El afán de Katherine Rodríguez para enraizar su cultura en Nueva York parecería sutil, como ir a vender tamales en el Bronx, el aroma del chile que se extiende en los restaurantes de Manhattan o el empeño de su madre al dar clases bilingües a niños. Pero eso que estaba en las sombras se ha vuelto poderoso. Y se basa en la terapia del lenguaje.
“Durante muchos años, a los latinos que tenían problemas con el lenguaje en Estados Unidos los hacían renunciar al español y con ello a algo tan importante como su identidad”, dice en entrevista con MILENIO en medio de una pausa en sus lecciones y su trabajo en el Centro del Habla y la Audición. “Esto debe terminar y por eso estudio la maestría”, señala Katherine.
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La defensa del idioma y otros elementos culturales han tomado fuerza entre los otrora discretos mexicanos en Nueva York conforme sumaron población. Según la Oficina del Censo de Estados Unidos (Census) el crecimiento de paisanos entre 2000 y 2021 aumentó 132 por ciento en el Bronx, 79 en Brooklyn, 67 en Queens y 18 por ciento en Manhattan.
Esto implica que si al arranque del milenio había en el Bronx 34 mil 515 mexicanos, dos décadas después contaba con 80 mil 160; Brooklyn pasó de 50 mil 083 a 103 mil 777; Queens de 50 mil 925 a 85 mil 229, y Manhattan de 29 mil 980 a 35 mil 227.
Estos números representan la tasa más alta de trabajadores esenciales entre la comunidad latina migrante con un 78 por ciento –sobre todo en sectores de alimentos, vigilancia, limpieza, transporte, servicios médicos, comercios–, pero, a la vez, se toman trabajos de más alto nivel con sus hijos nacidos allá.
Actualmente el 56 por ciento de los mexicanos en Nueva York vive en hogares de estatus migratorio mixto, o sea, que en ellos viven al menos una persona sin papeles y otra con documentos.
El Instituto que cambia vidas
Katherine Rodríguez sabe de ello. Nació en el Bronx, estadunidense mestiza de padre puertorriqueño y cuya madre mexicana emigró a los 18 años desde Arroyo Colorado, un pequeño rancho en Veracruz que la hija conoce al dedillo.
Desde bebé iba y venía entre dos tierras para convivir con abuelos, tíos y primos; a estirarse entre las montañas, los platanares, la tierra mojada, el calor y a sentirse cada vez más mexicana que otra cosa.
Una que entendió que para empoderarse en el duro y frío Nueva York no solo tenía que reivindicarse, sino estudiar mucho; la misma que se metió a internet en busca de una beca y encontró una comunidad consolidada con hambre de horizontes y puentes, fincada en los números y el reconocimiento de la educación como un factor de ascenso.
Y dentro de las opciones está el Instituto de Estudios Mexicanos (MSI, por sus siglas en inglés), que forma parte de la estatal Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY), la cual ha ofrecido una alternativa a un creciente número de personas de origen mexicano; en 2020, dio 16 mil 022 becas a connacionales; 52 mil 584, en 2021; 110 mil 813, en 2022; y 183 mil 768, en 2023.
Un crecimiento de más de mil por ciento en los últimos cuatro años.
“Como estadunidense no es tan complicado encontrar fondos para los primeros cuatro años universitarios, pero luego es más difícil para la maestría, que puede costar entre 32 mil y 35 mil dólares para los residentes de Nueva York”, reconoce Katherine.
“Yo estaba buscando en todas partes, apliqué para fondos de becas para puertorriqueños, para mujeres, para terapeutas y… ¡nada! Hasta que un día me llegó un mail del Instituto. Yo quería llorar”, recuerda conmovida.
Del otro lado de aquel correo electrónico que le cambió la vida a Katherine Rodríguez había un trabajo que se viene haciendo desde 2012 por parte de mexicanos y mexicoamericanos para matricular a más estudiantes a la CUNY, fortalecerlos con logros académicos, investigaciones y colaboraciones con otras instituciones en Estados Unidos y México.
“Nos dimos cuenta de que, a pesar de las facilidades de la CUNY, los mexicanos no se matriculaban y, al investigar, lo que observamos fue que la comunidad creía que para entrar a la universidad se necesitaba un número de seguro social, lo cual es totalmente falso”, destaca José Higuera, director del Instituto de Estudios Mexicanos.
