Para defender los derechos colectivos de las comunidades dedicadas a la elaboración de artesanías textiles y evitar el plagio, artesanos de Contla, Tlaxcala, urgieron a la Secretaría de Cultura Federal gestionar un diálogo con las grandes marcas de moda que han intentado replicar piezas artesanales para que estas se comprometan, por lo menos, a reconocer que sus prendas están inspiradas en el trabajo manual de los pueblos originarios.
Esto, después de que Ralph Lauren su sumó a las marcas de renombre, como Zara, Carolina Herrera y Comme Des Garcons, que lanzaron al mercado colecciones aparentemente plagiadas de los modelos e iconografías del tradicional saltillo que fabrican artesanos de Contla y Coahuila, todavía con telares artesanales y técnicas autóctonas de teñido.
Ignacio Netzahualcóyotl, artesano de Contla, expuso que, de manera particular, él percibe el plagio tanto positivo como negativo, aunque el negativo supera “infinitamente” al positivo.
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Explicó que, desde una perspectiva positiva, el sarape de saltillo, por ejemplo, se conoce en otras partes del mundo a través de lo que las marcas han llamado reconocimiento, inspiración, o el nombre que le den, cuando fabrican industrialmente prendas de vestir con elementos propios de esta artesanía.
Sin embargo, por el lado negativo, las grandes marcas no informan a sus clientes de dónde toman su inspiración, lo que, en su opinión, pone en riesgo el trabajo de los artesanos.
“No viene una etiqueta o información adicional que redirija esa imagen del sarape de saltillo a donde realmente se produce, a las comunidades y las manos que tejen el sarape. Entonces, la parte negativa es que no hay una información adecuada en un plagio, no hay una información adecuada y eso hace, minimiza y en muchos casos desaparece el trabajo que se ha gestado en las comunidades o en los pueblos donde se ha tenido una tradición de muchos años”, apuntó.
Consideró que los artesanos, por ser parte de una sociedad creadora y aportar a las economías creativas, merecen que su trabajo sea reconocido cuando las grandes marcas lo retoman para producir prendas de vestir en masa.
Los artesanos de Contla tardan hasta un mes en elaborar un sarape de saltillo porque aún utilizan fibras naturales y preservan antiguas técnicas de teñido con hierbas, insectos y maderas; después de estos procedimientos crean el diseño de la pieza para pasarla al telar artesanal que manipulan con sus pies y manos. Todo esto requiere el trabajo artesanal que está detrás del saltillo.
“Un proceso, quizá industrial o en masa, no va a ser para nada comparación con un proceso manual, entonces esto hace que las personas que, a través de colecciones han sido plagiadas, no se sepa todo el trabajo que hay detrás de, y sobre todo, que no se sepa la parte de los creadores, ni siquiera la comunidad que lo está produciendo; de ese punto debería haber información muy concreta acerca de las personas que lo crean y no incurrir en un plagio”, acotó el artesano.
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Por ello, Netzahualcóyotl insistió en que el gobierno mexicano, a través de la Secretaría de Cultura debe promover el diálogo con las grandes marcas para proteger el trabajo artesanal, que representa la actividad económica de algunas comunidades y pueblos originarios.
Comentó que no se trata de gestionar una remuneración económica a favor de las comunidades creadoras, sino del respeto a la tradición artesanal y del reconocimiento a sus creaciones, que, en algunos casos, son una herencia muy antigua y también marginada.
“Un número muy grande de mexicanos se dedican a la artesanía, por lo cual es innegable todo el impacto social, cultural y económico, por qué no llamarlo así, que tiene en México, que se mueve a través de México.
Entonces el espacio que debe tener la artesanía va más allá de una cuestión económica, sino de valor cultural, de ese aporte significativo que concreta o hace para México”, concluyó.
HCM