Como desde hace años, los Reyes Magos recorren el mundo para entregar juguetes a los niños; y uno de los lugares que no pueden dejar de visitar es la Ciudad de México, ya que los menores que la habitan se portan bien.
La tradición de los Reyes Magos se remonta a los primeros años de la evangelización del Nuevo Mundo. De acuerdo con los relatos bíblicos, Melchor, Gaspar y Baltasar fueron guiados por una estrella brillante para adorar a Jesús.
Los reyes llevaron al hijo de Dios oro, incienso y mirra; pero al pasar de los años, los reyes decidieron reemplazarlos por juguetes para los niños.
La tradición dicta que los niños deben escribir una carta a los reyes pidiendo uno o dos juguetes y ésta deberá ser colocada en un zapato, la noche del 5 de enero.
Al amanecer, la carta desaparecerá y en su lugar quedará algún juguete.
En la década de los 70, era común que los niños mexicanos recibieran algún juguete tradicional, como un carrito, muñeca, balero, figuras de luchadores, triciclos o bicicletas; ahora, la mayoría pide objetos relacionados con la tecnología.
Si eres un millenial seguro no sabes que en los años 70, Melchor, Gaspar y Baltasar se daban un 'tiempito' para participar en un desfile que se realizaba en Bosque de Chapultepec.
El 6 de enero las calles de la ciudad, los parques y jardines eran el mejor escenario para que los menores estrenaran sus juguetes.
También era tradición que los niños se tomaron fotografía con los reyes, quienes hacían su aparición en el Zócalo de la Ciudad de México, la Alameda Central o el Monumento a la Revolución.
Una de las tradiciones que aún persiste en nuestros días es la de partir una Rosca de Reyes; ésta surgió en Francia durante la Edad Media.
En aquel tiempo, la gente tenía la costumbre de elegir un rey para las fiestas.
El proceso de elección era sencillo: se escondía un haba en una rosca de pan dulce adornada con azúcar y frutas. Quien la encontrara era proclamado, de manera simbólica, como rey.
El haba oculta simbolizaba la huída de José y María para esconder a Jesús, porque el rey Herodes —según se cuenta en el Evangelio de Mateo— había ordenado el asesinato de todos los niños menores de dos años.
AA