Pentalfa, hogar de custodios de las pequeñas propiedades

Para llegar a este núcleo social se accede por un camino de terracería, donde los taxis se niegan a cruzar.

Pentalfa, en San Pedro de las Colonias. l Roberto Amaya
Lilia Ovalle
San Pedro, Coahuila /

En la comunidad de Pentalfa, en San Pedro de las Colonias, son cuatro familias las que custodian pequeñas propiedades. Para llegar a este núcleo social se accede por un camino sinuoso de terracería. Se trata de una bifurcación que se toma al intentar acceder a las comunidades localizadas en la parte baja del municipio.

Las mujeres pueden pedir un taxi para ir a la cabecera municipal y proveerse de víveres, pero son muy pocos los choferes que acuden para prestarles el servicio, de tal suerte que deben caminar al menos dos kilómetros para tomar el autobús. De ocurrir un accidente, invariablemente deberán apelar a la solidaridad de los vecinos que cuentan con vehículo.

No cuentan con recolección de basura, drenaje, ni centro de salud

En Pentalfa los niños, que son realmente pocos, no tienen una plaza dónde jugar y la escuela, dependiente del Conafe, se mantiene cerrada pues los menores registran casi un nulo aprendizaje cuando migran para cursar la secundaria. Hasta allí no llega el camión recolector de la basura por lo cual se deben quemar los desechos. Tampoco cuentan con drenaje.

No hay centro de salud o un centro comunitario que permita el esparcimiento de los adultos mayores.

Gloria, sin poder trabajar

Gloria Elena Casas Soto tiene 31 años viviendo en Pentalfa. Aunque es de Durango capital, llegó a la comunidad por su esposo, quien hace dos años falleció, con él tuvo cinco hijos. Ella vive con uno de sus hijos y un nieto.

“Mi hijo se llama Arturo Solís Casas, y el niño es de mi hija Adriana. Él desde chiquito se impuso conmigo y como ella se casó, ahí ha andado. Aquí los taxis no quieren entrar, el camino está muy feo, muy tierroso, se atascan. De los taxistas nomás hay uno que sí es muy arriesgado pero antes nos veníamos como dos kilómetros a pie con nuestro mandado cargado. Caminamos por dentro de la pequeña (propiedad) y ya agarramos la carretera".
Gloria Elena Casas Soto tiene 31 años viviendo en Pentalfa. l Roberto Amaya

“Aquí, en el ranchito, la comunidad, somos como cuatro familias y está la pequeña donde tienen los marranos. Sí tenemos agua y luz. Aquí tienen vacas y cabras los vecinos; allá tienen chivas, marranos, yo no me dedico a nada porque no puedo ni trabajar, tengo diabetes y luego me salieron unas úlceras en mis dedos, en mis pies y pues sobrevivo con la ayuda de mis hijos”.

Gloria no tiene pensión de adulto mayor. Hubo un tiempo en que vivió en Ciudad Juárez. Hasta allá se fue para ver graduarse a una de sus hijas. Cuando regresó su tarjeta estaba vencida. Aún ahora quiere cambiar su residencia de manera formal pero en el INE le dijeron que deberá esperar a que pase el proceso electoral.

“Yo tengo hermanas en Durango y tíos en Torreón pero nunca nos hemos procurado, ya me acostumbré a estar sola, estoy a gusto pero siempre la economía es la que no ayuda. El camión pasa por Santa Elena y por Las Granjas, por la curva, pero acá no, tiene uno qué caminar. Hay una escuela de Conafe pero los niños no aprendían lo suficiente y muchos ya van a la secundaria a San Esteban. A mis nietos los sacaron de aquí y los mandaron a Santa Elena porque no aprendían, no saben ni escribir ni nada. Tengo una sobrinita que ya va a ir a la secundaria y el otro día le dije que me contara unas moneditas y me dijo que no sabe contar”.

Gloria depende del apoyo de sus hijos. El que le queda en casa se desempeña como recolector de nuez. Cuando llega el tiempo de podas, recoge la leña y hace carbón. Los habitantes de Tacubaya y San Esteban lo buscan para comprarle el producto.

Puras pequeñas con una familia

Don Víctor Solís se mantiene de sus tierras y del producto que generan sus animales de corral, y sabe que hasta su pequeña propiedad, Las Teresitas, han llegado los candidatos pidiendo el voto. Al asumir el cargo como alcaldes, regidores, diputados o senadores, a esos personajes ya no los vuelve a ver.