“Entonces el MSI arrancó con esa misión: salir a dar la información y precisar que no importa el estatus migratorio para tener estudios universitarios en Nueva York”.
La divulgación de esa información tuvo resultados positivos y medibles: en el periodo que comprenden los años fiscales de entre 2020 y 2023, CUNY MSI atendió a 353 mil 187 personas procedentes de 50 de los 51 distritos de NY que han buscado mejorar su educación con 12 proyectos. Katherine Rodríguez, entre ellos.
“Yo me identifiqué inmediatamente porque los mexicanos que somos de primera generación en Estados Unidos tenemos en común que nuestros nuestros papás no estudiaron y al recibir la beca me di cuenta de que el mensaje que daría a otros como yo es que podemos echar para adelante”, describe.
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Katherine tiene buena cuna en la superación profesional. Cuando su madre pudo legalizarse por su matrimonio se puso a estudiar. De a poco dejó atrás su trabajo de estilista para ser profesora de primaria, donde encontró su vocación hasta que se retiró para atender un cáncer de seno. Ahora ayuda a niños con necesidades especiales, les da clases particulares en la zona del Bronx.
Justo ahí se posan muchas sombras, hay acechanzas: drogas, violencia, problemas económicos de los que no escapa la comunidad de origen mexicano y por eso Katherine piensa primero trabajar en las escuelas públicas locales y en un futuro abrir una clínica del lenguaje que ayude a los niños a desarrollar el inglés, pero también el español como fortaleza.
“Se tiene que acabar la mentira de que los niños con problemas de lenguaje no pueden con los dos idiomas”, destaca. “Yo tengo una amiga que por culpa de una falsa creencia del terapista del habla, le dijo que tenía que renunciar a uno y se quedó solo con el inglés aunque su familia es hispana”.
Actualmente, sólo el 8 por ciento de los terapeutas del lenguaje en Estados Unidos son latinos. Pero Katherine y otros como ella piensan cambiar esa situación.
Los ‘mexiconewyorkers’
En la primavera pasada, el MSI organizó un viaje clave para los méxico-neoyorquinos –mexiconewyorkers– inscritos en alguno de sus programas. No buscaba cualquier perfil, sino a 21 hombres y mujeres cuyos padres se los llevaron desde la Ciudad de México, Puebla, Oaxaca, Morelos, Michoacán, Guerrero…
Conocidos como ‘dreamers’ son beneficiarios de una política estadunidense conocida como Dream Act, a través de la cual se reconoce que, como ellos no tomaron la decisión de emigrar indocumentados y son “buenos ciudadanos”, estudiosos y sin antecedentes penales, merecen permisos de trabajo y papeles temporales para entrar y salir del país.
Así aterrizaron en México con tantas expectativas como las posibilidades de estudio que tuvieron en los programas que empuja el MSI en la CUNY.
En fechas recientes, el Instituto de Estudios Mexicanos cuenta con fondos para becas en cientos de especialidades, programas de activación cívica para promover el registro de votantes entre jóvenes, una cátedra de estudios sobre México, un proyecto de historia oral para documentar lo que han aportado a Nueva York, clases de lenguas indígenas y talleres de educación financiera.
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Además, una iniciativa en colaboración con PEN America para talleres gratuitos de escritura creativa a estudiantes indocumentados de los 25 campus de CUNY que culmina con la publicación de una antología y el delicatessen de la Feria Internacional del Libro de la Ciudad de Nueva York (FILNYC) en español, que en los últimos cinco años reunió a más de 600 escritores y cientos de casas editoriales.
Por si fuera poca esa efervescencia, Alma Cruz decidió volar a México junto con los otros 20 ‘mexiconewyorkers’ para reconectase con sus raíces culturales y el resultado fue explosivo, reconoce a MILENIO un año después, a sus 28 años:
“Ese viaje me dio la oportunidad de oler, sentir y ver la belleza de México que no recordaba porque me fui a los cuatro años y solo lo conocía a través de los libros y los medios. Me ayudó a reflexionar sobre mi identidad y mi propósito en la vida. También significó la esperanza de poder lograr cualquier cosa que mi corazón desee, independientemente de las circunstancias”.
