Historias que arrastra la caravana migrante a su paso

Daniela, Jaime y José, tres de los miles de migrantes que viajan con la caravana, que busca cruzar la frontera con Estados Unidos.

Migrantes buscan llegar a la frontera con Estados Unidos. (Alberto Valiente)
Alberto Valiente
Ciudad de México /

Desde hace cuatro días el estadio Jesús “Palillo” Martínez ha recibido a cientos de de integrantes de la caravana migrante; sin embargo, pese a todas las comodidades que ha brindado el gobierno de la Ciudad de México, la estancia se queda corta para todos los sueños, historias y aspiraciones que traen estas personas.

El teléfono que no suena

Daniela, quien pidió cambiar su nombre, por amenazas de muerte por parte de su esposo. Salió de su casa hace poco más de quince días sin avisarle a nadie; comenta que terminó su jornada laboral, fue por su mochila, su hija y simplemente dejó su hogar, Nicaragua

La joven de 30 años plática que su pareja estaba metida en malos pasos y que ante el amago de dejarlo, la amenazó de muerte.

Daniela aún teme ser encontrada a pesar de estar en una nación ajena, pues asegura que su esposo tiene contactos para encontrarla tanto en su país como en México, "por eso quiero llegar a Estados Unidos, ahí él no conoce a nadie".

A 2 mil 62 kilómetros, en Nicaragua, hay un teléfono que no suena, el de su familia, que espera recibir noticias de Daniela; sin embargo, la mujer mira a su hija y sin dudarlo afirma que su meta es llegar a la frontera.

-¿Entonces no le has avisado a ningún familiar que estás bien?

"No, me dije a mi misma que le iba a hablar a mi mamá cuando ya esté del otro lado y si no le marco significa que no lo logré".

La cruzada por la Reina

Muchas de las personas que viajan en la caravana esperan llegar a Estados Unidos para poder mejorar su situación laboral, sus condiciones de vida y la de sus seres queridos; luego está Jaime, quien asegura que si por él fuera viviría en la basura por lo que este viaje no es por el sino por Reina, su madre.

El día que le dijo que se iba a la caravana, su madre se negó a dejarlo ir, es peligroso, le repetía; pero asegura que en Honduras la vida no es vida, que las clases altas humillan a los que no tienen y lo poco que se gana trabajando el gobierno se los arrebata.

“Ella lloró y yo lloré pero lo decidí y lo hice, lo que sea por ella, para poder sacarla de ahí y darle la casa que se merece”.

Jaime platica que en su pueblo vive en una casa de cartones y lonas, y que esas condiciones lo orillaron a emprender este camino de más de 3 mil 500 kilómetros, donde sacar a su madre del barrio en donde viven es su principal motor, y si se puede, añade, “pues que me vea casándome para hacerla feliz”.

Termina de platicar con la voz entrecortada mientras recuerda esa pequeña familia que dejó hace ya casi tres semanas.

“Primero Dios quiero llegar a Estados Unidos y poder, algún día, hacer que mi mamá se vea como la Reina que es”.

El hombre sin nación

Dentro de la nueva caravana migrante que llegó apenas hace cuatro días a Ciudad Deportiva en Iztacalco, existe un hombre que a lo largo de su existencia ha ido en busca no sólo de mejores condiciones de vida sino también de una identidad nacional.

José, de 35 años de edad, llegó a la Ciudad de México con el éxodo, sin embargo, él no es como todos los demás, él es mexicano. 

Cuenta que hace algunos años viajo a Nicaragua en busca de una mejor vida y de paso una familia; al pasar del tiempo se dio cuenta que su lugar tampoco estaba en el país centroamericano. 

José relata que ya no tiene familia ni conocidos aquí en México y más que volver a sus raíces, busca terminar su viaje y poder cruzar la frontera con Estados Unidos para de una vez por todas encontrarse a sí mismo y a su identidad nacional.


EB

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