Mi gente y mi pueblo es lo que más extraño: refugiada ucraniana en CdMx

Irina Adnautova llegó al refugio habilitado en la alcaldía Iztapalapa, luego de que intentó obtener una visa humanitaria para ingresar a Estados Unidos.

Irina Adnautova es refugiada ucraniana en la Ciudad de México. | Erick Miranda
Erick Miranda
Ciudad de México /

El conflicto armado entre Rusia y Ucrania ocasionó que millones de ucranianos huyeran hacia otros países en busca de asilo. Un caso es el Irina Adnautova, de 36 años, quien pasó de ser una entrenadora de yoga en Mariúpol a refugiada en la Ciudad de México.

En entrevista con MILENIO, Irina dijo que a más de un mes del inicio de la guerra, ya superó la pérdida de sus posesiones materiales, pero no el haber dejado su pueblo y a su gente.

“Extraño a mi gente y a mi pueblo, porque de cierta forma ya superé la pérdida de mi casa, mi ropa, mi negocio, todas mis posesiones materiales, pero no a mi gente, que es lo que más extrañó y aún me duele recordar”, narró.

Actualmente, ella, su esposo e hijo viven en el campamento para refugiados ucranianos que instaló el gobierno de la Ciudad de México, en el deportivo Francisco I. Madero, en la alcaldía Iztapalapa.

Los tres, dejaron atrás la comunidad portuaria de Mariúpol sólo dos días después de que iniciaron los bombardeos que destruyeron la ciudad, cargando unas cuantas mochilas y maletas de mano.

“La ciudad quedó prácticamente sitiada casi desde el inicio, y lo que llegué a sentir en esos momentos fue miedo, terror e impotencia, porque no supe nada de mis padres, amigos y demás familiares, y aún más porque la ciudad se quedó sin agua, sin electricidad, sin gas, y no hubo forma de comunicarse, sumado a que hacía muchísimo frío y los bombardeos no paraban”, recuerda con lagrimas entre los ojos.

Inicialmente, Irina y su familia peregrinaron en Ucrania y en algunas ciudades europeas, pero a mediados de abril decidió salir con dirección a Tijuana, México, en busca de una visa humanitaria que le permitiera ingresar a Estados Unidos.

“Los mexicanos me han tratado bien y les estoy eternamente agradecida.
"De hecho, en Tijuana fue cuando sentí la calma, porque mi hijo pudo salir a caminar, ver el sol y volver sonreír, y por eso es que siempre voy a estar agradecida con este país”, afirmó.

En el albergue dispuesto por el gobierno capitalino, que consiste en carpas plásticas que operan como comedores, servicios médicos, dormitorios y otros espacios comunes, en donde acampan al menos otros 515 refugiados, de los cuales 269 son mujeres y 247 hombres, todos en espera de una vida humanitaria.

De acuerdo con datos de la alcaldía Iztapalapa, la población máxima registrada en el sitio ha sido de 597 personas, sin embargo, 80 han podido continuar el viaje hacia Estados Unidos, al menos otros 3 hacia otros destinos; mientras que el resto se ha sumado como voluntario en este éxodo internacional.

Con la convicción de haber perdido todo, Irina asegura que su anhelo es regresar y Tijuana cuanto antes y así cruzar la frontera. “ Al llegar a Estados Unidos lo primero que haremos será arreglar los temas legales, y después intentar conseguir los permiso de trabajo y , para así intentar quedarnos en alguna ciudad”.

“Si bien hay algunas personas que todavía tienen a dónde volver, y con quién volver [a Ucrania], para mi familia y parí no hay esa opción, porque no tenemos nada, lo perdimos todo y simplemente no hay lugar al cuál podríamos regresar”, sentenció.

El albergue instalado en Iztapalapa se encuentra cerca del 50 % de su capacidad original, no obstante, y por rebase de afluencia, el mismo fue ampliado a través de una maniobra denominada “espejo” que, en coordinación con Secretaría de Marina, prevé duplica su capacidad de recepción.


FLC


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