cada vez haya menos feminicidios. Si bien influyen aspectos muy variados para que un hombre decida matar a una mujer, también hay medidas, tanto sociales como individuales, que se pueden tomar en cuenta para prevenirlo. La más urgente es la información y el compartir experiencias para buscar soluciones ante las primeras muestras de violencia de un hombre.

​SRN

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