Desde las paredes de un inmueble de la colonia Morelos, la enigmática figura de un hombre con cuernos y ojos rojos observó cómo elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) y de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ CDMX) ejecutaron una orden de cateo la noche del 12 junio.
Autoridades capitalinas llegaron al domicilio ubicado en la calle Labradores luego de que sus investigaciones apuntaran a que ahí miembros de un grupo delictivo generador de violencia almacenaban y empaquetaban drogas. No se equivocaron.
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Aquella noche la SSC logró el aseguramiento de 350 kilogramos de marihuana que, junto a la detención de tres hombres un día antes, figuró como un severo golpe al narcotráfico de la capital mexicana, no obstante, fueron los altares y ofrendas relacionados a la Santa Muerte, el Palo Mayombe y al Angelito Negro, los que terminaron por acaparar la atención de dicho operativo.
Pese a que la Niña Blanca y la mencionada religión afroamericana ya han consolidado una gran base de creyentes o devotos en México, es el Angelito Negro el que poco a poco se ha abierto camino entre una sociedad mayormente católica, pero ¿Cuál es el origen de este culto y por qué ha cobrado relevancia?
¿El Angelito Negro es satánico?
El culto al Angelito Negro está completamente ligado al satanismo. En México, la adoración al diablo forma parte de la herencia colonial que desde la conquista se arraigó con la llegada de la religión católica.
Si bien Satanás forma parte del catolicismo popular, su percepción y adoración es distinta en la región latinoamericana que en Estados Unidos o en Europa.
"La diferencia es que muchas veces en Estados Unidos o en Europa el satanismo es algo en lo que realmente ellos no creen en un diablo verdadero, es algo más abstracto, pero en este caso de México y pues en casi todos los países latinoamericanos la gran diferencia es sí el diablo, el Angelito Negro es una figura real igual a la Santa Muerte, Dios y los santos", explicó en entrevista con MILENIO el doctor en Historia de América Latina, Andrew Chesnut.
Aunque en otras regiones del mundo el culto al diablo también existe, en México y otros países de América Latina la personificación de dicha figura dio origen al Angelito Negro, una creencia cuya génesis se situa en la ciudad de Pachuca, Hidalgo.
A poco más de tres kilómetros de distancia del Centro Histórico de la capital del estado se ubica la Catedral de la Santa Muerte, un recinto de culto al que frecuentemente acuden devotos de la Flaquita pero también del Angelito Negro.
El encargado de fundar y coordinar las actividades en aquel místico lugar es un hombre conocido popularmente como el Obispo Negro, cuyo nombre real es Óscar Pelcastre.
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De acuerdo con información que Andrew Chesnut obtuvo tras entrevistarse con el fundador del culto, el Obispo Negro desde pequeño realizó un pacto con Satanás, sin embargo, ante la poca libertad de culto que existía décadas atrás en México tuvo que ocultar su devoción.
Pachuca no es el único lugar en México donde existen templos dedicados al Angelito Negro, pues la capital mexicana también cuenta con una capilla que fue instaurada nada más y nada menos que en el Barrio Bravo de Tepito.
"El Obispo Negro es el gran pionero del culto. Desde hace creo como tres años ya hay un templo pequeño allá en Tepito, a 30 metros del famoso altar a la Santa Muerte de Doña Queta Romero y este chavo que se conoce como ‘El Chino’ el aprendió todo lo que sabe sobre el culto del angelito negro allá con Óscar Pelcastre en Pachuca", detalló el también profesor en religión de la Universidad de la Mancomunidad de Virginia.
El panorama del culto al Angelito Negro
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) refieren que, hasta 2020, en México había 90 millones 224 mil 559 personas que profesan la religión católica.
Siendo la mayor parte de la población católica, cuesta trabajo creer que un culto que adora al “villano” de su cosmología religiosa esté cobrando tanta popularidad en el país como lo hace el Angelito Negro.
La explicación del doctor Andrew Chesnut sobre este fenómeno apunta a que hay muchos mexicanos -sobre todo de clase popular- a los que la religión, el cristianismo institucional, el catolicismo y las iglesias protestantes ya no les hacen sentido tanto por los escándalos que han rodeado a la Iglesia Católica como por el contexto violento ligado al narcotráfico en el que México se ha visto envuelto durante los últimos 15 años.
