Una parte del tradicional del Día de Muertos, son las calaveras literarias. Se definen como rimas con picardía, dirigidas a quienes aún están vivos, o a los que ya se fueron.
Se trata de una tradición recitada o escrita, con toques divertidos, sarcásticos o crítica, pues en su mayoría se escribe con referencia a una cualidad o defecto de una persona o personaje y se distinguen por su escritura ligera.
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Según los historiadores, su origen data del siglo XV, con los epitafios de Jorge Manrique, poeta del prerrenacimiento, y las primeras que se publicaron fueron a modo de caricaturas acompañadas de versos con métrica y rima libres que se comenzaron a escribir en honor a personas célebres de la época, durante el mes de noviembre como parte de la conmemoración del día de muertos.
Sin embargo, fueron prohibidas, debido a la censura de la época colonial, pues las publicaciones de estas en gacetas y medios impresos no eran bien vistas.
Cabe señalar que posteriormente las calaveritas, que eran consideradas como sátiras, se convirtieron en arte, pues otro personaje que dejó huella en la historia de esta literatura tradicional que juega con la muerte fue el grabador José Guadalupe Posada.
De acuerdo con la información de la UNAM, las ilustraciones de Posada más populares, partían del uso de la figura de la calavera o calaca, como una forma de representar al pueblo mexicano, retrataron con sátira tanto las desigualdades y el sufrimiento, como los excesos del pueblo mexicano. La "Calavera garbancera" es una crítica de Posada que se llegó a consolidar como una de las figuras más emblemáticas de la ilustración mexicana.
Actualmente, la calaverita literaria no tiene el papel que tuvo en su momento. Sin embargo, hay algunas convocatorias oficiales que reconocen el ingenio y humor de estas expresiones de la época.
SRN