Con la leyenda “Dales, señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz perpetua”, se enfilan sobre un altar de piedra las múltiples veladoras que simulan el alma de los difuntos y un muro tapizado con más de mil papelitos blancos con los nombres de los fallecidos y enfermos de covid-19 que levantan un memorial.
“Fuiste y serás el mejor padre del mundo para mí y mis primos. Gracias por seguir cuidándome. Te amo” y “Enrique, ya descansa, viejo. Vamos a estar bien. Madre de Guadalupe, ayúdame”, son algunas de las intenciones que los fieles creyentes han dejado en el memorial, ubicado bajo la estatua de Juan Pablo II en la Basílica de Guadalupe.
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De lunes a viernes, en punto del mediodía, un sacerdote acude a esta zona para bendecir las súplicas acompañadas de fotografías, ropa, velas y flores. El recorrido empieza con una oración, seguido de agua bendita y finalmente oraciones.
“Este muro empezó desde finales de enero, se puso atrás de este lugar porque el papa nos enseñó a vivir, enfrentar el dolor y sufrimiento a través de la enfermedad. Desde el día que empezamos hasta hoy, tenemos aproximadamente cuatro mil intenciones de enfermos y difuntos”, explicó a MILENIO Enrique López García, segundo Sacristán Mayor de la Basílica de Guadalupe.
En una carpa puesta a los pies del Papa y detrás del Templo Expiatorio de Cristo Rey, Josefina compra una veladora de 15 pesos para que después les sea entregado el papelito que será llenado con sus más profundos pesares. Dice que su esposo falleció el 5 de abril por una complicación de diabetes. Cuidando de que no se apague la flama, cubriendo con su mano derecha el pabilo, eleva una plegaria a la virgen. El silencio la invade.
En una esquina del memorial, destaca una gerber body (ropa de bebé) que tiene impresa la imagen de la Virgen de Guadalupe, fue su madre quien le dejó una veladora y la oración de sanación en casi 10 versos.
Aunque el muro del dolor, como ha sido nombrado por algunos devotos, alberga otras peticiones, las esquelas en torno al coronavirus empezaron a acumularse desde hace dos meses. No obstante, otros aseguran llevar su duelo internamente.
“El llevar a los muertos, yo creo que cada quien tenemos nuestro propio muro en el interior, en donde nos encomendamos al igual que aquí. Es una expresión religiosa visible, en lo interno lo hacemos cotidianamente”, relata Rafael Mora, un veterinario originario de Ixtlahuacán del Río, Jalisco, quien perdió a su tía al enfermarse de covid-19.
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En los siguientes días, los papeles que hoy se secan bajo el sol se colocarán en el altar mayor de la Basílica de Guadalupe para pedir por su descanso eterno, arrancando así una jornada devocional una vez al mes.
“De manera especial, el próximo 8 de abril a las 10:30 de la mañana, se hará la misa en la que se pedirá por todos estos difuntos y enfermos”, señala el padre Enrique López.
Mientras, a unos pasos, la gente sigue formándose atrás de puerta Mariana para entrar a misa. Esperan no ser parte de ese memorial, pero aseguran que también sus rezos son por los más de 200 mil fallecidos que perdieron la batalla durante la pandemia en México.
LG