Todo parece normal en este condominio de la colonia Doctores, las familias van y vienen. Nadie imagina que en un rincón de uno de esos departamentos color ladrillo, entre macetas, lámparas led y ventiladores, se abre paso una selva verde. El olor a mariguana se concentra en esas cuatro paredes.
En un tendedero, Emerald Weed pone a secar los cogollos de su reciente cosecha. En unas semanas estarán listos para su consumo y, con suerte, para su venta.
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El cuidado de esas macetas lo han mantenido ocupado y un poco nervioso durante los cuatro meses que han tardado en florecer. Es la primera vez que siembra 90 plantas y que invierte 35 mil pesos, por lo que teme que los vecinos se den cuenta y lo metan en problemas, pero correr el riesgo vale la pena, asegura: “Yo lo veo como una forma de luchar, de exigir algo que todos merecemos, que tengamos la opción de decidir qué fumar y qué no”, dice este hombre que prefiere mantener su identidad en el anonimato.
Él, como otros pequeños productores, no ha esperado a que el Estado mexicano despenalice el uso personal de la mariguana para cultivar en casa, una actividad cada vez más frecuente en el país, pues comprar semillas y conseguir los materiales necesarios para lograr un fértil vivero doméstico no es tan difícil.
Conscientes de la creciente oferta, empresarios o desarrolladores de productos han comenzado a vender herramientas para favorecer el crecimiento de las plantas. Es el caso de Manuel Mondragón, quien ideó Honeycomber, un soporte que permite que el follaje se distribuya bien y produzcan más productos como éste, que se comercializan desde hace años en encuentros cannábicos como la Expo Weed que se realiza anualmente desde 2016.
Desde 2020, el Congreso trabaja en la propuesta de Ley Federal para la Regulación del Cannabis, así como en algunas reformas a la Ley General de Salud y al Código Penal, con la idea de poner orden a esta actividad. Sin embargo, el contenido de la iniciativa no encuentra consenso entre los legisladores y no termina de convencer a la comunidad cannábica porque consideran que sigue criminalizando a los usuarios.
Después de tres prórrogas concedidas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el Congreso tiene hasta el 30 de abril para aprobar esta nueva ley, pero el Senado de la República ha solicitado una más para retrasar su discusión debido a que no está de acuerdo con la versión avalada por la Cámara de Diputados en marzo. Una decisión que colectivos cannábicos y activistas ven como una falta de voluntad para legislar, pero también como una posibilidad para modificar las disposiciones que, en la versión actual, violan derechos humanos de los usuarios.
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Una de las mayores críticas al documento aprobado por los diputados es que se exija un permiso para ejercer el autocultivo y se ponga un límite al número de plantas por persona, ya que esto no garantiza el pleno derecho al libre desarrollo de la personalidad, que fue la principal encomienda que la Suprema Corte de Justicia de la Nación dio a los legisladores en 2018.
En octubre de ese año, el alto tribunal declaró inconstitucional la prohibición absoluta del consumo recreativo del cannabis y obligó al Congreso a modificar la legislación. Fue hasta el 19 de noviembre de 2020 que el Senado de la República aprobó la propuesta de ley; ya en la Cámara de Diputados, los legisladores hicieron varias modificaciones y la aprobaron en marzo pasado. Todo indicaba que pronto habría ley, pero hace unos días el senador Ricardo Monreal, coordinador del grupo parlamentario de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, aseguró que la minuta que regresó Diputados contiene muchas inconsistencias que se deben discutir con cautela, por lo que los trabajos legislativos en este tema podrían irse hasta el próximo periodo de sesiones.
Una de las principales apuestas del proyecto de los senadores era la creación de un Instituto Mexicano para la Regulación y el Control del Cannabis, pero los diputados decidieron eliminarla para “evitar la creación de mayor burocracia y atendiendo a la austeridad republicana”. Ahora la propuesta es que sea la Comisión Nacional Contra las Adicciones (Conadic), organismo desconcentrado de la Secretaría de Salud, la autoridad en materia del cannabis para uso lúdico y la responsable de la aplicación de la nueva ley.
Según el documento aprobado en Diputados, cualquier persona mayor de 18 años podrá cultivar en su hogar seis plantas, y hasta ocho en caso de que ahí residan dos adultos, siempre y cuando tenga un permiso de la Conadic. Además, será legal portar 28 gramos, en lugar de los 5 que se permiten actualmente y, a partir de 29 y hasta 200 gramos, el usuario deberá tener un permiso, sino tendrá que pagar multas de entre 5 y 11 mil pesos.
“Siguen poniendo un límite al autocultivo y así el potencial que tenía queda totalmente destruido, el número de plantas que proponen es insignificante. Eso no va a tener ningún impacto en toda esta onda del narcotráfico; sería una forma no violenta, pacífica de ir abarcando terreno”, opina Pier Coppe, integrante del Movimiento Cannábico Mexicano.
Él es uno de los activistas que desde el año pasado montaron un plantón en las inmediaciones del Senado para exigir una ley justa, que no criminalice ni discrimine a los consumidores. Entre sus principales exigencias están eliminar la posesión simple y permitir un cultivo libre sin límite de plantas.
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Colectivos, como Regulación Por La Paz, han señalado las restricciones excesivas y discriminatorias a personas en situación de vulnerabilidad. También han criticado que se priorice los intereses de capitales extranjeros por encima de la inclusión de comunidades campesinas y personas que venden al menudeo al mercado legal.
Ante este panorama, consumidores que ya se dedican al autocultivo aseguran que prefieren seguir en la clandestinidad.
“Esta legalización sólo va a beneficiar al gobierno, a los que tienen dinero para tener una licencia para vender. Yo pienso seguirlo haciendo ilegal hasta que sea más justo para todos. No me siento en la posición de comprar una licencia o registrarme para hacerlo”, dice Emerald Weed.
Otros cultivadores consideran que el número de plantas que se propone para el autocultivo es insuficiente para uso recreativo. “Con ocho plantas no logras obtener lo necesario”, asegura Liz, una chica de 23 años que ha convertido una parte de su casa en un huerto cannábico. Amante de la literatura, esta joven que recita poesía a sus plantas como un ritual cada tercer día, confiesa ser usuaria desde los 14 años. Consume, dice, como una forma de recreación, para escribir ensayos o poesía, pero también para aliviar algunos malestares del cuerpo, como los dolores menstruales.
Desde ese jardín donde florecen unas 25 plantas a puerta cerrada, Liz cuenta que decidió autocultivar por una cuestión de seguridad. “Prefiero saber que es autorecreativo, y que no me estoy metiendo en esta parte de la violencia y el narcotráfico. Sé exactamente de dónde viene y que no le hago daño a nadie”. Sin embargo, de aprobarse la ley tal como está, usuarios como ella tendrían que reducir su cultivo a seis plantas, de lo contrario serían penalizados.
FS