Carolina Estefanía Martínez Zea, estudiante de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), fue reportada como desaparecida luego de salir de su casa en la colonia Lomas de la Era, alcaldía Álvaro Obregón el 13 de enero y desde entonces nada se sabe de ella.
La información fue dada a conocer en redes sociales por el propio Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Tras ello, la Fiscalía Generala de Justicia de la Ciudad de México activó la ficha de búsqueda con el número de expediente AYO/162/2021.
De acuerdo con el boletín de búsqueda, la joven de 22 años mide 1.58 metros, su complexión es robusta, tez morena clara, frente amplia, boca mediana, cara redonda, cejas semipobladas y como señas particulares tienen en el lado derecho del pecho tiene un tatuaje en forma de dos golondrinas, un corazón y el nombre Mauricio.
El último día que fue vista iba traía puesta una sudadera rosa, tenis negro, blusa negra, pantalón con estampado rosa, azul y blanco. Tras la desaparición de la Carolina, amigos y familiares iniciaron en redes sociales una campaña de búsqueda creando el hashtag #TeBuscamosCaro.
Carolina Zea, madre de la joven, contó a MILENIO que aquel 13 de enero, su hija estaba con su hermano menor en casa, pero luego se salió cerca de las 13:00 horas porque iría a recoger una blusa y de ahí a una sucursal del Banco Azteca, ubicada en Avenida 29 de Octubre, institución bancaria donde recibía una beca de unos mil pesos, los cuales, a veces “cuando se le antojaba un refresco o algo sacaba su dinero”.
Cuando su madre regresó de trabajar, cerca de las 15:30 horas le preguntó a su hijo dónde estaba Carolina y éste respondió ‘fue a recoger una blusa y al banco’ y pensó que no tardaría más. No obstante, una hora y media después le llamó para saber si tardaría más o la esperarían a comer, pero ya no contestó.
“Sonaba el celular, pero ella ya no me contestaba. Entonces dije ‘¡Bueno! Igual y se encontró con una amiga’, pero ya era más noche le marcaba y no me contestaba. Le dije a mi hijo que nos durmiéramos pensando que Carolina estaba con un amigo, ya sabe cómo son los jóvenes, e igual se había ido de parranda y al rato llegaba. Nos dormimos, pero yo me despertaba y no llegaba. Dije ‘se encontró a alguien y se fue, pero ahorita me manda un mensaje’ porque ella es lo que acostumbra.
“Antes de la pandemia salía, pero me avisaba siempre si la invitaban a una fiesta. Me decía que le diera permiso y yo le decía que estuviera comunicada conmigo, siempre lo hacía. Si salía a algún lado y se iba a quedar en la casa de alguien me avisaba ‘Mamá, sabes qué, ya es tarde; aquí me quedo, mañana llego a la casa’. Yo prefería que hiciera eso a que anduviera en la noche”.
Carolina aún conservó la esperanza de que su hija llegara el 14 de enero pasado, pensando que se le había olvidado avisar. La madre se fue a trabajar y cuando regresó le preguntó de nuevo a su hijo si no había llegado la joven, ya que en el transcurso de ese jueves la señora Zea estuvo marcándole de nuevo a su hija, pero de nueva cuenta no le contestaba.
Tras varias llamadas, la señora creyó que Carolina llegaría en el transcurso de la tarde, hasta “que se hizo de noche otra vez” y decidió contactar a un primo de la joven, con quien se lleva muy bien, y le preguntó si sabía algo de ella y éste dijo que no la había visto.
“Su primo dijo que le mandaría un mensaje, pero sin advertir que la estaban buscando por cualquier cosa. Le mandó un mensaje diciéndole ‘¿Charra (como es conocida Carolina) dónde andas? Necesito que me hagas un paro, en cuanto puedas márcame’. Recibió los mensajes y las llamadas, pero no las contestaba y no revisaba los mensajes”.
Tras esto acudió a la alcaldía el 15 de enero a levantar el acta por la desaparición de Carolina, un proceso que le llevó todo el día y salió como a las 12 de la noche. Posteriormente le indicaron que los datos e información de lo ocurrido pasarían Fiscalía Especializada en la Búsqueda, Localización e Investigación de Personas Desaparecidas.
Posteriormente le entregarían el boletín de búsqueda para difundirlo, sin embargo, le dijeron que no lo tenían y que regresara el sábado. Al llegar por fin recibió el volante y lo distribuyó en algunas calles de la colonia donde fue vista Carolina.
La madre recuerda que en el transcurso de aquel viernes se comenzó a subir en redes sociales algunas fotografías y el boletín de búsqueda con los datos de la joven. A esta búsqueda se han sumado el Sindicato Nacional de Profesores de Investigación Científica y Docencia del INAH
En el proceso de búsqueda para dar con Carolina, la familia ha revisado las grabaciones del C5, no obstante, en éstas no se observa que haya pasado cerca de algún punto o acompañada con alguien. Mientras que el 16 de enero, personal de la fiscalía le dijo que tomara una foto de la ficha de búsqueda y se la enviara a su hija ‘para que se dé cuenta que la está buscando si ella tiene el celular’.
“La mandé y no sé si revisaron el celular o algo, pero después de que mandé la foto ya no entran llamadas y no se ha vuelto a conectar. Su última conexión fue el sábado como a la una de la tarde, pero después de que le mandé la hoja por WhatsApp, ya las llamadas mandan a buzón”, contó la madre.
Han pasado cinco días desde que se supo algo de Carolina Estefanía Martínez Zea, una joven quien su mamá dice “en las fechas de diciembre hace buñuelos y los vende porque le gusta trabajar y tener su dinero; ayudaba en casa y cuidaba a su hermano explicándole las tareas de la escuela y siempre era hogareña”.
“Si alguien la ha visto o alguien sabe de ella, que nos avise o si alguien la tiene que la deje. Que la dejen regresar a su casa; acá la estamos esperando y la verdad nos hace mucha falta”.
RLO