Beneficiada por la beca del MSI, ahora estudia la maestría de Ciencias de la Salud en el CUNY aunque ya tiene experiencia con algunos años de trabajo en The Floating Hospital, una organización sin fines de lucro que brinda servicios de salud, con sede en Long Island y Queens.
Aunque Alma ya es licenciada en Sociología, la maestría, dice, le ayudaría a recopilar, analizar, gestionar y aplicar datos cuantitativos y cualitativos para evaluar el estado de salud de la comunidad mexicana en Nueva York y mejorar los programas de salud para ellos.
Alma y su familia se fincaron allá porque, con cuatro hijos, el padre concluyó que no podría darles una buena calidad de vida y educación con su trabajo de taxista en la capital mexicana. Así que primero se fue él y luego de dos años la madre puso un ultimátum: o volvía o ellos iban, pero no debían estar separados. La esposa y los niños viajaron a Estados Unidos.
“Nos ha ido muy bien, dice: trabajamos, estudiamos, tenemos una familia y estamos juntos, a pesar de que no es fácil” , explica Alma, quien mira más allá y no se conformará con la maestría; irá por un doctorado, ¿por qué no?
“Quiero enseñarle a los demás que si quieren, pueden, que hay fondos, las políticas están y el dinero está ahí. Solo hay que buscarlo”.
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Mexican moment
La mejor muestra del éxito que ha despertado el MSI es que, en los últimos años, no solo por el origen hay interés en temas mexicanos. Su director José Higuera precisa que han sido beneficiadas con becas personas de alrededor de 14 nacionalidades, entre ellos de República Dominicana, El Salvador, Honduras, Ecuador, Colombia, Argentina China, Pakistán, India, Nigeria…
“El Instituto apoya a cualquier persona que demuestre que están sirviendo a la comunidad mexicana”, dice categórico.
La valoración de lo mexicano en Nueva York pasa también la prueba del dinero contante y sonante. Para los proyectos del CUNY MSI, Higuera ha recaudado casi seis millones de dólares desde 2016, lo que le permite apoyar con diferentes programas a alrededor de 180 mil personas.
“Nuestro objetivo es crear conciencia sobre todo lo que hacemos, para que podamos ayudar a más personas a lograr una vida mejor para ellos y sus comunidades. La educación y la colaboración son nuestras dos mejores herramientas para que eso suceda”.
Higuera López emigró a los Estados Unidos en 2009. Nació en Tijuana y tiene una licenciatura en Enseñanza del Idioma Inglés y un doctorado en Gestión y Política Educativa de la Universidad Autónoma de Baja California. Además es maestro en Educación de la Universidad Autónoma de Durango, obtuvo la Beca Fulbright-García Robles en la Universidad de Arkansas y después emigró para abrir espacios en el Lehman College, de la CUNY, que se encuentra entre las cinco mejores instituciones del país en fomentar la movilidad social en un campus arbolado de 37 acres y que ofrece cátedra vía internet.
El esfuerzo del MSI es permanente y requiere persistencia, como cualquier objetivo que vale la pena. Así que organiza frecuentemente conversatorios para transmitir en redes con mexicanos destacados en distintas áreas para que muestren a otros sus estrategias, retos, fracasos que hay que tolerar y de los que se debe levantarse.
Un día puede convocar una cineasta para narrar historias de migración; otro, a alguno de los chefs mexicanos que han conquistado con su sazón los paladares más exigentes de la Gran Manzana; en tal fecha puede abrirse un taller de inteligencia artificial, u otra sobre cómo escribir un cuento o una novela.
Una primavera puede ayudar a volar a los ‘dreamers’ a la Ciudad de México, y un verano a firmar convenios de intercambio con universidades mexicanas.
El más reciente convenio se firmó el 15 de enero pasado con el Colegio Nacional a través del cual irán académicos a dar pláticas sobre México a la CUNY y se fomentará la investigación sobre México y sus habitantes en Estados Unidos. Además hay convenios similares y de intercambio estudiantil con otras tres instituciones públicas mexicanas como la Universidad Autónoma de Baja California, y en exploración para futuros proyectos se cuentan El Colegio de la Frontera Norte y El Colegio de México, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Universidad Autónoma de Tlaxcala y la Benemérita de Puebla.
Lo cierto es que de un tiempo a la fecha los mexicanos en Nueva York se encuentran a todo galope, cambiados, sin límites. Y se nota.
aag