El cahuiche es un fruto silvestre que sólo se da en tiempo de lluvias en los bosques de Omitlán y, en tamaño, es parecido al capulín, pequeño, pero magno ante los beneficios que contiene y sobre todo, la utilidad que le da a las familias de este municipio que aprovechan esta temporada para realizar alimentos que ofrecen en la misma comunidad.
Fabiola Ramírez Hernández es una de las habitantes de Omitlán, quien junto a su madre, la creadora de diversos panes, mermeladas y demás productos, viven del cahuiche, que es su protector y sostén familiar.
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“Nosotros elaboramos el pan de pulque relleno de queso y cahuiche, así como cubiletes relleno del mismo fruto, así como las galletas de mantequilla conocidas como centenario, pero rellenas de la mermelada que también hacemos con el fruto, y esta es nuestra pequeña empresa, que inició mi abuelita y mi mamá hace 25 años.
“Es un fruto deliciosa, se puede hacer en mermelada, en mole, vino, salsas, se puede combinar con todo, por lo que lo apreciamos, es parte de nuestra vida”, explica Fabiola.
Pero la historia del pan del pulque inició con la bisabuela, por lo que la receta se fue pasando de generación en generación hasta llegar al conocimiento de Fabiola, quien actualmente se dedica a vender los productos que elaboran día a día en su casa, mismos que actualmente ofrece en el Pabellón de Pueblos con Sabor que se ubica dentro de las instalaciones de la Feria de San Francisco Pachuca 2019.
“Mi mamá ahora es quien lo elabora, pero yo le ayudo, porque hemos expandido el negocio en cuanto la oferta de productos, porque ahora, no sólo hacemos el pan de pulque, también hacemos el mouse de cahuiche, que es cremoso, también atole y tamales, así como el pan de nata con queso, el panqué de elote y todo con este rico fruto.
“Cuando no hay temporada de cahuiche, lo envasamos, por lo que todo el año tenemos el fruto para elaborar nuestros productos, así que jamás falta en casa, es parte fundamental y primordial en nuestra familia”, expresa sonriente.
El cahuiche une a la familia, conformada sólo por mujeres, quienes todos los días, casi todo el día, se dedican a elaborar los alimentos a base del fruto silvestre, para después venderlos en la misma comunidad.