De sus instalaciones emergen jóvenes académicamente competitivos a escala nacional, incluso si se les compara con los de otros países. Pero la condición para entrar a esta escuela no es ser precisamente privilegiado, sino todo lo contrario.
A Christel House ingresan aquellos niños y adolescentes que padecen condiciones desfavorables en lo económico, pero que muestran aptitudes y ganas de estudiar.
Quienes egresan de Christel House se ponen a prueba, luego de terminar su preparatoria, cuando compiten por ingresar a universidades públicas como la UNAM, el Politécnico o la UAM, y a privadas del calibre de la Universidad Panamericana, Anáhuac, Ibero, Tec Milenio o Centro, con las que la fundación tiene acuerdos de becas, a veces del 100 por ciento.
Para conservar las buenas prácticas se vale de un consejo de asesores muy robusto; empresarios y expertos que mes a mes brindan su experiencia y observan resultados. El cuerpo docente es igualmente calificado y tiene a profesores con amplia experiencia para cuidar no sólo la formación académica de los 704 chicos, desde primaria hasta bachillerato, sino también de su salud física y mental.
Una de las joyas académicas de esta fundación es la miss Alma Angélica Lara, maestra en neurocognición y aprendizaje y especialista en Audición y Lenguaje. Ella lleva 20 años en Christel House y ahora es coordinadora académica de español para todos los grados.
Confirma que en su plantel hay alumnos con barreras del aprendizaje “con diagnóstico de un neurólogo”, otros que tienen “deficiencias visuales” y alumnos con algunos problemas auditivos. Pero ni eso les impidió poder acceder a este lugar.
Hay examen, entrevista y visita
En Christel House creen en el mérito. Para admitir el ingreso de un chico o una chica estos deben, para empezar, tener promedio mínimo de ocho en alguna escuela oficial.
Luego se les hace una prueba de matemáticas y español. Después una entrevista para observar su potencial y sus ganas de crecer y, al final, se hace una visita al lugar donde habita para comprobar sus carencias económicas.
Si todas esas pruebas entran en el esquema, la o el chico ingresa. Es toda una oportunidad para gente con un entorno complicado, a veces violento, en ocasiones criados en casas hogar, sin familia.
“Sin embargo, tenemos un programa que se llama Carácter y Liderazgo, para inculcar valores, hábitos hacia el diálogo, para demostrar que los problemas no se resuelven con violencia”, dice ‘miss’ Alma.
El equipo que incluye psicólogos, pedagogos y médicos, además de instalaciones donde los chicos desayunan y comen, permite la vastedad de este programa que busca transformar vidas, pero con la educación académica como ariete.
“Nos comparamos con escuelas particulares de nivel alto”, dice confiada Alma Lara. “Todos los años hacemos una evaluación, el College Board, que nos permite cotejarnos a nivel internacional en cuanto a habilidades y contenidos. Nuestras metas y expectativas son altas académicamente, y nuestros chicos que buscan un lugar en la universidad lo están alcanzando, el 80 por ciento o más de la generación que egresa alcanzó un lugar en alguna universidad pública o privada”.
Este centro, legado de su fundadora Christel DeHaan (fallecida en 2020), ha incidido durante 25 años en casi 21 mil estudiantes en Jamaica, Sudáfrica, India, Estados Unidos y México.
Pero al menos aquí, sus instalaciones en la Ciudad de México ya son insuficientes. Y hay planes de abrir otros campus en el país.
“Sí atendemos ahorita a muchos alumnos pero la demanda y las necesidades son muy grandes, tendremos más campus”, anuncia miss Alma, quien forma parte sustancial de una de las instituciones que sí hacen la diferencia en el índice de A Favor de lo Mejor, que busca proyectar acciones positivas en la sociedad.
EHR