"Hay toda una generación de jóvenes que creen que estas figuras no necesariamente cristianas como la Santa Muerte, Jesús Malverde y ahora el Angelito Negro porque son mucho más adecuados para su estilo de vida [...] son figuras amorales a las que se les puede pedir cualquier tipo de favor o milagro fuera de las normas cristianas. Yo creo que sí tiene mucho peso para muchos jóvenes que ya no encuentran respuestas y amparo en las iglesias institucionales", profundizó en entrevista con MILENIO el doctor en Historia de América Latina.
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Al ser tanto la Santa Muerte como el Angelito Negro figuras populares no reconocidas por la Iglesia Católica, las peticiones que sus devotos les realizan pueden estar fuera de la moralidad como, por ejemplo, pedir que se concrete el tráfico de un cargamento de narcóticos o que le vaya mal a grupos rivales, etc.
Es precisamente este factor el que es crucial para que los cultos hayan adquirido una connotación siniestra, negativa o de una relación intrínseca a grupos del narcotráfico, una narrativa en la que también los medios de comunicación han jugado un papel importante.
No obstante, también existen historias como la de El Chino -líder del templo al Angelito Negro en Tepito- que pusieron su fe en dichas figuras buscando sanación de sus enfermos o protección.
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Dentro del cúmulo de rumores que rodean al culto del Angelito Negro también existe la idea de que es equivalente o necesario adorar también a la Santa Muerte o ser parte de la religión Palo Mayombe. Lo cierto es que cada una de dichas creencias es independiente, sin embargo, algunos devotos suelen combinarlas.
"Muchas veces en el ámbito de la religión popular hay mucho sincretismo entonces esta gente no necesariamente es únicamente fiel al diablo o la Santa Muerte y muchas veces creen que una mezcla de diferentes elementos pueden ser más potentes", señala el doctor Andrew Chesnut.
El Angelito Negro como la ‘mexicanización’ del diablo
Para los pioneros del culto al Angelito Negro, el diablo forma parte importante de la cosmología cristiana al considerar que Dios lo creó porque tenía su propio papel para desempeñar, una premisa a través de la cual han buscado establecer un nuevo movimiento religioso.
Aunque no se tiene un conteo exacto del número de creyentes que el Angelito Negro acumula en México, las estimaciones del investigador Andrew Chesnut apuntan a que la mayoría son jóvenes hombres de entre 20 y 30 años de edad.
Dicho factor se ve reflejado en el aspecto hiper masculino que la figura del Angelito Negro adoptó desde el incio del culto pues, anteriormente, el diablo en México era representado por una silueta humana de color rojo, con cuernos y cola y en algunas otras culturas hasta con animales como la famosa cabra negra.
De esos elementos, el culto recuperó únicamente la silueta humana y los cuernos pues su figura emblema es totalmente negra y suele ser adornado con elementos como lo son camisas, esclavas y collares de oro, armas e incluso trajes de charro.
"Hemos visto la mexicanización de la figura del diablo, principalmente como como charro negro, y que el charro pues es una figura tan importante y tan mítica en la cultura mexicana, así que pues sí ha sido una adaptación muy muy inteligente del Obispo Negro que también hasta sacó patente, así que quién lo cultea y quién lo tiene en su templo atar en teoría necesito permiso de Óscar", señaló en entrevista con MILENIO el doctor Andrew Chesnut.
Para el profesor de la Universidad de la Mancomunidad de Virginia, las previsiones a futuro del culto del Angelito Negro son favorables en el sentido de que en México la libertad de culto se abrió con llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador, un factor que se preveé que continúe durante el mandato de la virtual ganadora de la elección presidencial, Claudia Sheinbaum Pardo.
La libertad de que cada persona elija sus tradiciones espirituales y el inminente desplazo de la Iglesia Católica hacen de México un país propicio para que florezcan cultos populares que, históricamente, han sido desestimados tanto por los gobiernos como por la misma sociedad que los ha estigmatizado.
Si bien la connotación negativa que se construye sobre dichas figuras religiosas prevalece por la relación que algunos de sus devotos tienen a hechos delictivos o grupos criminales, más allá del prejuicio también existen historias de personas que han depositado su fe en cultos que, aunque no son reconocidos, surgieron de un contexto social y político en donde la mayoría de las veces lo único que se busca es esperanza.