Con la llegada de la película de Barbie, muchos productos han sido modificados para tener presenta la imagen de la marca, pero esto no se restringe a artículos de uso diario sino también a alimentos con el clásico sello rosa.
Como la película se va a estrenar este 20 de julio la fecha coincide con el inicio de la temporada de chile en nogada, la cual se extiende desde el final del verano, hasta mediados del otoño, que termina también el mes patrio.
Por ello, en la Ciudad de México han creado una edición especial de este tradicional platillo con temática de Barbie. Sus primeras imágenes han generado una expectativa.
¿Dónde comprar el chile en nogada de Barbie?
El chile en nogada de Barbie se puede encontrar en el centro de la Ciudad de México. Lejos de las zonas que concentran los restaurantes más famosos, el establecimiento que creó esta modificación está en La Merced, al centro de la capital.
Roldán 37, ubicado en la calle de Roldán 37, Centro Histórico de la Ciudad de México, es el lugar que ofrece el platillo tricolor transformado en el típico rosa.
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El origen de los chiles en nogada
Según la historia popular que se conoce sobre el origen del guisado, se dice que las monjas del convento de Santa Mónica en Puebla tuvieron que elaborar su mejor platillo para celebrar el cumpleaños del caudillo independentista Agustín de Iturbide y el resultado fueron los famosos chiles.
Sin embargo, el arqueólogo Eduardo Merlo, actual coordinador de Arqueología en el Centro INAH de Puebla, niega esa versión en su artículo El mito de los chiles en nogada y la bandera de las tres garantías.
“El chile en nogada fue un platillo que el caudillo disfrutó, pero no fue inventado para él (...) Era un platillo que ya existía,” asegura “y no como plato fuerte, sino como postre,” dice el también divulgador cultural.
Según Merlo, el origen verdadero del platillo se remonta al Virreinato de la Nueva España, donde los primeros pobladores eran andaluces en su mayoría, que tenían una rica tradición repostera heredada por los árabes. Además, dice que “las mejores cocineras y reposteras eran las monjas y a ellas se les encargaban los platillos para las grandes fiestas señoriales”.
DMZ