Luis Hernández y Nicolasa Cruz, son una pareja de artesanos originarios de Chimalapa, Acaxochitlán, pero desde hace cinco años venden sus productos bordados en la región de Tula, a donde llegaron a radicar.
Ambos van de tianguis en tianguis vendiendo sus mochilas, pulseras, capas bordadas, blusas con bordados, cintillas, y en esta época, trajes de Juan Diego para niños o vestidos bordados para niñas, trencitas y otros accesorios. Los martes están en el tianguis de Tlahuelilpan, los miércoles en Atotonilco, y así, toda la semana van rolando de municipio en municipio.
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Este año las ventas no son favorables; desde el pasado sábado comenzaron a exhibir su mercancía alusiva al 12 de diciembre, fecha en la que los mexicanos conmemoran a la Virgen de Guadalupe, pero hasta ahora no han vendido ninguno de sus productos.
Admiten que este año es poca la gente pregunta por los diferentes productos guadalupanos que tienen en existencia, y lo atribuyen al anuncio de las autoridades eclesiásticas para suspender los festejos guadalupanos como habitualmente se hacen, como consecuencia de la pandemia de covid-19.
Eso causó desinterés de los feligreses por adquirir productos de este tipo para sus hijos, y desde luego un impacto económico para esta pareja que desde hace cinco años ronda diversos tianguis de la zona para ofertar sus productos bordados artesanalmente.
Tomando previsiones, para este año redujeron su producción, pues anticipaban que las ventas fueran bajas por la suspensión de eventos masivos a causa de la pandemia que mantiene en vilo al mundo desde hace un año, y la cual recientemente registró un rebrote en Hidalgo.
“Este año hicimos menos cosas, son pocas; con anticipación nos surtimos de cosas para vender, pero este año como no van a permitirse los festejos, no hemos vendido nada”, dice Luis Hernández, sentado en su puesto en el tianguis de Atotonilco de Tula, con su pequeña hija en el regazo, y detrás su esposa, Nicolasa Cruz.
Señala que las ventas son malas ahora, a pesar de que los precios que ofrecen son accesibles y acordes a la labor artesanal que realizan, pues la mayoría de los productos que ofertan los realizan ellos.
Luis relata que, por ejemplo, las cintillas o fajitas, una especie de cinturón, que tienen en venta, las producen por docena, y terminarlas les lleva aproximadamente una semana; cada una de ellas se vende en 15 pesos.
Otro de los productos que tienen son unas capas bordadas. Ese tipo de trabajos, dicen, requieren más de dos semanas de labor pues se componen de dos tramos que se unen para cubrir el pecho y la espalda con una terminación en triángulo.
Esas prendas requieren de mucha labor y detalle, por lo cual su precio es de 300 pesos. Sin embargo, admiten, esas prendas tardan mucho en ser vendidas, por lo que inversión se mantiene detenida ahí.
Este año también tienen en venta un traje de Juan Diego, para niño, en 150 pesos. Es de manta y cuenta con algunos bordados; para niña cuentan con vestidos bordados y trencitas, y en este caso van de los 80 a los 150 pesos, dependiendo la talla.
Refieren que los precios que manejan son los del año pasado, pues buscan incentivar a los clientes y terminar de vender su mercancía, pues a veces se quedan guardados por mucho tiempo los productos debido a que no hay clientela y a veces no sale ni para pagar el derecho de piso a los municipios.
Confiaron en que las ventas mejoren en los próximos días o de lo contrario registrarán más pérdidas económicas por la pandemia.