“Ya han venido los presidentes, la presidenta que está y todos, pero vienen cuando el voto, ya después no vienen. Se les olvida que aquí estamos. Aquí está la Pentalfa y abajito, a 500 metros hay una que se llama La Maceta. Allá está San Fernando, son puras pequeñas. Es una comunidad, esto no es un ejido. Hay familias pero no somos de aquí, venimos a cuidar. Aquí están Las Teresitas. A la comunidad se le llama la Pentalfa pero la Pentalfa es ese ranchito que está en aquel ladito, son puras pequeñas y cada una tiene una familia”.

Don Víctor Solís se mantiene de sus tierras y del producto que generan sus animales de corral. Roberto Amaya

Don Víctor tiene 66 años y aquí nació. También sus hijos fueron alumbrados en la comunidad, dice que son “tres viejas y dos viejos” que se han ido casando y se van a vivir a la cabecera municipal.

“Yo me dedico a cuidar el rancho, andamos preparando para la nuez. El 9 ó 10 de marzo llega aquí el agua rodada, del río, y esto que hacemos es la poda: vamos a levantar todo para meter la rastra pero la baraña de la palma se quema. Los nogales son de 1986, los puso mi jefe, pero también hay de reposición. En dar producción se tardan cinco años pero un racimito".

“Aquí tenemos dos hectáreas, por eso nos dedicamos a los nogales y a los animalitos. A las autoridades les pedimos una entrada, el camino, y si nos pusieran la luz en la entrada. Nos dijeron que van a pasar algo de fertilizante y vamos a inscribirnos porque no nos llega apoyo; a ver si tenemos algo de ayuda del gobierno para mejorar la producción”, precisó don Víctor quien dijo, la situación del agua para el campo es complicada, no sólo en La Laguna sino en todo el país.

Tomasa sí vive en Pentalfa

Tomasa Vázquez Hernández también es una adulta mayor que junto con su esposo, cuida una pequeña propiedad. En realidad, dice que el ranchito es de María Luisa González, pero ésta lo rentó a un señor que les pidió que cuidaran la finca.

“Yo soy de Santa Elena, voy a cumplir 63 años. Para ir por las compras batallamos; pedimos un carro pero cuando llueve no quieren venir. Luego tenemos que irnos a pie hasta el puente de Santa Elena y sí queda retirado. Aquí donde estamos es la Pentalfa”.

Aunque apuntó que sus vecinos también cuidan propiedades, no los conoce muy bien, sólo sabe que algunos se dedican a la crianza de ganado, otros trabajan en la recolección de la nuez y los menos, salen a trabajar a otros lados.

Es el caso de los pastores

Wilfredo Robles Pérez e lgnacio Robles López, hijo y padre, que todas las mañanas llegan a una pequeña para ordeñar a las cabras.

“Llegamos a ordeñarlas a las siete de la mañana, almorzamos y salimos a las diez de la mañana. A las doce o doce y media nos arrimamos a darles agua aquí en la llavecita. Son como 135 chivas pero andan mansas porque les echamos semilla de escoba, con esas se ponen tranquilas. Comen un rato y se acuestan a descansar”, dijo Wilfredo quien desde que tenía quince años comenzó a trabajar con su papá.

Wilfredo tiene 45 años y de éstos treinta como pastor. El oficio ha sido familiar de tal suerte que su hermano también tomaba camino con ellos. Hasta que se fue a la fábrica. Ahora, dijo, ya está apartado de esto.

Pentalfa, en San Pedro de las Colonias. l Roberto Amaya

Ignacio por su parte sabe que algunos animales son bravos y que los señores dueños de la tierra andan arropando y van cerrando los espacios a donde llevan a pastar al hato.

Sólo les queda un predio donde no siembran, pero hay meses resecos, donde no llueve, y entonces deben moverlas a las brechas por donde llega el agua rodada del río.

“De repente escarba uno y saca pocitos de agua. El río tiene sus puntos donde sale el agua buena y ahí toman agua las chivas, pero hay otros donde el líquido sale salado y de allí no quieren beber. Hay chivas bravas y a veces pelean por el agua, pero la leche se la venden a un quesero”.

aarp


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