Una reingeniería de los atlas de riesgo municipales, se hace necesaria ante el crecimiento poblacional y las nuevas amenazas que se enfrentan, advirtió el director del Centro de Investigación y Desarrollo en Ingeniería Portuaria Marítima y Costera (Cidiport), Gabriel Arcos Espinosa.
“El cambio climático obliga a hacer una reingeniería de los atlas de riesgo, hoy más que nunca debemos tener estos planes de acción actualizados, pues nos marcarán la pauta en caso de una contingencia y ya somos más habitantes según el Inegi”, señaló el especialista de la Facultad de Ingeniería de la UAT.
Este 10 de octubre se cumple un año más de que la Sedena implementó por primera vez el Plan DN-III-E de auxilio a la población, mismo que la región inspiró por la experiencia en la gran inundación de 1955. En ese contexto y pese a haber sido punta de lanza, hoy en día los municipios no están a la vanguardia en sus mecanismos de alertamiento. El Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) indica que el atlas de riesgo de Tampico, Madero y Altamira es de 2011.
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“Lo primero que debemos hacer es actualizar nuestros atlas de riesgo, tenemos nuestra zona metropolitana integrada por tres municipios, en ese sentido tendríamos que tener una buena coordinación, porque Tampico, Madero y Altamira están unidos geográficamente”.
Arcos Espinosa destacó que esa coordinación es ineludible pues las tres ciudades comparten varias amenazas en común y ahora se suma el cambio climático, por lo que hay que sincronizar un plan de acción estratégico.
“Debemos estar bien coordinados en ese sentido y todo arranca del atlas de riesgo, donde se indica cómo se van a ir implementando las estrategias, dónde van a estar los refugios y cómo se va a mover todo antes, durante y después de cualquier evento meteorológico que se pueda presentar en la zona”.
Hizo ver que es muy importante basar los nuevos atlas de riesgo en la actualización del Censo de Población y Vivienda 2020 del Inegi, pues los que existen toman en cuenta los habitantes de hace una década y por lo tanto están rebasados.
“Tampico, Ciudad Madero y Altamira es la zona más vulnerable a impactos de la naturaleza como huracanes, por estar rodeados de cuerpos de agua, tenemos que trabajar en la cultura de la prevención”.
Sin embargo, apuntó, no es factible un atlas de riesgo conurbado porque la Secretaría de Gobernación, a través del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) pide que cada municipio tenga el propio.
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“Pero tiene que haber un organismo coordinador para que pueda conjuntar el esfuerzo de esos tres municipios y salir un documento final que ante cualquier contingencia puedan estar activados”.
Gabriel Arcos expuso que mediante este instrumento que integre la actualización de toda la información, se podrán ir articulando los esfuerzos, empezándose por focalizar las áreas más vulnerables y descartar albergues en zonas inundables.
“Debemos conocer las trayectorias y recorridos para poder llegar a los albergues, identificar cuáles son y qué capacidad tienen como refugios antes, durante y después del evento meteorológico; establecer bien las rutas de evacuación para llegar a estos sitios y efectuar simulacros”.
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Otro factor a considerar, reconoció, es la presencia de lagartos, un tema que comparten los tres municipios y se agudiza cada vez que se registran precipitaciones pluviales.
“Empiezan a salir y es entonces cuando de repente los vemos cruzando alguna vialidad. Definitivamente deben estar en estos atlas de riesgo como parte de los peligros”, puntualizó el experto.
Un diagnóstico realizado por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) advierte que la falta de atlas de riesgos dificulta que las autoridades puedan implementar medidas preventivas ante los desastres.
SJHN