Arte, comida y futbol: un domingo en la Macroplaza

Es la cuarta plaza más grande del mundo.

Entre payasos, comida, venta de libros y pintores que venden retratos, los regiomontanos recorren esta plaza fundada en 1984.

A pesar del calor intenso que se dejó sentir este domingo en Monterrey, cientos de familias salieron a recorrer la Macroplaza. (Raúl Palacios)
Adín Castillo
Monterrey /

Caminar por la Macroplaza puede parecer, para muchos regiomontanos, un evento bastante rutinario. Sin embargo, la cuarta plaza más grande del mundo siempre puede esconder curiosidades para todos, incluso hasta para los más experimentados.

Desde pequeñas "puestas en escena" de payasos, un sinfín de opciones de comida (de la denominada chatarra, predominantemente), hasta venta de libros viejos y otras extrañezas.

A pesar del calor intenso que se dejó sentir este domingo en Monterrey, el hecho de que era Día del Padre y que la Selección Mexicana hacía su aparición en el Mundial, cientos de familias salieron a recorrer la Macroplaza.

"Gigantón, ¿eres casado o soltero?",pregunta un improvisado payaso (sólo tiene la nariz roja) que junto con dos compañeros, intentan hacer reír a un pequeño grupo de personas que los observan.

"Soy soltero", contesta el aludido con una sonrisa en la cara, dejándole el plato servido al payaso para rematar el chiste con un "se nota", desatando las risas de todos los asistentes y del mismo joven.

El calor es sofocante, pero las opciones para mitigar ese calor en la Macroplaza, que fue inaugurada el 7 de diciembre de 1984, son muchas.

Están los puestos de aguas frescas de sabores, los *yukis*, los botes de agua "purificada", y por supuesto, los abundantes comerciantes de Bon Ice. Los niños son los que más consumen estos productos.

"Nos salimos a pasear para festejarme por el Día del Padre, pero es como dice el payaso, termina uno gastando", dice entre risas Don Jorge, dejando entrever que ni su esposa y sus hijos habían pagado por la salida.

Más adelante, casi frente a la Biblioteca Fray Servando Teresa de Mier, más comerciantes. Los hay que venden baleros, trompos, pulseras, rosas rojas y azules, tortas, elotes, collares, alcancías, de todo.

Algunos comerciantes en la Macroplaza. (Raúl Palacios)

Está también un artista que dibuja tu retrato o tu caricatura por 30 y 45 pesos. Dos niños, ambos portando su camina de la Selección Mexicana, como muchos más en la Macroplaza, posan sentados en una silla, impacientes, mientras el artista trabaja.

Ahí también, frente a la biblioteca, una hombre acomoda un montón de libros viejos de todo tipo: desde una copia bien cuidada de "La Muerte de Artemio Cruz", de Carlos Fuentes, pasando por "La Caintra de Nuevo León, hasta "El Príncipe", de Maquiavelo.

Entre la gente, mayoritariamente de Nuevo León, está también un despistado de cabello rubio con playera de futbol Alemania, que parece ser de allá, pero no.

"Soy de Guanajuato, ya me preguntaron varias veces que si soy de allá", dice Jorge, quien está de visita en Nuevo León con sus tíos.

Es así como transcurren las tardes en la Macroplaza de Monterrey, cuyas 40 hectáreas de extensión permiten una distracción para los turistas, y un negocio para los comerciantes y artistas.

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